¿Cómo hablamos cuando salimos del pago?

¿Cómo hablamos cuando salimos del pago?

¿Te animás a ser tucumano en otra provincia o fuera del país? Quienes mantienen su estilo y quienes lo cambiaron nos cuentan sus experiencias.

RODRIGO NUNO. Desde Europa.
20 Abril 2012

A menudo los tucumanos nos burlamos de nuestra tonada. Entre comprovincianos nos entendemos y hasta exageramos algunos modismos para divertir a los demás. ¿Pero qué pasa cuando vamos afuera de la provincia? Los que viven o vivieron un tiempo en otros lugares aceptan que no les fue sencillo mantener el tucumano e incluso decidieron cambiar la tonada por cuestiones laborales. O por vergüenza. Otros afirman que "hablamos mal", que no se nos entiende cuando visitamos países de habla hispana o simplemente cuando nos instalamos en otras provincias argentinas. 

Pero todos coinciden en que cuando vuelven al pago la tonada autóctona emerge desde adentro y vuelve a nacer. 

Un "manyín" Miguel Martín, el tucumano que nos hace reír sin parar en "Manyines", cuenta su experiencia luego de vivir un año en Buenos Aires. Dice que es necesario hacer algunos retoques a nuestra pronunciación para mejorar la comunicación con los porteños, pero que tampoco hace falta cambiar la tonada. "Descubrí que reemplazando nuestras erres (arrastradas) por sus erres (gorgoteadas) la interacción porteño-tucumana fluye. No es necesario cambiar la elle o la ye por la 'sh', igual nos entienden. Ejemplo: silla por sisha o playa por plasha". 

Agrega que en la Capital encontró a los tuceños: "son una mezcla de tucumanos pero con tonada porteña, que hacen de mediadores entre los que recién llegamos y los locales". 

Tips del experto 
"Para algunos porteños era divertido escucharnos hablar, les resultaba simpático. Eras una especie de mascota. El provinciano siempre es un misterio oculto para el porteño. Algunas veces te preguntaban: ¿sos cordobés? Pero en realidad allá todo era bueno. El problemas fue cuando volví a la provincia. Mis amigos me decían: "¡Ay, ahora te hací el porteño, muerto! Te has cansao de chupá caña al costao del cañaveral y ahora no se te cae el cashe Corrientes de la boca…¡Andá!". bromeó Martín durante la entrevista con LA GACETA.

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Eugenia Feijóo, desde Córdoba
Las tortillas ahora son los criollos

"Trato de mantener mi tonada. Estando acá me gusta más ser tucumana. Pero tengo una compañera de la 'facu' que es jujeña y se le pegó muy rápido la tonada de acá. Ahora ella me carga a mí. Los cordobeses se dan cuenta de que soy del norte porque no puedo -ni quiero- dejar de arrastrar las erres. Pero también porque utilizo palabras que ellos no usan y eso les causa gracia. Acá no saben lo que quiere decir machado, ellos dicen ebrio o borracho. Cuando vas a la panadería a comprar tortillas tenés que pedir criollos. Y en un bar, en lugar de un tostado, tenés que pedir un carlitos. Esas cosas sí tuve que cambiarlas, pero sólo con el fin de hacerme entender. Sí; tenés que pensar las cosas antes de decirlas, más que nada para que no se te rían o no pasés vergüenza con algunos términos. De todas formas, los cordobeses no hablan muy diferente de nosotros. Yo mantengo lo mío, pero me adapto".

Guillermo Agustín Marcoux
Dios los cría y el viento los amontona

Agustín tiene 26 años, es licenciado en Comunicación y trabaja en Capital Federal desde hace 10 meses. "Por lo general los tucumanos nos juntamos cuando estamos fuera de la provincia y esa costumbre te hace mantener la tonada -comentó-. Pero hay ámbitos, como el laburo, en el que terminás cambiando algunas palabras porque te atosigan con tantas cargadas. Por ejemplo no puedo decir 'perro' porque se me ríen por la pronunciación de la erre. Los porteños suelen ser muy cargosos y en ocasiones tengo que omitir modismos porque acá no se dicen. Cuando voy a Tucumán de visita me encanta volver a escuchar cómo hablan. Yo sé que siempre voy a mantener mi tonada, no me gustaría volver un día y que me digan que estoy hecho un porteño total, sería perder lo que uno es. Además, no me gusta para nada cómo hablan ellos".

