26 Agosto 2012
La llamada teoría Tolerancia Cero aplicada a la seguridad ciudadana, supone una noción eminentemente represiva que no ataca las causas estructurales del problema. Dicha teoría resulta impracticable en problemáticas sociales actuales tales como violencia urbana, consumo problemático de drogas, discriminación, etcétera.
El Estado busca neutralizar el conflicto social, busca el control de aquellos tres imposibles que denunciara Sigmund Freud en 1920: gobernar, curar, educar. Imposibles porque el control nunca será cero ni total (nunca habrá cero drogas, cero violencia). Porque hablamos de comunidades y subjetividades, de síntomas sociales que expresan tensiones culturales, disarmonías estructurales que debemos atender en su origen. De lo que se trata entonces, a mi entender es de todo lo contrario: tolerancia a las diferencias, políticas de integración social, construcción de subjetividades y espacios de vida solidarios reconociendo que la inseguridad, el consumo problemático de drogas, la violencia, la prostitución, son síntomas contemporáneos de una lógica social subyacente que es bueno develar y no acallar. El cero es silencio y negación. Y de lo que se trata es de nombrar, reconocer, hacer hablar para a partir de allí transformar.
El Estado busca neutralizar el conflicto social, busca el control de aquellos tres imposibles que denunciara Sigmund Freud en 1920: gobernar, curar, educar. Imposibles porque el control nunca será cero ni total (nunca habrá cero drogas, cero violencia). Porque hablamos de comunidades y subjetividades, de síntomas sociales que expresan tensiones culturales, disarmonías estructurales que debemos atender en su origen. De lo que se trata entonces, a mi entender es de todo lo contrario: tolerancia a las diferencias, políticas de integración social, construcción de subjetividades y espacios de vida solidarios reconociendo que la inseguridad, el consumo problemático de drogas, la violencia, la prostitución, son síntomas contemporáneos de una lógica social subyacente que es bueno develar y no acallar. El cero es silencio y negación. Y de lo que se trata es de nombrar, reconocer, hacer hablar para a partir de allí transformar.
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