27 Junio 2012
Santos Fernández detiene unos instantes la moto gris en la zona conocida como El Mirador, frente a la tumba del escritor Pablo Rojas Paz. Junto con su esposa, Marcela Ruarte, acomodan algo dentro de un bolso. Inmediatamente vuelven a colocarse el casco y siguen viaje: salieron de El Valle de San Javier (Camino a La Sala) y deben llegar al hospital Carrillo, en Yerba Buena, a tiempo para no perder el turno con el ginecólogo. De tanto ir y venir, Santos -jornalero de 32 años- ya conoce el sabor del pavimento: por culpa de un bache perdió el control de la moto y se cayó. A él no le pasó nada, pero la moto se le rompió. "Está todo mal. Hay personas que bajan dos o tres veces por semana y que no se merecen un camino así. Muchos de mis vecinos son agricultores y salen bien temprano para llevar las verduras a la ciudad. Por culpa de los animales sueltos, algunos ya sufrieron accidentes", reniega Santos antes de volver a encarar el camino.
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