17 Junio 2012
Tenían los ojos grandes y hundidos, el abdomen hinchado y la piel que colgaba de sus huesos. Llegaban casos todos los días. En estado gravísimo. La situación era muy triste, recuerda el doctor Lorenzo Marcos, quien era director del hospital de Niños en 2002, cuando la provincia fue noticia mundial por los casos de desnutrición.
"Fue la mayor muestra de las miserias humanas que vi, donde las víctimas fueron los más indefensos, los niños pobres", expresó el médico, uno de los que más se animó a denunciar las consecuencias del hambre en Tucumán hace 10 años. "Que hay menos niños desnutridos es una verdad irrefutable, ahora cuánto menos no lo sé", destaca el profesional. "Esto se ve claramente porque los residentes de ahora en el hospital de Niños no están tan capacitados para el rescate de un caso grave de desnutrición. En esa época, nuestros referentes eran los médicos de Costa Rica. Por suerte, hemos superado esa etapa", precisa. Y añade que actualmente en la terapia intensiva la incidencia de casos de desnutrición es muy baja.
Respecto a lo que aún resta hacer para vencer la desnutrición estructural, el doctor señaló: "creo que todo lo que se invierta en educación y trabajo genuino, productivo resultará beneficioso para combatir la desnutrición". "Hoy, como contrapartida, la obesidad se ha vuelto una enfermedad que se incrementa entre los niños. A sus dietas les faltan proteínas y hay exceso de harinas; por ello debemos tener presente que detrás de un niño obeso puede haber un desnutrido. En estos niños los procesos infecciosos se diseminan fácilmente. Son gigantes con pies de barro", señala.
Coincidió con Marcos el jefe del servicio de Nutrición del Hospital de Niños, Víctor Gallo. "Hay una clara disminución de niños desnutridos graves. Hoy por hoy la mayoría de los casos que se internan es por desnutrición secundaria; es decir, que este cuadro es la consecuencia de otra enfermedad, como sida, cáncer o algún trastorno neurológico", detalla. "A diferencia de 2001 y 2002, hoy ya no se nos mueren chicos por esta causa como principal", dice.
Lo que sí resalta Gallo es que se están viendo hoy en los adolescentes las secuelas de la grave crisis de hambre que padecieron los niños tucumanos entre hace 10 y 15 años. Según explica, la desnutrición detiene el crecimiento cerebral, especialmente en los primeros años de vida. "Son chicos que se han recuperado pero han quedado petisos y con trastornos en su desarrollo intelectual. Estaría bueno hacer una evaluación para ver cómo enfrentamos esta realidad", opina.
"Fue la mayor muestra de las miserias humanas que vi, donde las víctimas fueron los más indefensos, los niños pobres", expresó el médico, uno de los que más se animó a denunciar las consecuencias del hambre en Tucumán hace 10 años. "Que hay menos niños desnutridos es una verdad irrefutable, ahora cuánto menos no lo sé", destaca el profesional. "Esto se ve claramente porque los residentes de ahora en el hospital de Niños no están tan capacitados para el rescate de un caso grave de desnutrición. En esa época, nuestros referentes eran los médicos de Costa Rica. Por suerte, hemos superado esa etapa", precisa. Y añade que actualmente en la terapia intensiva la incidencia de casos de desnutrición es muy baja.
Respecto a lo que aún resta hacer para vencer la desnutrición estructural, el doctor señaló: "creo que todo lo que se invierta en educación y trabajo genuino, productivo resultará beneficioso para combatir la desnutrición". "Hoy, como contrapartida, la obesidad se ha vuelto una enfermedad que se incrementa entre los niños. A sus dietas les faltan proteínas y hay exceso de harinas; por ello debemos tener presente que detrás de un niño obeso puede haber un desnutrido. En estos niños los procesos infecciosos se diseminan fácilmente. Son gigantes con pies de barro", señala.
Coincidió con Marcos el jefe del servicio de Nutrición del Hospital de Niños, Víctor Gallo. "Hay una clara disminución de niños desnutridos graves. Hoy por hoy la mayoría de los casos que se internan es por desnutrición secundaria; es decir, que este cuadro es la consecuencia de otra enfermedad, como sida, cáncer o algún trastorno neurológico", detalla. "A diferencia de 2001 y 2002, hoy ya no se nos mueren chicos por esta causa como principal", dice.
Lo que sí resalta Gallo es que se están viendo hoy en los adolescentes las secuelas de la grave crisis de hambre que padecieron los niños tucumanos entre hace 10 y 15 años. Según explica, la desnutrición detiene el crecimiento cerebral, especialmente en los primeros años de vida. "Son chicos que se han recuperado pero han quedado petisos y con trastornos en su desarrollo intelectual. Estaría bueno hacer una evaluación para ver cómo enfrentamos esta realidad", opina.
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