Por Álvaro José Aurane
22 Julio 2012
Se asumen afrodescendientes 150.000 argentinos
Los registros de los siglos XVII y XVIII muestran la presencia mayoritaria de negros en Tucumán, pero el "blanqueamiento" oficial los borró. A diferencia de relevamientos anteriores, el Censo 2010 preguntó a las personas si se reconocían africanos o descendientes de africanos en su ascendencia. En Tucumán, más de 3.200 comprovincianos respondieron afirmativamente. El cambio contribuye a la construcción de una identidad histórica que toma distancia de la absurda pretensión de la "provincia blanca".
"ERA" BRASILEÑO Y SE NACIONALIZÓ ARGENTINO. "Si me preguntan de dónde soy, contesto 'de Tafí Viejo'", afirma el periodista y docente Eloir Maciel. LA GACETA / FOTO DE OSVALDO RIPOLL
Es una carilla en los resultados del Censo 2010, pero es una página trascendente para la identidad de los tucumanos y la demolición de ese mito tan absurdo como arraigado que pretende que esta es una "provincia blanca". En total, 3.262 comprovincianos manifestaron durante el relevamiento nacional de población que se reconocen como afrodescendientes. Concretamente, son "aquellas personas que declararon ser afrodescendientes o tener antepasados de origen afrodescendiente o africano (padre, madre, abuelas o abuelos, bisabuelas o bisabuelos)".
En el total nacional, los argentinos que se reconocieron como afrodescendientes suman 149.493.
Que el Censo 2010 haya incluido, precisamente, una pregunta respecto de la afrodescencencia resulta todo un cambio político en la elaboración de las estadísticas demográficas argentinas. De hecho, el Censo 2001 no la incluía. "Hay todo un movimiento, que se ve en los congresos de población desde los Estados Unidos y Canadá hacia abajo, para que se investigue la cuestión de la afrodescendencia en América. Es una preocupación continental creciente, que ya se observaba en 2003", puntualiza la demógrafa Nora Jarma.
"En el Censo 2001 se preguntaba a los argentinos si se consideraban descendientes de una etnia originaria, y se ofrecían nueve opciones. Pero la pregunta no funcionó y el resultado fue, estadísticamente, muy deficiente. De hecho, entre las etnias clasificadas no figuraba la afro", agrega la especialista tucumana.
Los antecedentes
"La historia oficial argentina, tran pródigamente esparcida en enciclopedias y manuales, en discursos y feriados nacionales, en actos solemnes y ofrendas florales, a menudo -cuando no siempre- ha olvidado restituir su lugar de destaque y de reconocimiento inobjetables a grandes sectores de la sociedad y de la cultura. Nos referimos al componente de origen afroamericano dentro de su población y a los fundamentales aportes y contribuciones de este grupo", advierte Miriam Gómez, una de las referentes de la Sociedad de Socorros Mutuos Unión Caboverdiana de Dock Sud, en A los negros argentinos ¡Salud!, libro de Ângela Corrêa.
La presencia no sólo masiva sino mayoritaria de los negros en la Argentina figura en los censos de fines del siglo XVIII y principios del siglo XIX, según puntualiza la historiadora tucumana Jovita Novillo.
El Censo de 1778 detalla, en materia de composición racial, que en Tucumán había 3.166 blancos (15,7%), 4.609 indios (20%) y 12.869 negros y mulatos (64%). La especialista consigna que el "Informe Malaspina", de 1789, puntualiza que hay 5.800 blancos (25,4%), 6.508 indios (28,5%), y distingue entre negros y mulatos, que son 3.300 (14,5%) y mestizos, que suman 7.201 (31,6%)
Novillo da cuenta, luego, del Censo de 1812, realizado a instancias del Primer Triunvirato y con fines militares (conocer el estado de la población con el fin de proceder a las levas de la población masculina). Se conservan de él los porcentajes de población: los blancos y españoles son el 28%, los indios el 23,6% y los negros, zambos y mulatos son el 14.8%. El 33,5% restante figura "sin datos étnicos". "El porcentaje de población negra y afromestiza es casi igual al dado por el Informe de Malaspina en 1789", precisa la profesional.
