12 Agosto 2012
Cada función es única; la función de la madre es única, como la del padre también es única.
Obviamente, cuando cualquiera de los dos progenitores no puede cumplir esa función porque existe un impedimento o un conflicto, estamos hablando de una situación que va a generar un daño psicológico en el niño, pues este queda atrapado en esa situación conflictiva que se caracteriza por el enfrentamiento entre los padres, por distintos y variados motivos. El niño se convierte, entonces, en víctima de la situación, en especial porque cada uno de los miembros de la pareja lleva consigo el deseo de venganza y de ganarle al otro. A veces implica apropiarse o quitarle el hijo a su ex.
El daño psicológico que le produce esta situación al pequeño repercute en su aparato psíquico, y aparecen síntomas como trastornos en el sueño, agresividad -que es es lo que más se observa en la clínica-, perturbaciones en el área escolar y social, entre otros. Esa función paterna o materna que no fue gozada por el niño en forma plena, deja una frustración. Cuando más pequeño es el niño, dispone de menos mecanismos para elaborar lo que está pasando, y el daño es más profundo también. Tanto que muchas veces puede generarle un trauma psicológico. Los hijos fueron procreados entre dos personas, y por ende, la responsabilidad de su crianza es de ambos. Padre y madre deben bregar por la salud y el bienestar del niño, más allá de las problemáticas de pareja, incluso de las situaciones judiciales.
Obviamente, cuando cualquiera de los dos progenitores no puede cumplir esa función porque existe un impedimento o un conflicto, estamos hablando de una situación que va a generar un daño psicológico en el niño, pues este queda atrapado en esa situación conflictiva que se caracteriza por el enfrentamiento entre los padres, por distintos y variados motivos. El niño se convierte, entonces, en víctima de la situación, en especial porque cada uno de los miembros de la pareja lleva consigo el deseo de venganza y de ganarle al otro. A veces implica apropiarse o quitarle el hijo a su ex.
El daño psicológico que le produce esta situación al pequeño repercute en su aparato psíquico, y aparecen síntomas como trastornos en el sueño, agresividad -que es es lo que más se observa en la clínica-, perturbaciones en el área escolar y social, entre otros. Esa función paterna o materna que no fue gozada por el niño en forma plena, deja una frustración. Cuando más pequeño es el niño, dispone de menos mecanismos para elaborar lo que está pasando, y el daño es más profundo también. Tanto que muchas veces puede generarle un trauma psicológico. Los hijos fueron procreados entre dos personas, y por ende, la responsabilidad de su crianza es de ambos. Padre y madre deben bregar por la salud y el bienestar del niño, más allá de las problemáticas de pareja, incluso de las situaciones judiciales.
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