02 Septiembre 2012
CONVENCIDOS. Alumnos de la Escuela de Comercio "República de Panamá" reivindican su derecho a elegir. LA GACETA / FOTO DE OSVALDO RIPOLL
CONCEPCION
CONCEPCIÓN. - ¿Votar? Por supuesto que deberíamos tener ese derecho. Nos daría la oportunidad de comenzar a participar en la política y en las discusiones de las cosas que tienen que ver con nuestro futuro -dice, seguro, Emanuel Soria (16).
- A mi no me convence mucho la idea porque si bien hay chicos que tienen ya la capacidad para elegir a un candidato, no son pocos los que viven alejados de la realidad y pueden ser presa fácil de los que pagan por un voto -refuta Jeanete Jotallán (16).
- Hay mayores a los que también se les paga. ¿Vos cree que a estos les importa a quien votan? -responde José Delgado (17).
La discusión adquiere vehemencia entre los adolescentes anoticiados sobre el proyecto del gobierno nacional para que los jóvenes puedan voluntariamente votar a partir de los 16 años. Claro que los puntos de vista solo pueden ser expuestos fuera de la escuela y no en las aulas. Los estudiantes del turno mañana de la Escuela de Comercio "República de Panamá", de Concepción, transmiten sus inquietudes a LA GACETA en la plaza próxima al edificio estudiantil. El grupo que fluye del establecimiento, en general, se muestra predispuesto al diálogo. La tendencia a favor de la iniciativa la definen los varones. De una veintena de muchachos consultados, la mayoría coincidió en sostener que se trata de una propuesta a la que los mayores "no deberían tener miedo".
"Estamos en condiciones de aportar nuestras ideas. Ya no somos criaturas. Nosotros también queremos que muchas cosas que nos perjudican cambien. Hasta ahora nuestras opiniones no valen", afirma Miguel Jira (16).
Entre las mujeres hay una marcada desestimación del proyecto que comenzará a debatir la semana próxima la comisión de Asuntos Constitucionales de la Cámara Alta. "No, no creo que sea algo positivo. Es que estoy segura que a muchos de los chicos lo van a utilizar para que voten lo que les digan los adultos. El riesgo está ahí, en quienes van a salir a la caza de los que no les importa ni estudiar", sostiene Macarena Fernández (17). Cristian Romero (16) trasladó la polémica hacia el interior de la escuela. Planteó la necesidad de que se aliente la participación dirigencial de los estudiantes. Consideró que de esa manera se contribuirá a fortalecer la conciencia cívica y la discusión de la realidad del país. "En las aulas no se puede discutir sobre política, vaya a saber por qué razones. Por otro lado, se imponen más restricciones para quienes aspiran a integrar los centros estudiantiles. Así las cosas, este año solo se presentaron dos listas que al final se unieron. No hubo alternativas", aseguró.
"La escuela debe ayudar a que los jóvenes afiancen su capacidad para votar a conciencia -razona Gonzalo Allende (16)-. Los que hablan de que se les puede pagar por un voto olvidan que dentro de un cuarto oscuro cada uno vota por quien considera que es el mejor candidato". (C)
CONCEPCIÓN. - ¿Votar? Por supuesto que deberíamos tener ese derecho. Nos daría la oportunidad de comenzar a participar en la política y en las discusiones de las cosas que tienen que ver con nuestro futuro -dice, seguro, Emanuel Soria (16).
- A mi no me convence mucho la idea porque si bien hay chicos que tienen ya la capacidad para elegir a un candidato, no son pocos los que viven alejados de la realidad y pueden ser presa fácil de los que pagan por un voto -refuta Jeanete Jotallán (16).
- Hay mayores a los que también se les paga. ¿Vos cree que a estos les importa a quien votan? -responde José Delgado (17).
La discusión adquiere vehemencia entre los adolescentes anoticiados sobre el proyecto del gobierno nacional para que los jóvenes puedan voluntariamente votar a partir de los 16 años. Claro que los puntos de vista solo pueden ser expuestos fuera de la escuela y no en las aulas. Los estudiantes del turno mañana de la Escuela de Comercio "República de Panamá", de Concepción, transmiten sus inquietudes a LA GACETA en la plaza próxima al edificio estudiantil. El grupo que fluye del establecimiento, en general, se muestra predispuesto al diálogo. La tendencia a favor de la iniciativa la definen los varones. De una veintena de muchachos consultados, la mayoría coincidió en sostener que se trata de una propuesta a la que los mayores "no deberían tener miedo".
"Estamos en condiciones de aportar nuestras ideas. Ya no somos criaturas. Nosotros también queremos que muchas cosas que nos perjudican cambien. Hasta ahora nuestras opiniones no valen", afirma Miguel Jira (16).
Entre las mujeres hay una marcada desestimación del proyecto que comenzará a debatir la semana próxima la comisión de Asuntos Constitucionales de la Cámara Alta. "No, no creo que sea algo positivo. Es que estoy segura que a muchos de los chicos lo van a utilizar para que voten lo que les digan los adultos. El riesgo está ahí, en quienes van a salir a la caza de los que no les importa ni estudiar", sostiene Macarena Fernández (17). Cristian Romero (16) trasladó la polémica hacia el interior de la escuela. Planteó la necesidad de que se aliente la participación dirigencial de los estudiantes. Consideró que de esa manera se contribuirá a fortalecer la conciencia cívica y la discusión de la realidad del país. "En las aulas no se puede discutir sobre política, vaya a saber por qué razones. Por otro lado, se imponen más restricciones para quienes aspiran a integrar los centros estudiantiles. Así las cosas, este año solo se presentaron dos listas que al final se unieron. No hubo alternativas", aseguró.
"La escuela debe ayudar a que los jóvenes afiancen su capacidad para votar a conciencia -razona Gonzalo Allende (16)-. Los que hablan de que se les puede pagar por un voto olvidan que dentro de un cuarto oscuro cada uno vota por quien considera que es el mejor candidato". (C)
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