Por Alicia Liliana Fernández
27 Agosto 2012
INCANSABLE. Raquel Gil Montero ganó una importante beca que le permitirá finalizar sus investigaciones. LA GACETA / FOTO DE ANTOINO FERRONI
"Me gusta mucho ir al campo. Bolivia y Argentina ofrecen, para un historiador, paisajes que permiten imaginar cómo fue el pasado. Estar en contacto con esos lugares históricos es uno de los ingredientes que hace que disfrute la tarea. También me gusta trabajar con mucha documentación". Raquel Gil Montero ya no imagina cómo fue el pasado sino que lo escudriña y lo describe con lujo de detalles. La especialista en poblaciones históricas comenzó estudiando los indígenas del norte argentino y terminó investigando la incidencia de América en la Revolución Industrial europea.
- ¿Cómo pasó del norte argentino a Bolivia?- Había mucha influencia del sur boliviano en los pueblos norteños, y empecé a hacer estudios comparativos, pero siempre en torno de los siglos XVIII y XIX. Pero me sorprendió que el siglo XVII apareciera como el más importante en cuanto a las transformaciones de la población. Ese hallazgo cambió las tendencias que venía estudiando e hizo que pusiera la atención en el siglo XVII y "descubriera" -porque ya se conocía pero no demasiado- una enorme mina de plata que estaba en el sur de Bolivia, en la provincia de Lipe, vecina con Jujuy.
- ¿Qué importancia tenía esta mina?- Este enorme reservorio de plata se descubre en torno de 1640. En ese momento el Virreinato del Perú proveía el 70% de la plata que circulaba en todo el mundo. O sea, el siglo XVII fue un momento en el que esta región participó -con los flujos de plata que enviaba directamente a Europa e indirectamente a Asia- en la transformación económica mundial que llevó a la Revolución Industrial. Además, al inyectar plata a Europa generó una revolución en los precios. Y de ese enorme cambio, que es la primera mundialización de la economía, participa Bolivia como la gran proveedora. Potosí producía en su apogeo el 90% de la plata del Virreinato del Perú. Y en ese contexto se descubre esta mina. Estamos hablando del apogeo de la minería de plata en el virreinato.
- ¿Dónde está ubicada? ¿Qué se encuentra hoy allí?
- En San Antonio del Nuevo Mundo, que está en un desierto a 4.700 msnm, en la provincia boliviana de Lipe, que limita con el departamento Santa Catalina, de Jujuy. Cruzando la frontera por la ruta 9 desde La Quiaca hacia Tupiza es el segundo pueblo importante hacia el oeste. Como se abandonaron los trabajos 70 años después del descubrimiento, casi todos los habitantes se fueron. Entonces hoy el sitio está intacto, a diferencia de Potosí. Es un lugar maravilloso. Fuimos varias veces con un grupo de arqueólogos y de arquitectos. - ¿Cómo era antes el lugar?- San Antonio del Nuevo Mundo era una gran ciudad. Tenía varias iglesias, con retablos enchapados en oro. Quiero contar en mi libro cómo se hacía en esas épocas para organizar una ciudad tan grande en un desierto en altura, donde no había agricultura. Lo único que había era agua. Todos los insumos para la minería, los alimentos, el ganado y también la mano de obra se llevaban desde lugares muy lejanos, es decir de la Quebrada de Humahuaca y de Tucumán. Quiero contar la decadencia de la ciudad, y en el epílogo, qué pasa hoy.
- ¿Por qué una historiadora argentina estudia en Bolivia?
- Para mí es muy importante conocer estos procesos. Después podemos hacer analogías con lo que pasaba en nuestro país en el mismo momento, y completar nuestra documentación gracias a las ingentes fuentes que posee Bolivia. Además fueron esos mineros los que vinieron acá.
- Usted acaba de ganar una beca. ¿Nos cuenta acerca de ella?
