Por David Correa
15 Abril 2012
OFERTORIO. El músico tilcareño revivió los textos de "Churqui" Choquevilca. LA GACETA / FOTO DE INéS QUINTEROS ORIO
Gustavo Patiño es Tilcara. Nació en la pampa bonaerense pero a los 17 años eligió la Quebrada como su lugar en el mundo. Allí, un maestro de escuela y labriego abrió un surco en su vida. Germán "Churqui" Choquevilca cultivaba, además, la pasión por la poesía, mientras Patiño emprendía el camino de la música. Sus vidas se cruzaron a fines de los 70 y en 1984, el músico y también poeta José María "Coya" Mercado los llevó a Buenos Aires para que Choquevilca grabara sus poesías acompañado por las melodías de Gustavo.
Ese trabajo cristalizó el fruto de numerosas presentaciones de "Churqui" y Gustavo, que recorrieron Salta y Jujuy, desde la frondosa yunga hasta las blancas salinas. Choquevilca murió a los 48 años, en 1987, y su obra se llamó a silencio. El viernes, en Casa Managua, Patiño presentó su "Ofertorio" y sacó del letargo la poesía de Choquevilca, esa entrega detallada y a corazón abierto de los paisajes de la Quebrada. Mientras se oye la voz del maestro, en una pantalla se reproducen imágenes del propio poeta, del músico y de los paisajes de la quebrada y de la puna. Huaynos, bailecitos y canciones, interpretados con charangos, erkes, anatas, quenas, moxeños y ocarinas abren una puerta para recorrer la siempre inasible Tilcara.
"Dame tu nombre para hacer un templo/en la cúspide gris de mis colinas/quiero tu voz de río y de salitre/para el retumbo musical del clima...", dice la profunda voz de Choquevilca, sobre el fondo musical de huayno. Otra letra muestra a un poeta que evoca el grito libertario de los pueblos originarios:
"Patria, dime si quieres que convoque /a las tribus que duermen en las tumbas/traeremos el sol de Purmamarca/en las puntas emplumadas de las chuzas..."
Una vez más, Patiño se muestra tal cual es: un comprometido artesano de la música. Esta vez en Ofertorio recorrió, entre las pircas, la profunda poesía de un artista necesario.
Ese trabajo cristalizó el fruto de numerosas presentaciones de "Churqui" y Gustavo, que recorrieron Salta y Jujuy, desde la frondosa yunga hasta las blancas salinas. Choquevilca murió a los 48 años, en 1987, y su obra se llamó a silencio. El viernes, en Casa Managua, Patiño presentó su "Ofertorio" y sacó del letargo la poesía de Choquevilca, esa entrega detallada y a corazón abierto de los paisajes de la Quebrada. Mientras se oye la voz del maestro, en una pantalla se reproducen imágenes del propio poeta, del músico y de los paisajes de la quebrada y de la puna. Huaynos, bailecitos y canciones, interpretados con charangos, erkes, anatas, quenas, moxeños y ocarinas abren una puerta para recorrer la siempre inasible Tilcara.
"Dame tu nombre para hacer un templo/en la cúspide gris de mis colinas/quiero tu voz de río y de salitre/para el retumbo musical del clima...", dice la profunda voz de Choquevilca, sobre el fondo musical de huayno. Otra letra muestra a un poeta que evoca el grito libertario de los pueblos originarios:
"Patria, dime si quieres que convoque /a las tribus que duermen en las tumbas/traeremos el sol de Purmamarca/en las puntas emplumadas de las chuzas..."
Una vez más, Patiño se muestra tal cual es: un comprometido artesano de la música. Esta vez en Ofertorio recorrió, entre las pircas, la profunda poesía de un artista necesario.