La universalidad de Víctor García se pone en escena

La universalidad de Víctor García se pone en escena

Juan Carlos Malcún presenta una obra-homenaje sobre el creador tucumano que revolucionó el teatro contemporáneo.

 LA GACETA / FOTOS DE FRANCO VERA LA GACETA / FOTOS DE FRANCO VERA
"Mi trabajo es interpretar, decir lo que no ha dicho el autor." Víctor García

"Nunca lo vi, a pesar de que fui a buscarlo en Madrid, en Marruecos, en Londres, en Portugal... Nunca lo pude encontrar; no lo encontraba ni su familia", rememora Juan Carlos Malcún en LA GACETA. Sin embargo, él conoce a Víctor García como pocos, y da cuenta de ello en su libro "Los muros y las puertas en el teatro de Víctor García", editado por el Instituto Nacional del Teatro.

"En un momento había como siete puestas de él en simultáneo en el mundo, y nadie sabía dónde estaba -insiste-. Era inasible y toda su obra lo es en algún sentido, porque en ninguna se pisa el piso; todo está suspendido, colgado; usa planos inclinados, lonas elásticas, cilindros que suben y bajan".

"Arquitectónicamente desarma el teatro clásico y trabaja con autores muy controvertidos (Lorca, Valle Inclán, Fernando Arrabal, Jean Genet) -explica-. Yo analizo que tanto él como los autores y los personajes eran el mismo García. Pero no toca la letra, sino que cambia la propuesta y la hace universal; esa es la clave de su obra".

Malcún -el arquitecto- ejemplifica con Lorca: "saca el arco de medio punto y el patio, prescinde del balcón y de los geranios y usa una lona (Yerma) o un disco gigante (Bodas de sangre)".

Cita de cita "Todo muro es una puerta": García cita a Albert Camus en un libro que le regala a su hermana. A su vez el Nobel toma la idea de Emerson, en relación con el compromiso de los intelectuales. Camus decía que para un intelectual todo muro es una puerta; y que él no trabaja en la puerta abierta sino en el centro mismo del conflicto, es decir en el muro. Como García, Malcún también hace suya esa metáfora ("a mí siempre los obstáculos me han hecho crecer" -señala-), y toma partida en varios aspectos, empezando por el léxico propio del arquitecto.

"Además están sus muros personales, sus adicciones, sus prohibiciones, su sexualidad -amplía-. Y él, que lucha contra un teatro de telón y de imitación, que no tiene referencias territoriales ni de lugares históricos. En García el espacio y el tiempo de la teatralidad son universales", remarca.

La deshumanización y lo esencial son los pilares de la estética del director, que concebía sus puestas con el único componente del módulo esencial. Revulsivo, carismático, excéntrico y brillante, Víctor García revolucionó el teatro contemporáneo y el reconocimiento que merecía se hizo esperar hasta bastante después de su muerte. Malcún lleva 20 años investigando su obra: escribió artículos, ponencias y dio más de 70 conferencias. "Pero este es el primer libro que escribo, y me costó. Se fue estructurando tal como yo lo conocí. Es una historia que empieza y parece que no termina, un poco como fue él", explica, y aclara: "no es un libro para especialistas; es para los teatreros, los estudiantes y el público".

El arte, las ideas, la trayectoria, los planos, fotos de las puestas, cartas, documentos y entrevistas, a través de 200 páginas, revelan dos pasiones: la del revolucionario Víctor García y la de Malcún por valorizar su obra.

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