07 Julio 2012
Que "hablar de sí mismo" active ciertos centros de gratificación ubicados en el Sistema Nervioso Central, no es nada nuevo. Sin embargo, estos centros también son activados por personas bellas, por hermosos paisajes e, incluso, por representaciones de seres queridos o recuerdos de momentos felices.
Ahora bien, que la exaltación de esos centros deba ser activada voluntariamente, por cualquier sugerencia o técnica, por ejemplo "auto habla", que propicie representaciones narcisísticas, con el fin de potenciar la producción de hormonas cerebrales similares a las endorfinas o a las feromonas, no justifica, desde una perspectiva científica seria, sugerir a cada ser humano incentivar sus autoponderaciones positivas. Si el sujeto cae en lo opuesto y se autorrepresenta devaluado, caerá, sin duda, en disforia depresiva, y, justamente, por estimulación adversa de las mismas zonas cerebrales.
Sin embargo, en ambos casos, quien dominara estas técnicas -si acaso eso fuera posible- se encontraría igualmente en un callejón sin salida, narcisístico, sin solución.
Lo que el sujeto necesita es profundizar en su autoconocimiento, y desarrollar una sana autocrítica, que le permita reconocer sus virtudes y falencias; pero no "cerrado en sí mismo", sino como sistema abierto, para comunicarse, no sólo consigo mismo, sino con su entorno; y pueda registrar y enriquecerse por lo que logró elaborar tanto en los momentos adversos como los felices de su vida.
Ahora bien, que la exaltación de esos centros deba ser activada voluntariamente, por cualquier sugerencia o técnica, por ejemplo "auto habla", que propicie representaciones narcisísticas, con el fin de potenciar la producción de hormonas cerebrales similares a las endorfinas o a las feromonas, no justifica, desde una perspectiva científica seria, sugerir a cada ser humano incentivar sus autoponderaciones positivas. Si el sujeto cae en lo opuesto y se autorrepresenta devaluado, caerá, sin duda, en disforia depresiva, y, justamente, por estimulación adversa de las mismas zonas cerebrales.
Sin embargo, en ambos casos, quien dominara estas técnicas -si acaso eso fuera posible- se encontraría igualmente en un callejón sin salida, narcisístico, sin solución.
Lo que el sujeto necesita es profundizar en su autoconocimiento, y desarrollar una sana autocrítica, que le permita reconocer sus virtudes y falencias; pero no "cerrado en sí mismo", sino como sistema abierto, para comunicarse, no sólo consigo mismo, sino con su entorno; y pueda registrar y enriquecerse por lo que logró elaborar tanto en los momentos adversos como los felices de su vida.
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