17 Junio 2012
Nicolás Dibenedetti tenía cinco años. Iba a un jardín de infantes en
Villa Carmela, muy cerquita de su casa, en el barrio Triángulo II. En
noviembre de 2002, mientras dormía en su precaria casa, su corazón se
apagó para siempre. En ese momento, su hermanita Milagros, de seis
meses, también estaba en riesgo por un cuadro de desnutrición. La
pequeña estuvo internada varios meses. Aunque le dieron el alta, nunca
pudo crecer bien, recuerda Roxana, la mamá de los chicos. A esta mujer
la vida no le da respiro. Primero perdió a Nicolás por una parasitosis
intestinal y más tarde a Milagros, en un accidente doméstico. Sin
embargo, no baja los brazos. Ahora trabaja en un merendero barrial a
cambio de un plan de $ 180 mensuales para poder alimentar a sus cinco
hijos. Su esposo trabaja en la cosecha. Todos viven en una casa con dos
habitaciones. Van a la escuela de la zona, adonde les entregan una
vianda en un taper. "Nunca recibí ayuda, pero por suerte salimos
adelante y hoy estamos mejor", cuenta Roxana.
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