05 Julio 2012
LA PREVIA DE LA FINAL. Los futbolistas de Boca y de Corinthians antes de que arranque el encuentro, que fue seguido por 41.000 personas en el estadio. DYN
SAN PABLO, Brasil.- La antesala de la final entre Corinthians y Boca fue un caos. Resultó una verdadera pesadilla el ingreso de los aficionados, tanto argentinos como brasileños, al estadio Pacaembú, sede paulista de la final de la Copa Libertadores.
El trascendental encuentro ya había empezado y todavía quedaba mucha gente afuera, en una muestra de los problemas que se generaron con las entradas, tanto para los partidarios de un bando como del otro.
Por eso en el peor momento, del lado brasileño, hubo hasta represión con gases lacrimógenos y balas de goma.
Pero los hinchas "auriazules" sufrieron hasta el maltrato de la policía local. Hasta las mujeres se quejaron de haber sido golpeadas. Hubo hinchas argentinos decepcionados por haber recorrido 1.729 kilómetros hasta llegar a San Pablo, para quedarse finalmente sin ver el cotejo decisivo.
También se vio a partidarios "xeneizes" que quedaron frustrados en el último molinete, cuando el lente denunció la falsedad de las entradas. Unos 3.000 hinchas sin entradas y algunos que compraron por el circuito informal y fueron estafados, estuvieron varias horas frente al hotel donde se alojaba Boca para conseguir que los dirigentes le den una solución. Daniel Angelici salió a hablar con los hinchas que coparon el frente del hotel Hilton Morumbí, y ante la imposibilidad de satisfacer sus pedidos recibió una catarata de insultos.
Claro que los brasileños también padecieron la enorme diferencia entre la cantidad de hinchas que pretendían entrar y la capacidad permitida en este "Pacaembú". El estadio sólo puede recibir a 41.000 aficionados. Debido a esto, algunos de los hinchas de Corinthians que ya tenían asegurada la entrada, llegaron hasta las puertas del estadio a con casi 10 horas de anticipación.
En definitiva, faltó previsión hasta para evitar que los hinchas llegaran sin su boletos hasta la antesala misma del "Pacaembú," un escenario al que la final del torneo más importante del continente le quedó demasiado grande. El caos organizativo puso en evidencia las falencias brasileñas. (DyN)
El trascendental encuentro ya había empezado y todavía quedaba mucha gente afuera, en una muestra de los problemas que se generaron con las entradas, tanto para los partidarios de un bando como del otro.
Por eso en el peor momento, del lado brasileño, hubo hasta represión con gases lacrimógenos y balas de goma.
Pero los hinchas "auriazules" sufrieron hasta el maltrato de la policía local. Hasta las mujeres se quejaron de haber sido golpeadas. Hubo hinchas argentinos decepcionados por haber recorrido 1.729 kilómetros hasta llegar a San Pablo, para quedarse finalmente sin ver el cotejo decisivo.
También se vio a partidarios "xeneizes" que quedaron frustrados en el último molinete, cuando el lente denunció la falsedad de las entradas. Unos 3.000 hinchas sin entradas y algunos que compraron por el circuito informal y fueron estafados, estuvieron varias horas frente al hotel donde se alojaba Boca para conseguir que los dirigentes le den una solución. Daniel Angelici salió a hablar con los hinchas que coparon el frente del hotel Hilton Morumbí, y ante la imposibilidad de satisfacer sus pedidos recibió una catarata de insultos.
Claro que los brasileños también padecieron la enorme diferencia entre la cantidad de hinchas que pretendían entrar y la capacidad permitida en este "Pacaembú". El estadio sólo puede recibir a 41.000 aficionados. Debido a esto, algunos de los hinchas de Corinthians que ya tenían asegurada la entrada, llegaron hasta las puertas del estadio a con casi 10 horas de anticipación.
En definitiva, faltó previsión hasta para evitar que los hinchas llegaran sin su boletos hasta la antesala misma del "Pacaembú," un escenario al que la final del torneo más importante del continente le quedó demasiado grande. El caos organizativo puso en evidencia las falencias brasileñas. (DyN)