Por Roberto Espinosa
04 Julio 2012
Dicen que el cielo es su morada. Que acaricia las almas en el Olimpo o en el Paraíso. Su hermana mayor anida en las voces de los pájaros. Cuando arpa y flauta se abrazan, la vida canta. La arpista Arianna Ruiz Cheylat y la flautista Sandra Aquaviva, dos flores argentinas, pasean su talento y fragilidad en piezas de autores del siglo XX: Nino Rota, Lowell Liebermann, Ángel Lasala, Jean-Michel Damase y Debussy. Un canto a la belleza aromado de poesía. Agüita fresca para los sentidos.
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