Pasaporte y falsedad
Un violentísimo contraste ocurrirá en el inicio de este siglo XXI. El 22 de agosto de 2002 (hace una década) la Policía Aeronáutica detuvo durante seis horas a María Magdalena Lamadrid, argentina de quinta generación, por entonces de 57 años y descendiente de una pareja de esclavos de los tiempos del Virreynato. Ella había presentado su pasaporte para viajar a Panamá, pero las autoridades de Migraciones consideraron falsa la documentación. "No puede ser argentina y negra", le dijeron.
¿Cómo es que de la enorme incidencia en la composición de la población nacional, los negros desaparecen de la estadística y del imaginario argentino?
Ângela Corrêa explica una parte del fenómeno en Algunos datos sobre la población y la cultura negra en la Argentina. "Los habitantes afrodescendientes argentinos sufrieron dos grandes procesos de mortandad -especialmente los varones- que llevaron a disminuir drásticamente su presencia en la población argentina. Por una parte, entre 1865 y 1870 fueron reclutados como carne de Cañón en la Guerra de Paraguay (…) Al año siguiente, en 1871, se declara en Buenos Aires un epidemia de fiebre amarilla que provoca numerosas muertes, especialmente entre los sectores más pobres, afectando a los pardos y morenos varones que habían sobrevivo la Guerra del Paraguay o se habían salvado de ella, pero en este caso afectó también a las mujeres y a los niños".
"Aparentemente, quedaron muchas más mujeres que hombres y al no haber numerosas parejas en las que ambos fueran negros, se irían fusionando con criollos (indígenas, mestizos o blancos), en las sucesivas generaciones se fueron desdibujando sus rasgos étnicos más características. Esta sería una de las razones por las cuales cuando en este país se habla de negro o de cabecita negra, la referencia es al mestizaje con indígenas y no a la presencia de afrodescendientes".
Novillo completa el costado político de la anulación de los negros en la historia argentina, luego de que, en los tiempos fundacionales, representaran entre el 20% y el 60% de la población, dependiendo de la provincia de aquel entonces.
"La Argentina de finales del siglo XIX y la del siglo XX quería una 'Argentina blanca' y hacia allí apuntan las políticas inmigratorias que se impulsan. Y para 'blanquear' la población, en los censos nacionales se dejo de preguntar cuál era la etnia de procedencia -remarca-. De modo que los registros de los habitantes, los sectores que eran denominados como 'negros', 'pardos' o 'morenos' pasan a ser apuntados bajo una denominación ambigua: la de 'trigueños'".
Haciendo patria
La importancia de los africanos y sus descendientes en la historia argentina no sólo figura en los censos: aparece en los momentos trascendentales de la construcción de la patria.
"Participaron, por ejemplo, en todas las acciones bélicas de la Argentina: en vigencia de la esclavitud, llegaron a ellas por medio de la ley denominada curiosamente 'de Rescate', que obligaba a los dueños de esclavos a ceder dos de cada cinco de sus esclavos para el servicio militar; o por la promesa de libertad si prestaba cinco años en este servicio. En 1801, se reglamentaron los renombrados Batallones de Pardos y Morenos, 7° y 8° de Infantería, cuya intervención es decisiva en la defensa de la ciudad durante las Invasiones Inglesas. El Regimiento de Granaderos a Caballo, organizado por el general José de San Martín en 1812, estaba compuesto de 1.200 hombres, los cuales 800 eran negros libertos, es decir, esclavos 'rescatados' por el Estado para el servicio de las armas", puntualiza Gómez.
"Además especifica la profesora en Letras-, los afro estuvieron en el origen de maniestaciones culturales populares como la payada (basta recordar a Gabino Ezeiza), el tango (Rosendo Mendizábal, autor de El entrerriano, primer tango firmado), la milonga, el candombe y la chacarera. Aportaron infinidad de palabras al castellano del Río de La Plata, enriqueciéndolo: batuque, mandinga, marote, mina, mondongo, mucama, tarima, tamango, tata. (...) La Marcha de San Lorenzo tiene como autor de su música al afroargentino Cayetano Silva".
En otros aspectos de la cultura popular, como la culinaria, Gómez encuentra "aportes afro" en la incorporación de las achuras al asado, en los platos con mondongo, en la mazamorra y en el locro.
