03 Abril 2012
LAS TRES JUNTAS. Abuela, madre e hija comparten un instante que queda congelado en una foto tomada en 2000. GENTILEZA FUNDACIóN MARíA DE LOS ANGELES
María de los Ángeles Verón tenía una risa especial, como de niña. La había heredado de su padre, Daniel Verón, que también se la transmitió a su otro hijo. Así la recuerda María Rosa Ponce, amiga de Marita desde los 13 años, cuando empezaron a cursar el primer año del secundario en el colegio Guillermina.
"Cuando lo escucho reír a Horacio, el hermano de Marita, la escucho a ella. Resaltaba mucho, porque no combinaba con su forma de ser. De eso no me olvido", dice Ponce, que una vez que terminó su carrera de abogada se incorporó a la fundación María de los Ángeles.
Hoy se cumplen 10 años de la desaparición de la joven. Desde aquel 3 de abril de 2002 en el que Marita salió de la casa de sus padres, en Thames al 500, rumbo a la maternidad, hubo muchas hipótesis, en las que se cuestionó a Marita y a su entorno, pero las pistas más firmes afianzaron la del secuestro con fines de explotación sexual.
Los primeros días
"A la noche llegaron el padre de Marita, David (Catalán, pareja de la joven) y la Policía a mi casa, para preguntarme si sabía algo, porque ella había desaparecido", recuerda Ponce. La joven cuenta que inmediatamente pensó que le había pasado algo malo. "Que haya desaparecido sin decir nada, y menos que haya dejado a Micaela (su hija), era algo malo, seguro", dice.
Ponce y otras amigas fueron a la casa de Susana Trimarco, para ayudar con la búsqueda. "Nos quedábamos a dormir. En la facultad de Derecho me ayudaron con los afiches con la foto de ella y el teléfono de las amigas, y los pegamos en todos lados. Cuando Susana y David salían a buscarla, cuidábamos a Micaela", relata.
Con el tiempo, se fue reduciendo la cantidad de personas que colaboraban en la búsqueda. "Había que seguir con nuestras vidas. Además, la información ya decía que buscarla en Tucumán no era lo apropiado", explica la amiga de Marita.
"Cuando me enteré de la hipótesis de la trata de personas, casi me muero, porque jamás pensé que pasara aquí. En la facultad estudié la 'trata de blancas', pero era algo que pasaba en otro planeta", dice Ponce. También le tocó escuchar que algunas personas decían que Marita se prostituía. "Yo era de su círculo íntimo. Nosotras no éramos prostitutas, ni nos juntábamos con prostitutas. No lo digo por una cuestión despectiva, tampoco nos juntábamos con físicos cuánticos", responde, con ironía, a esas versiones.
El recuerdo
Además de su risa, Ponce recuerda a Marita como una joven alegre, de buen humor. "Tuvimos una adolescencia como la de cualquier grupo de chicas. A la mañana íbamos al colegio, a la tarde nos juntábamos a hacer las tareas en grupos, como era la dinámica del colegio. Y cuando éramos más grandes íbamos a las semanas de los colegios, los domingos a la noche íbamos al centro. Hacíamos las pavadas que hacían los adolescentes de esa época", explica.
Marita era una chica que no tenía secretos con sus amigas. Cuando terminaron el colegio el grupo siguió encontrándose. "Éramos la hermana que ella no tuvo. Conocíamos a nuestras familias, donde nos juntábamos a tomar mate. Lo seguimos haciendo, sólo nos falta ella", comenta Ponce.
Hoy, al llegar a esta fecha especial, la amiga de Marita afirma que la trata de personas le produce sensaciones diversas. "Me sensibiliza mucho y lo tomo muy personal. Me he peleado con amigos que me dijeron que Marita estaba muerta. Me decepciona que todo este proceso sea tan lento, pero me ilusiona saber que si la encontramos, puedo ayudarla", afirma.
"Cuando lo escucho reír a Horacio, el hermano de Marita, la escucho a ella. Resaltaba mucho, porque no combinaba con su forma de ser. De eso no me olvido", dice Ponce, que una vez que terminó su carrera de abogada se incorporó a la fundación María de los Ángeles.
Hoy se cumplen 10 años de la desaparición de la joven. Desde aquel 3 de abril de 2002 en el que Marita salió de la casa de sus padres, en Thames al 500, rumbo a la maternidad, hubo muchas hipótesis, en las que se cuestionó a Marita y a su entorno, pero las pistas más firmes afianzaron la del secuestro con fines de explotación sexual.
Los primeros días
"A la noche llegaron el padre de Marita, David (Catalán, pareja de la joven) y la Policía a mi casa, para preguntarme si sabía algo, porque ella había desaparecido", recuerda Ponce. La joven cuenta que inmediatamente pensó que le había pasado algo malo. "Que haya desaparecido sin decir nada, y menos que haya dejado a Micaela (su hija), era algo malo, seguro", dice.
Ponce y otras amigas fueron a la casa de Susana Trimarco, para ayudar con la búsqueda. "Nos quedábamos a dormir. En la facultad de Derecho me ayudaron con los afiches con la foto de ella y el teléfono de las amigas, y los pegamos en todos lados. Cuando Susana y David salían a buscarla, cuidábamos a Micaela", relata.
Con el tiempo, se fue reduciendo la cantidad de personas que colaboraban en la búsqueda. "Había que seguir con nuestras vidas. Además, la información ya decía que buscarla en Tucumán no era lo apropiado", explica la amiga de Marita.
"Cuando me enteré de la hipótesis de la trata de personas, casi me muero, porque jamás pensé que pasara aquí. En la facultad estudié la 'trata de blancas', pero era algo que pasaba en otro planeta", dice Ponce. También le tocó escuchar que algunas personas decían que Marita se prostituía. "Yo era de su círculo íntimo. Nosotras no éramos prostitutas, ni nos juntábamos con prostitutas. No lo digo por una cuestión despectiva, tampoco nos juntábamos con físicos cuánticos", responde, con ironía, a esas versiones.
El recuerdo
Además de su risa, Ponce recuerda a Marita como una joven alegre, de buen humor. "Tuvimos una adolescencia como la de cualquier grupo de chicas. A la mañana íbamos al colegio, a la tarde nos juntábamos a hacer las tareas en grupos, como era la dinámica del colegio. Y cuando éramos más grandes íbamos a las semanas de los colegios, los domingos a la noche íbamos al centro. Hacíamos las pavadas que hacían los adolescentes de esa época", explica.
Marita era una chica que no tenía secretos con sus amigas. Cuando terminaron el colegio el grupo siguió encontrándose. "Éramos la hermana que ella no tuvo. Conocíamos a nuestras familias, donde nos juntábamos a tomar mate. Lo seguimos haciendo, sólo nos falta ella", comenta Ponce.
Hoy, al llegar a esta fecha especial, la amiga de Marita afirma que la trata de personas le produce sensaciones diversas. "Me sensibiliza mucho y lo tomo muy personal. Me he peleado con amigos que me dijeron que Marita estaba muerta. Me decepciona que todo este proceso sea tan lento, pero me ilusiona saber que si la encontramos, puedo ayudarla", afirma.
Temas
Marita Verón
Lo más popular