Dos testigos dijeron que escucharon a Rivero confesar el secuestro de "Marita" Verón
"No pensaba escuchar esa versión tan desalmada, no se le puede hacer eso a una mujer", dijo Adelina Nieva, vecina del imputado. El juicio seguirá mañana a las 9, con la declaración del ex comisario Miguel Chuchuy Linares.
Dos de los hijos de Simón Nieva, el testigo que ayer acusó a Víctor Rivero de haber secuestrado a María de los Angeles "Marita" Verón en un Fiat Duna blanco, confirmaron lo que dijo su padre y aseguraron haber escuchado la confesión, a través de una pared.
Adelina Nieva Willics aseguró que Rivero, imputado junto con su hermana María Jesús Rivero y otras 11 personas por el secuestro y promoción de la prostitución de "Marita", fue a la verdulería de su padre y "le hizo la confesión", en referencia a lo que declaró su padre ayer. Luego, su hermano David Nieva hizo similares declaraciones.
"En diciembre de 2003, fecha exacta no se, pero fue antes de las fiestas. Habrá sido a la hora de la merienda, estábamos en la mesa con mis hermanos y de repente escucho una voz fuerte. Deducía que era el señor Rivero, el vecino. Lo corroboré cuando mi papá le dice buenas tardes señor Rivero. Estaba como enojado, al principio no escuché bien porque pasaban muchos autos, pero después le hizo la confesión"; dijo Adelina.
"Quedé pasmada, petrificada, fría. Con mis hermanos nos levantamos y nos fuimos al patio. No pensaba escuchar esa versión tan desalmada, no se le puede hacer eso a un a mujer. Quedé muy mal", dijo entre lágrimas la mujer.
"Después a la noche mi papá nos reunió y nos contó lo que le había dicho Rivero", añadió.
Al tiempo, empezó un hostigamiento contra su familia, dijo Nieva, del que hizo responsable a Rivero. "Recibíamos amenazas telefónicas, nos vendían por internet a mi hermana y a mí como prostitutas", aseguró.
David Nieva repitió la misma versión, y agregó: "Mi pade me comentó q él lo había llevado a Rivero, a Yerba Buena, con una carga de droga".
El juicio seguirá a las 9 de mañana, con la declaración del ex comisario Miguel Chuchuy Linares. LA GACETA©