25 Junio 2012
"¿Cómo es? ¿Se escriben los deseos en el papel y se lo tira al fuego? A ver, prestemé la libreta", pidió doña Graciela Luber, y entró en confianza. En menos de dos minutos llenó hasta la mitad la hoja, la arrancó y le hizo lugar entre los trapos viejos, muñecos, ramas y más papelitos que estaban a punto de alimentar la fogata de San Juan en la esquina de Juan Posse y 1° de Mayo, en el corazón de Villa 9 de Julio. Por segundo año la casa de teatro La Sodería organizó a la barriada y la convocatoria se duplicó, principalmente con vecinos de la zona que se fueron sumando a la tradicional quema del muñeco.
"Se me hizo largo porque tengo tres nietitos a cargo y quería pedir por ellos, para que estudien. También por mi yerno, para que consiga trabajo y pueda hacer la casa", contó Graciela antes de depositar sus esperanzas en el fuego... que todavía no aparecía.
La libreta, los papeles y las lapiceras prestadas circulaban apresuradas en la ronda de vecinos que, a pesar de que se cruzan todos los días en las calles del barrio, admitían que casi no tienen oportunidad para reunirse a celebrar. Las charlas urgentes comenzaron a bajar el volumen cuando de la casa anfitriona comenzó a latir con fuerza la murga Pechando el Camión, y con ella el muñeco gigante que sería el centro del festejo. Los aplausos apuraron las lapiceras indecisas y el fuego encendió la alegría de los locales y de los visitantes.
A unas 20 cuadras de La Sodería, en Villa Urquiza, otra barriada con todas las letras encendía el fuego. Llamas que el sábado a la noche dejaron atrás todo lo negativo y se alimentaron de los compromisos de cambio que asumió cada uno de los que puso algo en la hoguera. Allí, en el pasaje Rosales al 1.100, por séptimo año se armó el encuentro. Esta vez reunió a unas 500 personas. La Municipalidad se encargó de cortar el tránsito y algunos vecinos, espontáneamente, colaboraron con el festejo.
Siga el baile
En las dos esquinas que más tucumanos convocaron la música comenzó una vez que los muñecos ardieron y quedaron las brasas para calentar la noche. En La Sodería, La Banda del Río Salí ofreció sus cumbias desde la terraza para que bailara todo el barrio. Fue la única banda invitada, por lo que bajarse del escenario fue una misión casi imposible. "Disculpen, pero ya hemos tocado todo lo que sabemos", se excusó uno de los cantantes y la respuesta del público fue, al unísono: "¡empiecen de nuevo entonces!"
Cuando terminó el baile en plena calle, los invitados entraron a la casa de teatro y siguió el festejo con música en vivo, tocada por quien quisiera agarrar los cencerros y tambores.
En Villa Urquiza también se extendió la celebración -mitad pagana, mitad religiosa- con los grupos folclóricos Chamizas, Duendes Copleros, Los Grillos y los solistas Franco Guevara y Christian Romano. Además, bailaron los grupos Strong Dance y Danza evolución. Cuando terminaron de tocar las bandas, el sonidista se olvidó del folclore y desató el baile tropical en la calle. "A las tres tuvimos que cortar, pero si hubiera sido por la gente no se hubieran ido hasta la madrugada", enfatizó uno de los organizadores.
"Se me hizo largo porque tengo tres nietitos a cargo y quería pedir por ellos, para que estudien. También por mi yerno, para que consiga trabajo y pueda hacer la casa", contó Graciela antes de depositar sus esperanzas en el fuego... que todavía no aparecía.
La libreta, los papeles y las lapiceras prestadas circulaban apresuradas en la ronda de vecinos que, a pesar de que se cruzan todos los días en las calles del barrio, admitían que casi no tienen oportunidad para reunirse a celebrar. Las charlas urgentes comenzaron a bajar el volumen cuando de la casa anfitriona comenzó a latir con fuerza la murga Pechando el Camión, y con ella el muñeco gigante que sería el centro del festejo. Los aplausos apuraron las lapiceras indecisas y el fuego encendió la alegría de los locales y de los visitantes.
A unas 20 cuadras de La Sodería, en Villa Urquiza, otra barriada con todas las letras encendía el fuego. Llamas que el sábado a la noche dejaron atrás todo lo negativo y se alimentaron de los compromisos de cambio que asumió cada uno de los que puso algo en la hoguera. Allí, en el pasaje Rosales al 1.100, por séptimo año se armó el encuentro. Esta vez reunió a unas 500 personas. La Municipalidad se encargó de cortar el tránsito y algunos vecinos, espontáneamente, colaboraron con el festejo.
Siga el baile
En las dos esquinas que más tucumanos convocaron la música comenzó una vez que los muñecos ardieron y quedaron las brasas para calentar la noche. En La Sodería, La Banda del Río Salí ofreció sus cumbias desde la terraza para que bailara todo el barrio. Fue la única banda invitada, por lo que bajarse del escenario fue una misión casi imposible. "Disculpen, pero ya hemos tocado todo lo que sabemos", se excusó uno de los cantantes y la respuesta del público fue, al unísono: "¡empiecen de nuevo entonces!"
Cuando terminó el baile en plena calle, los invitados entraron a la casa de teatro y siguió el festejo con música en vivo, tocada por quien quisiera agarrar los cencerros y tambores.
En Villa Urquiza también se extendió la celebración -mitad pagana, mitad religiosa- con los grupos folclóricos Chamizas, Duendes Copleros, Los Grillos y los solistas Franco Guevara y Christian Romano. Además, bailaron los grupos Strong Dance y Danza evolución. Cuando terminaron de tocar las bandas, el sonidista se olvidó del folclore y desató el baile tropical en la calle. "A las tres tuvimos que cortar, pero si hubiera sido por la gente no se hubieran ido hasta la madrugada", enfatizó uno de los organizadores.