- Es la beca de la Fundación Guggenheim, que gané el año pasado. Es una competencia en América Latina y el Caribe. Lo bueno es que me dan un subsidio para viajar a investigar donde necesite. Y tengo que ir al Archivo General de Indias, que está en Sevilla, y a una biblioteca famosa ubicada en Texas, EE.UU., donde podré estudiar la vertiente norteamericana de la discusión sobre minería y población. Con esta investigación voy a terminar mi trabajo, que ya lleva cuatro años, y cerrar el libro que estoy escribiendo sobre esto, que se llama "Ciudades efímeras". - ¿Es la primera vez que gana una beca?- No. Ya había ganado la de la Fundación Humboldt, de Alemania, que me permitió acceder a dos bibliotecas latinoamericanas en Berlín y en Colonia. - ¿Dónde más investigó?- Trabajé en archivos históricos en Buenos Aires, en Sucre y en Potosí.
Cordobesa de nacimiento pero tucumana por adopción, la doctora Gil Montero -graduada de la Universidad Nacional de Córdoba- sigue trabajando cada día en el Instituto Superior de Estudios Sociales del Conicet y de la UNT, buscando nuevos hallazgos que nos faciliten la comprensión de la América originaria y colonial.
- ¿Dónde está ubicada? ¿Qué se encuentra hoy allí?
- En San Antonio del Nuevo Mundo, que está en un desierto a 4.700 msnm, en la provincia boliviana de Lipe, que limita con el departamento Santa Catalina, de Jujuy. Cruzando la frontera por la ruta 9 desde La Quiaca hacia Tupiza es el segundo pueblo importante hacia el oeste. Como se abandonaron los trabajos 70 años después del descubrimiento, casi todos los habitantes se fueron. Entonces hoy el sitio está intacto, a diferencia de Potosí. Es un lugar maravilloso. Fuimos varias veces con un grupo de arqueólogos y de arquitectos. - ¿Cómo era antes el lugar?- San Antonio del Nuevo Mundo era una gran ciudad. Tenía varias iglesias, con retablos enchapados en oro. Quiero contar en mi libro cómo se hacía en esas épocas para organizar una ciudad tan grande en un desierto en altura, donde no había agricultura. Lo único que había era agua. Todos los insumos para la minería, los alimentos, el ganado y también la mano de obra se llevaban desde lugares muy lejanos, es decir de la Quebrada de Humahuaca y de Tucumán. Quiero contar la decadencia de la ciudad, y en el epílogo, qué pasa hoy.
- ¿Por qué una historiadora argentina estudia en Bolivia?
- Para mí es muy importante conocer estos procesos. Después podemos hacer analogías con lo que pasaba en nuestro país en el mismo momento, y completar nuestra documentación gracias a las ingentes fuentes que posee Bolivia. Además fueron esos mineros los que vinieron acá.
- Usted acaba de ganar una beca. ¿Nos cuenta acerca de ella?
- Es la beca de la Fundación Guggenheim, que gané el año pasado. Es una competencia en América Latina y el Caribe. Lo bueno es que me dan un subsidio para viajar a investigar donde necesite. Y tengo que ir al Archivo General de Indias, que está en Sevilla, y a una biblioteca famosa ubicada en Texas, EE.UU., donde podré estudiar la vertiente norteamericana de la discusión sobre minería y población. Con esta investigación voy a terminar mi trabajo, que ya lleva cuatro años, y cerrar el libro que estoy escribiendo sobre esto, que se llama "Ciudades efímeras". - ¿Es la primera vez que gana una beca?- No. Ya había ganado la de la Fundación Humboldt, de Alemania, que me permitió acceder a dos bibliotecas latinoamericanas en Berlín y en Colonia. - ¿Dónde más investigó?- Trabajé en archivos históricos en Buenos Aires, en Sucre y en Potosí.
Cordobesa de nacimiento pero tucumana por adopción, la doctora Gil Montero -graduada de la Universidad Nacional de Córdoba- sigue trabajando cada día en el Instituto Superior de Estudios Sociales del Conicet y de la UNT, buscando nuevos hallazgos que nos faciliten la comprensión de la América originaria y colonial.
Lo más popular