13 Abril 2012
HISTORIA FECUNDA. El colegio San Javier desarrolla sus actividades en Yerba Buena desde abril de 1962. LA GACETA / FOTO DE ANALIA JARAMILLO
La comunidad educativa del colegio San Javier está de fiesta: el domingo se cumplen 50 años de su fundación, de modo que hoy lo celebrará con una misa, a las 19.30 en la parroquia de nuestra Señora del Valle (Yerba Buena). El lunes se realizará un acto académico, que tendrá lugar en Casablanca, a las 20. Y como quieren que el festejo sea con todo, se invitó no sólo a quienes hoy están relacionados con la institución, sino a también -y muy especialmente- a ex docentes y ex alumnos.
Recuerdos de la historia
Cuando nació el colegio San Javier, Yerba Buena era poco más que un gran jardín. Escaso tránsito circulaba por la avenida Aconquija, y a sus orillas se levantaban algunas casas.
El 15 de abril de 1962 abrieron sus puertas un jardín de infantes y un primer grado, en la misma esquina que ocupa hoy, Aconquija e Hipólito Yrigoyen. En ese entonces se llamaba Peter Pan; era una filial del instituto del centro. Lo albergaba un edificio cuadrado, en el que las aulas y la dirección definían el patio cubierto, y quedaban rodeadas por una galería sostenida por columnas. También había un pequeño departamento: es que sus responsables las hermanas Lucy y Silvia (a quien todos conocían como señorita Gringa) Encina, llegaron a vivir -literalmente- allí.
El colegio creció gracias a al empuje de ambas, apoyadas por la imaginación creadora de un grupo de docentes, y el respaldo económico de parientes y amigos. Un tiempo después adquirieron el 100% de las acciones del "Peter de Yerba Buena" y lo transformaron en el San Javier: La "señorita Lucy" fue la primera directora y bajo su conducción se consolidaron un perfil institucional progresista y experiencias pedagógicas de avanzada para la época, como educar en la diversidad y priorizar la formación del pensamiento crítico y reflexivo.
Así creció, grado a grado, aula a aula, hasta que en la década del 80 fue transferido a sus actuales dueños: la profesora Magdalena Gaido y el empresario Luis Antonio González. Hasta su muerte, colaboró de cerca con ellos el padre Amado Dip.
Hoy el colegio es habitado por chicos de todas las edades (desde jardín hasta finalizar la secundaria) y ha crecido mucho ediliciamente. Sin embargo, como símbolo de estos 50 años de historia, el viejo edificio cuadrado, su patio y sus galerías siguen escuchando risas, lecciones y cantos.
Recuerdos de la historia
Cuando nació el colegio San Javier, Yerba Buena era poco más que un gran jardín. Escaso tránsito circulaba por la avenida Aconquija, y a sus orillas se levantaban algunas casas.
El 15 de abril de 1962 abrieron sus puertas un jardín de infantes y un primer grado, en la misma esquina que ocupa hoy, Aconquija e Hipólito Yrigoyen. En ese entonces se llamaba Peter Pan; era una filial del instituto del centro. Lo albergaba un edificio cuadrado, en el que las aulas y la dirección definían el patio cubierto, y quedaban rodeadas por una galería sostenida por columnas. También había un pequeño departamento: es que sus responsables las hermanas Lucy y Silvia (a quien todos conocían como señorita Gringa) Encina, llegaron a vivir -literalmente- allí.
El colegio creció gracias a al empuje de ambas, apoyadas por la imaginación creadora de un grupo de docentes, y el respaldo económico de parientes y amigos. Un tiempo después adquirieron el 100% de las acciones del "Peter de Yerba Buena" y lo transformaron en el San Javier: La "señorita Lucy" fue la primera directora y bajo su conducción se consolidaron un perfil institucional progresista y experiencias pedagógicas de avanzada para la época, como educar en la diversidad y priorizar la formación del pensamiento crítico y reflexivo.
Así creció, grado a grado, aula a aula, hasta que en la década del 80 fue transferido a sus actuales dueños: la profesora Magdalena Gaido y el empresario Luis Antonio González. Hasta su muerte, colaboró de cerca con ellos el padre Amado Dip.
Hoy el colegio es habitado por chicos de todas las edades (desde jardín hasta finalizar la secundaria) y ha crecido mucho ediliciamente. Sin embargo, como símbolo de estos 50 años de historia, el viejo edificio cuadrado, su patio y sus galerías siguen escuchando risas, lecciones y cantos.
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