26 Marzo 2012
MUJERES VALIENTES. Josefina y Anabel, listas para ser guardamarinas. LA GACETA / FOTOS DE EZEQUIEL LAZARTE
"Conocer para defender". Ese es el lema del viaje que realizan 72 estudiantes de la Escuela Naval Militar que están a punto de egresar. La gira -que comenzó el 7 de marzo en Córdoba-, si bien se realiza al finalizar el cursado de la carrera no es un viaje de egresados, sino un circuito de instrucción para futuros oficiales guardamarinas.
Ayer pasaron por nuestra provincia, pero sólo por algunas horas. Los tucumanos que integran la formación tuvieron la oportunidad de reencontrarse con sus familias, al menos por un rato. Pero la distancia y el desarraigo no son un problema para ellos, teniendo en cuenta que se fueron a Río Santiago (provincia de Buenos Aires) con apenas 17 años y el sueño de servir al país.
El capitán Alfredo Román Martín explicó que el viaje se divide en dos etapas: la primera va desde Buenos Aires hacia el norte por tierra, y luego llegan en avión al resto de las provincias más alejadas.
"Para defender al país hay que conocerlo, por eso este viaje, que no es una gira de egresados, tiene objetivos muy claros. Como comprender la idiosincracia de los habitantes, reconocer el valor histórico y cultural de cada zona y conocer su economía y su geografía", detalló Martín.
Seis meses en el mar
Este viaje dura dos meses, y parece ser una prueba más. Aquí se preparan para lo que viene: el examen final. El 1 de junio zarpará la Fragata Libertad en una travesía alrededor del mundo que dura nada menos que seis meses.
El recorrido incluye las costas de Brasil, Surinam, Guyana, Funchal, Lisboa, Cádiz y la costa oeste de África. Luego de pasar por Río de Janeiro y por Montevideo retornarán a Buenos Aires el 8 de diciembre.
Quienes quieren entrar a la marina tienen que estar preparados para este tipo de pruebas. Salvo los que viven en Buenos Aires, ya que durante el cursado pueden ir a ver a sus familias los fines de semana, el resto sólo tiene la oportunidad de reencontrarse con sus seres queridos durante las vacaciones de julio o en el verano. La mayoría son del interior, por lo que el viaje en la fragata -en lo que al tiempo se refiere- no será algo fuera de lo común. Aunque seis meses en altamar no deben ser fáciles para nadie.
Vocación de servicio
"Más que una profesión es una vocación, se trata del deseo de servir a la patria -explicó el capitán-. Los aspirantes se entusiasman con el proyecto de vida que les propone la Armada".
Martín no miente, ya que a sus dichos los confirman dos tucumanas que están a punto de recibirse de licenciadas en la Escuela Naval. Se llaman María Josefina Rivas Guerrero y María Anabel Grima. Josefina tiene 22 años, egresó de la Escuela de Comercio n° 1 y se fue a Buenos Aires a estudiar para ser parte de la Marina. Rivas destaca que la atrajo la idea de defender a nuestro país. "Me gusta mucho el mar y el modo de vida que una adquiere en la Escuela", apuntó.
"Una vez me dieron una charla en la que me explicaron el estilo de vida que tenía un marino. La idea de que el país necesita quien lo defienda y que yo fuera tenida en cuenta me incentivó bastante", añadió Anabel, de 21 años.
Con respecto a la distancia, las chicas enfatizan que es posible acostumbrarse al desarraigo y que la vocación de servicio va más allá del sentimiento que provoca extrañar a la familia. Ayer por la tarde los futuros oficiales continuaron su recorrido rumbo a Salta.
Ayer pasaron por nuestra provincia, pero sólo por algunas horas. Los tucumanos que integran la formación tuvieron la oportunidad de reencontrarse con sus familias, al menos por un rato. Pero la distancia y el desarraigo no son un problema para ellos, teniendo en cuenta que se fueron a Río Santiago (provincia de Buenos Aires) con apenas 17 años y el sueño de servir al país.
El capitán Alfredo Román Martín explicó que el viaje se divide en dos etapas: la primera va desde Buenos Aires hacia el norte por tierra, y luego llegan en avión al resto de las provincias más alejadas.
"Para defender al país hay que conocerlo, por eso este viaje, que no es una gira de egresados, tiene objetivos muy claros. Como comprender la idiosincracia de los habitantes, reconocer el valor histórico y cultural de cada zona y conocer su economía y su geografía", detalló Martín.
Seis meses en el mar
Este viaje dura dos meses, y parece ser una prueba más. Aquí se preparan para lo que viene: el examen final. El 1 de junio zarpará la Fragata Libertad en una travesía alrededor del mundo que dura nada menos que seis meses.
El recorrido incluye las costas de Brasil, Surinam, Guyana, Funchal, Lisboa, Cádiz y la costa oeste de África. Luego de pasar por Río de Janeiro y por Montevideo retornarán a Buenos Aires el 8 de diciembre.
Quienes quieren entrar a la marina tienen que estar preparados para este tipo de pruebas. Salvo los que viven en Buenos Aires, ya que durante el cursado pueden ir a ver a sus familias los fines de semana, el resto sólo tiene la oportunidad de reencontrarse con sus seres queridos durante las vacaciones de julio o en el verano. La mayoría son del interior, por lo que el viaje en la fragata -en lo que al tiempo se refiere- no será algo fuera de lo común. Aunque seis meses en altamar no deben ser fáciles para nadie.
Vocación de servicio
"Más que una profesión es una vocación, se trata del deseo de servir a la patria -explicó el capitán-. Los aspirantes se entusiasman con el proyecto de vida que les propone la Armada".
Martín no miente, ya que a sus dichos los confirman dos tucumanas que están a punto de recibirse de licenciadas en la Escuela Naval. Se llaman María Josefina Rivas Guerrero y María Anabel Grima. Josefina tiene 22 años, egresó de la Escuela de Comercio n° 1 y se fue a Buenos Aires a estudiar para ser parte de la Marina. Rivas destaca que la atrajo la idea de defender a nuestro país. "Me gusta mucho el mar y el modo de vida que una adquiere en la Escuela", apuntó.
"Una vez me dieron una charla en la que me explicaron el estilo de vida que tenía un marino. La idea de que el país necesita quien lo defienda y que yo fuera tenida en cuenta me incentivó bastante", añadió Anabel, de 21 años.
Con respecto a la distancia, las chicas enfatizan que es posible acostumbrarse al desarraigo y que la vocación de servicio va más allá del sentimiento que provoca extrañar a la familia. Ayer por la tarde los futuros oficiales continuaron su recorrido rumbo a Salta.
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