Gabriela Duguech
Tucumano, pero neutro

"Viví nueve años en Barcelona y me di cuenta de que los argentinos no hablamos la misma lengua que los españoles. Tenemos un uso del lenguaje muy diferente, y los tucumanos, más todavía. Al llegar allá entendí que tenía que cambiar muchas palabras para hacerme entender. Ir al mercado a hacer las compras, explicarle al médico qué dolor tenés... Todo es diferente, a pesar de que sea un país de habla hispana. Por ejemplo, los españoles dicen 'me duele la tripa'. Eso quiere decir que les duele la panza. En España atendía pacientes y enseñaba (es psicóloga), y tuve que adaptarme para hacerme entender, porque si no es muy complicado. Para poder comunicarte tenés que saber hablar y comprender la lengua del otro. Pero para mí no es sólo una cuestión de vocabulario, sino de códigos. Si bien yo nunca hablé el español de allá, sí tuve que neutralizar el tucumano para poder comunicarme y también pertenecer".

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Rodrigo Nuño, desde Europa 
Cocinando por el mundo: de Bariloche a Andorra
"Cuando viajé la primera vez a Bariloche, en 2010, al tratar de comunicarme con mi entorno laboral me costaba mucho. Principalmente por las palabras que usamos. Yo noto que el 'tucumano' no es un español universal, común y corriente. Siento que nos enredamos para hablar. A mí en un momento se me pegó el porteño, por que convivía con gente que tenía esa tonada. Para hacerme entender no me quedó otra que adaptarme a ellos. Además, es muy incómodo cuando estás en otro lado y te preguntan '¿qué dijiste? no te entiendo, ¿cómo?' Eso te termina obligando a cambiar los términos que usás. Pero cada vez que vuelvo a Tucumán soy el mismo gaucho de siempre. Desde que estoy en Europa encontré pocos tucumanos pero sí muchos cordobeses, mendocinos y porteños, y la mayoría mantiene su tonada, aunque siempre modificando algo. Hay que adaptarse al medio en el que uno vive".

Ana Carolina Núñez
mezcla de tucumano, porteño y canario

"Pienso que sigo hablando tucumano, ya que hay cosas que no se te van nunca en la vida. Pero después de vivir 12 años en Gran Canaria tengo una mezcla entre canario, porteño -por mi pareja- y tucumano. No quiero perder mi tonada. Tengo una amiga tucumana que vive en Madrid. Ella lleva menos tiempo que yo en España y la conserva mejor, hasta mantiene algunos modismos. ¡Me encanta escucharla! El mes pasado vino mi sobrina a visitarme y mis amigos coincidían en que yo no hablo igual que ella. Eso no me gusta, porque me doy cuenta de que perdí un poco de lo mío. De todos modos, vuelvo unos días a mi provincia y se me pega nuevamente. Para trabajar hay que cambiar algunas palabras. Los españoles son mucho de decirte 'así no se dice', y te llevan a utilizar su jerga. Palabras como joder, vale, coger, se me pegaron muchísimo. ¡En Tucumán sería imposible usarlas!"

Fabián Rodríguez
Un inglés con sello propio

Fabián es magister en lingüística, vivió cuatro años en Estados Unidos y afirma que implementando el "inglés tucumanizado" todos lo entendieron a la perfección. "La lengua y la identidad van muy de la mano, yo me identifico como tucumano, es por eso que nunca me plantée conscientemente cambiar mi forma de hablar o de entonar las palabras -destacó-. Allá conocí muchos argentinos que hablaban como porteños, eso es algo que nunca entendí. Me pasó algo gracioso cuando volví, porque había palabras que me las acordaba en inglés antes que en castellano. Entonces quería decir algo, y como no me salía, les preguntaba a mis amigos cómo se dice tal cosa en español y obvio que ellos se reían y me decían '¡qué te hacés!'. Pero de verdad no me salían. Antes de viajar, una profesora de Inglés me dijo que tenía que sacarme la tonada al hablar en otro idioma. Pero yo nunca lo implementé y mal no me fue. Considero que el tucumano es un sello propio".

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