28 Marzo 2012
DE PASEO. Borges junto a la profesora Nilda Flawiá y el escritor Ezequiel de Olaso en San Javier. Su última visita a la provincia fue en 1978, invitado por la UNT, que lo distinguió con el Doctorado Honoris Causa.
"Tucumán me ha asombrado y me llenó de honores. Me voy el miércoles, pero quizá todo tenga el sabor de una despedida, porque ¿quien podría asegurar que volveré?". De esta manera Jorge Luis Borges se despidió de Tucumán el 9 de mayo de 1978. Y, tal como lo había intuido en aquella oportunidad, nunca más volvió. Había sido invitado por la Universidad Nacional de Tucumán para un homenaje en el que se lo nombró doctor honoris causa.
Durante tres días Borges paseó por el centro, tomó una gaseosa en San Javier y disertó sobre su obra. "Ustedes háganme decir lo que quieran. Puedo decir hasta que me gusta el fútbol si quieren", le dijo socarronamente al periodista de LA GACETA que lo entrevistó.
Durante la charla, el autor de "Ficciones" comentó que visitó en otras dos oportunidades la provincia (una vez lo hizo junto a su madre) y recordó una anécdota insólita. Dijo que de Tucumán recordaba cierto reloj que tenía un gallo en su parte superior y servía de promoción para una vieja relojería de la calle Maipú al 400. "Era monstruoso. Tanto, que esa noche tuve sueños y alucinaciones, como todavía los tengo a menudo. Tucumán es, en cierto sentido, causa de mis pesadillas porque sigo soñando que ese atroz reloj está vivo", le confesó al cronista.
Una calamidad
El escritor había visitado la provincia en plena efervescencia del Mundial de Fútbol de 1978. Y justamente sobre este deporte se refirió en la extensa entrevista. "El mundial me parece una calamidad. En Buenos Aires ya han triplicado el costo de los productos para poder saquear a los turistas. Y claro, después esos precios no van a volver a bajar. La inflación es ingobernable", sentenció.
Cuando se le preguntó si alguna vez había visto un partido de fútbol, contestó con ironía: "una sola vez. Vi medio partido porque me aburrió mucho. Creo que son mucho mejores las riñas de gallo; ideales para un miope como yo. Pero, imagínese, no son negocio porque... ¿cuántos espectadores puede llevar una riña? No más de 100".
El escritor
Por supuesto que, en esa última visita a Tucumán, Borges también reflexionó sobre la función del escritor. "El escritor es necesario. Yo escribo porque necesito expresarme, aunque nunca pensé en los lectores. Fíjese que de mi primer libro, sólo publiqué 300 ejemplares que regalé entre mis amigos. Alfonso Reyes me dijo una vez que uno publica libros para no pasarse la vida corrigiéndolos. Asi que no creo que la publicación sea necesaria para escribir", dijo.
En esa misma charla, también habló de la fama y dijo tajantemente que le molesta. "Hace un rato estuve en eso de firmar libros... No sé... Es tan triste eso de la promoción. El año pasado estuve en París y, en La Sorbona, me molestaban todo el tiempo a preguntas. Después, cuando estuve en Suiza y en Grecia, tuve la buena idea de no acercarme a ninguna embajada argentina, para no hacer saber a nadie que había ido. Y así me salvé del acecho: no salió ningún titular diciendo que ahí estaba Borges, el escritor sudamericano", manifestó.
Durante su última visita a Tucumán (las otras dos fueron en mayo de 1950 y en junio de 1969) paseó por San Javier donde tomó una gaseosa en la hostería y conversó sobre literatura. Con una profesora repasó en griego antiguo algunos versos de "La Ilíada". Fue ese el momento en que comentó algo asombroso: "creo que el boxeo es un lindo deporte. Me hubiera gustado practicarlo en mi juventud". Y lo relacionó con el tema de la valentía en sus historias de compadritos y cuchilleros. Y agregó: "me siento muy bien en Tucumán. En las provincias el castellano que se habla es más suave que en Buenos Aires".
Durante tres días Borges paseó por el centro, tomó una gaseosa en San Javier y disertó sobre su obra. "Ustedes háganme decir lo que quieran. Puedo decir hasta que me gusta el fútbol si quieren", le dijo socarronamente al periodista de LA GACETA que lo entrevistó.
Durante la charla, el autor de "Ficciones" comentó que visitó en otras dos oportunidades la provincia (una vez lo hizo junto a su madre) y recordó una anécdota insólita. Dijo que de Tucumán recordaba cierto reloj que tenía un gallo en su parte superior y servía de promoción para una vieja relojería de la calle Maipú al 400. "Era monstruoso. Tanto, que esa noche tuve sueños y alucinaciones, como todavía los tengo a menudo. Tucumán es, en cierto sentido, causa de mis pesadillas porque sigo soñando que ese atroz reloj está vivo", le confesó al cronista.
Una calamidad
El escritor había visitado la provincia en plena efervescencia del Mundial de Fútbol de 1978. Y justamente sobre este deporte se refirió en la extensa entrevista. "El mundial me parece una calamidad. En Buenos Aires ya han triplicado el costo de los productos para poder saquear a los turistas. Y claro, después esos precios no van a volver a bajar. La inflación es ingobernable", sentenció.
Cuando se le preguntó si alguna vez había visto un partido de fútbol, contestó con ironía: "una sola vez. Vi medio partido porque me aburrió mucho. Creo que son mucho mejores las riñas de gallo; ideales para un miope como yo. Pero, imagínese, no son negocio porque... ¿cuántos espectadores puede llevar una riña? No más de 100".
El escritor
Por supuesto que, en esa última visita a Tucumán, Borges también reflexionó sobre la función del escritor. "El escritor es necesario. Yo escribo porque necesito expresarme, aunque nunca pensé en los lectores. Fíjese que de mi primer libro, sólo publiqué 300 ejemplares que regalé entre mis amigos. Alfonso Reyes me dijo una vez que uno publica libros para no pasarse la vida corrigiéndolos. Asi que no creo que la publicación sea necesaria para escribir", dijo.
En esa misma charla, también habló de la fama y dijo tajantemente que le molesta. "Hace un rato estuve en eso de firmar libros... No sé... Es tan triste eso de la promoción. El año pasado estuve en París y, en La Sorbona, me molestaban todo el tiempo a preguntas. Después, cuando estuve en Suiza y en Grecia, tuve la buena idea de no acercarme a ninguna embajada argentina, para no hacer saber a nadie que había ido. Y así me salvé del acecho: no salió ningún titular diciendo que ahí estaba Borges, el escritor sudamericano", manifestó.
Durante su última visita a Tucumán (las otras dos fueron en mayo de 1950 y en junio de 1969) paseó por San Javier donde tomó una gaseosa en la hostería y conversó sobre literatura. Con una profesora repasó en griego antiguo algunos versos de "La Ilíada". Fue ese el momento en que comentó algo asombroso: "creo que el boxeo es un lindo deporte. Me hubiera gustado practicarlo en mi juventud". Y lo relacionó con el tema de la valentía en sus historias de compadritos y cuchilleros. Y agregó: "me siento muy bien en Tucumán. En las provincias el castellano que se habla es más suave que en Buenos Aires".
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