Cifras y actos
Aunque las políticas de relevamiento de población avanzan a la construcción de una identidad nacional menos divorciada de sus orígenes históricos, la concepción de que la fórmula del éxito consiste en la apariencia (la de una argentina biológicamente blanca y culturalmente europea) ha dejado secuelas notables y notorias.
Se ve, anualmente, en la mayoría (para no decir en todos) los actos escolares que se organizan para conmemorar el 25 de Mayo de 1810-. A la hora de elegir a los que personificarán al negrito que dará "las 10 y sereno" y a la negrita que venderá la "mazamorra caliente que quema los dientes", suele escogerse a los niños más rubios del grado. Si el docente le diera el papel a los "trigueños" del aula, probablemente enfrentaría en la puerta de la escuela un piquete de padres y abuelos ofendidos, y de comedidos debidamente indignados.
En el total nacional, los argentinos que se reconocieron como afrodescendientes suman 149.493.
Que el Censo 2010 haya incluido, precisamente, una pregunta respecto de la afrodescencencia resulta todo un cambio político en la elaboración de las estadísticas demográficas argentinas. De hecho, el Censo 2001 no la incluía. "Hay todo un movimiento, que se ve en los congresos de población desde los Estados Unidos y Canadá hacia abajo, para que se investigue la cuestión de la afrodescendencia en América. Es una preocupación continental creciente, que ya se observaba en 2003", puntualiza la demógrafa Nora Jarma.
"En el Censo 2001 se preguntaba a los argentinos si se consideraban descendientes de una etnia originaria, y se ofrecían nueve opciones. Pero la pregunta no funcionó y el resultado fue, estadísticamente, muy deficiente. De hecho, entre las etnias clasificadas no figuraba la afro", agrega la especialista tucumana.
Los antecedentes
"La historia oficial argentina, tran pródigamente esparcida en enciclopedias y manuales, en discursos y feriados nacionales, en actos solemnes y ofrendas florales, a menudo -cuando no siempre- ha olvidado restituir su lugar de destaque y de reconocimiento inobjetables a grandes sectores de la sociedad y de la cultura. Nos referimos al componente de origen afroamericano dentro de su población y a los fundamentales aportes y contribuciones de este grupo", advierte Miriam Gómez, una de las referentes de la Sociedad de Socorros Mutuos Unión Caboverdiana de Dock Sud, en A los negros argentinos ¡Salud!, libro de Ângela Corrêa.
La presencia no sólo masiva sino mayoritaria de los negros en la Argentina figura en los censos de fines del siglo XVIII y principios del siglo XIX, según puntualiza la historiadora tucumana Jovita Novillo.
El Censo de 1778 detalla, en materia de composición racial, que en Tucumán había 3.166 blancos (15,7%), 4.609 indios (20%) y 12.869 negros y mulatos (64%). La especialista consigna que el "Informe Malaspina", de 1789, puntualiza que hay 5.800 blancos (25,4%), 6.508 indios (28,5%), y distingue entre negros y mulatos, que son 3.300 (14,5%) y mestizos, que suman 7.201 (31,6%)
Novillo da cuenta, luego, del Censo de 1812, realizado a instancias del Primer Triunvirato y con fines militares (conocer el estado de la población con el fin de proceder a las levas de la población masculina). Se conservan de él los porcentajes de población: los blancos y españoles son el 28%, los indios el 23,6% y los negros, zambos y mulatos son el 14.8%. El 33,5% restante figura "sin datos étnicos". "El porcentaje de población negra y afromestiza es casi igual al dado por el Informe de Malaspina en 1789", precisa la profesional.
Pasaporte y falsedad
Un violentísimo contraste ocurrirá en el inicio de este siglo XXI. El 22 de agosto de 2002 (hace una década) la Policía Aeronáutica detuvo durante seis horas a María Magdalena Lamadrid, argentina de quinta generación, por entonces de 57 años y descendiente de una pareja de esclavos de los tiempos del Virreynato. Ella había presentado su pasaporte para viajar a Panamá, pero las autoridades de Migraciones consideraron falsa la documentación. "No puede ser argentina y negra", le dijeron.
¿Cómo es que de la enorme incidencia en la composición de la población nacional, los negros desaparecen de la estadística y del imaginario argentino?
