Un camino gandhiano
29 Junio 2012

Carlos Duguech - Analista internacional (Especial para LA GACETA)

La inusitada remoción del ex presidente de Paraguay, Fernando Lugo, por decisión abrumadora del Parlamento, significó para el ex obispo que la democracia en su país había "sido profundamente herida de muerte".

Independientemente de la lectura que merece este desenlace a su gestión presidencial (en un país que como pocos ha padecido Gobiernos autoritarios casi permanentes), vale centrar la mirada en un aspecto sustancial: Lugo, que pudo haberse resistido a la presión parlamentaria ejercida en un juicio político atípico por lo veloz y con el derecho a defensa cercenado, eligió un camino gandhiano. Llamó a la resistencia pacifica. A la no violencia, en los reclamos de apoyo popular.

Esa es la mejor contribución de Lugo a la paz interior del Paraguay. La Historia deberá tener presente esa actitud de quien bien hubiera podido alentar a las masas en su apoyo. Y, seguramente, ello hubiera llevado a un clima de violencia incontenible.

Su voluntad de explicar su caso frente a los que fueron sus pares en el Mercosur, y en la otra organización regional, Unasur, añade racionalidad y transparencia a su posicionamiento tras el "golpe parlamentario", aunque finalmente decidió no concurrir para no influir en las decisiones que tomarán los asistentes a las cumbres en Mendoza.

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