28 Mayo 2012
VIVE SOLO. Barrado no jugó bien, pero tampoco consiguió un compañero que le devuelva un balón como la gente. LA GACETA / FOTO DE JORGE OLMOS SGROSSO
Si en alguna mesa de café se escucha el tan temido "te dije", habrá que agachar la cabeza y ponderar el "tenés razón". La estación esperanza está a años luz de casa y ninguna persiana americana se abrirá y hará magia para ponerla nuevamente en las narices de un equipo convertido en alma en pena. Atlético, este Atlético no tiene cura, lamentablemente. Es un paciente en coma que respira porque Dios es grande y porque faltan tres fechas en el calendario. Tres capítulos más de esta historia que se prolonga demasiado. Todos quieren escuchar pronto la sirena que marque el final de la pesadilla.
La culpa no es de uno puntualmente; es de todos. De los dirigentes, de los que juegan, de los que jugaban, de los que viajaron en diciembre porque no aportaron lo suyo en la levantada; de los que llegaron como salvadores y ya se fueron pidiendo permiso por la puerta de atrás. La culpa de este presente es de Jorge Solari, responsable de haber formado un grupo que no lo entendió y de una seguidilla de errores que comenzaron desde el momento que se decidió su contratación. La culpa de es Juan Manuel Llop, que inventó la fórmula del salvataje a fines de 2011, pero en el verano 2012, aparentemente, la perdió en Salta y todo se vino abajo. Villanos y malos en esta película hay por docenas. La suerte no lo es; el destino tampoco, pues uno es dueño de escribirlo como le plazca.
Patronato se aprovechó de un Atlético atado de pies y manos. Es que si uno se atrevía a darlo vuelta, no le encontraba ni media idea. Y fue el oportuno de Matías Quiroga quien lo comprobó antes del minuto 2. Cabeceó tan solo que su estampa se cuadruplicó. El gigante metió el parietal izquierdo y le clavó la aguja a Dei Rossi en palo zurdo. Gol. Ahí se terminó la discusión sobre quién iba a ganar.
Pero el tozudo de Quiroga no se planchó y volvió a maltratar a la defensa local a los 17' con un misil nuclear. Antes de eso, se tomó tiempo de bajar un pase largo con el pecho y encarar a Dei Rossi. Y como la desgracia siempre viene con sorpresa, Mosset padeció el 0-3. Palacios descontó a los 90' desde los 12 pasos. Esa conquista fue parte de la escenografía de la pesadilla. Al ganador del encuentro ya se lo conocía a los 2'.
La culpa no es de uno puntualmente; es de todos. De los dirigentes, de los que juegan, de los que jugaban, de los que viajaron en diciembre porque no aportaron lo suyo en la levantada; de los que llegaron como salvadores y ya se fueron pidiendo permiso por la puerta de atrás. La culpa de este presente es de Jorge Solari, responsable de haber formado un grupo que no lo entendió y de una seguidilla de errores que comenzaron desde el momento que se decidió su contratación. La culpa de es Juan Manuel Llop, que inventó la fórmula del salvataje a fines de 2011, pero en el verano 2012, aparentemente, la perdió en Salta y todo se vino abajo. Villanos y malos en esta película hay por docenas. La suerte no lo es; el destino tampoco, pues uno es dueño de escribirlo como le plazca.
Patronato se aprovechó de un Atlético atado de pies y manos. Es que si uno se atrevía a darlo vuelta, no le encontraba ni media idea. Y fue el oportuno de Matías Quiroga quien lo comprobó antes del minuto 2. Cabeceó tan solo que su estampa se cuadruplicó. El gigante metió el parietal izquierdo y le clavó la aguja a Dei Rossi en palo zurdo. Gol. Ahí se terminó la discusión sobre quién iba a ganar.
Pero el tozudo de Quiroga no se planchó y volvió a maltratar a la defensa local a los 17' con un misil nuclear. Antes de eso, se tomó tiempo de bajar un pase largo con el pecho y encarar a Dei Rossi. Y como la desgracia siempre viene con sorpresa, Mosset padeció el 0-3. Palacios descontó a los 90' desde los 12 pasos. Esa conquista fue parte de la escenografía de la pesadilla. Al ganador del encuentro ya se lo conocía a los 2'.
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