Ângela Corrêa explica una parte del fenómeno en Algunos datos sobre la población y la cultura negra en la Argentina. "Los habitantes afrodescendientes argentinos sufrieron dos grandes procesos de mortandad -especialmente los varones- que llevaron a disminuir drásticamente su presencia en la población argentina. Por una parte, entre 1865 y 1870 fueron reclutados como carne de Cañón en la Guerra de Paraguay (…) Al año siguiente, en 1871, se declara en Buenos Aires un epidemia de fiebre amarilla que provoca numerosas muertes, especialmente entre los sectores más pobres, afectando a los pardos y morenos varones que habían sobrevivo la Guerra del Paraguay o se habían salvado de ella, pero en este caso afectó también a las mujeres y a los niños".
"Aparentemente, quedaron muchas más mujeres que hombres y al no haber numerosas parejas en las que ambos fueran negros, se irían fusionando con criollos (indígenas, mestizos o blancos), en las sucesivas generaciones se fueron desdibujando sus rasgos étnicos más características. Esta sería una de las razones por las cuales cuando en este país se habla de negro o de cabecita negra, la referencia es al mestizaje con indígenas y no a la presencia de afrodescendientes".
Novillo completa el costado político de la anulación de los negros en la historia argentina, luego de que, en los tiempos fundacionales, representaran entre el 20% y el 60% de la población, dependiendo de la provincia de aquel entonces.
"La Argentina de finales del siglo XIX y la del siglo XX quería una 'Argentina blanca' y hacia allí apuntan las políticas inmigratorias que se impulsan. Y para 'blanquear' la población, en los censos nacionales se dejo de preguntar cuál era la etnia de procedencia -remarca-. De modo que los registros de los habitantes, los sectores que eran denominados como 'negros', 'pardos' o 'morenos' pasan a ser apuntados bajo una denominación ambigua: la de 'trigueños'".
Haciendo patria
La importancia de los africanos y sus descendientes en la historia argentina no sólo figura en los censos: aparece en los momentos trascendentales de la construcción de la patria.
"Participaron, por ejemplo, en todas las acciones bélicas de la Argentina: en vigencia de la esclavitud, llegaron a ellas por medio de la ley denominada curiosamente 'de Rescate', que obligaba a los dueños de esclavos a ceder dos de cada cinco de sus esclavos para el servicio militar; o por la promesa de libertad si prestaba cinco años en este servicio. En 1801, se reglamentaron los renombrados Batallones de Pardos y Morenos, 7° y 8° de Infantería, cuya intervención es decisiva en la defensa de la ciudad durante las Invasiones Inglesas. El Regimiento de Granaderos a Caballo, organizado por el general José de San Martín en 1812, estaba compuesto de 1.200 hombres, los cuales 800 eran negros libertos, es decir, esclavos 'rescatados' por el Estado para el servicio de las armas", puntualiza Gómez.
"Además especifica la profesora en Letras-, los afro estuvieron en el origen de maniestaciones culturales populares como la payada (basta recordar a Gabino Ezeiza), el tango (Rosendo Mendizábal, autor de El entrerriano, primer tango firmado), la milonga, el candombe y la chacarera. Aportaron infinidad de palabras al castellano del Río de La Plata, enriqueciéndolo: batuque, mandinga, marote, mina, mondongo, mucama, tarima, tamango, tata. (...) La Marcha de San Lorenzo tiene como autor de su música al afroargentino Cayetano Silva".
En otros aspectos de la cultura popular, como la culinaria, Gómez encuentra "aportes afro" en la incorporación de las achuras al asado, en los platos con mondongo, en la mazamorra y en el locro.
Cifras y actos
Aunque las políticas de relevamiento de población avanzan a la construcción de una identidad nacional menos divorciada de sus orígenes históricos, la concepción de que la fórmula del éxito consiste en la apariencia (la de una argentina biológicamente blanca y culturalmente europea) ha dejado secuelas notables y notorias.
Se ve, anualmente, en la mayoría (para no decir en todos) los actos escolares que se organizan para conmemorar el 25 de Mayo de 1810-. A la hora de elegir a los que personificarán al negrito que dará "las 10 y sereno" y a la negrita que venderá la "mazamorra caliente que quema los dientes", suele escogerse a los niños más rubios del grado. Si el docente le diera el papel a los "trigueños" del aula, probablemente enfrentaría en la puerta de la escuela un piquete de padres y abuelos ofendidos, y de comedidos debidamente indignados.
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