Tres horas de show, 30 temas y una luna ideal

Tres horas de show, 30 temas y una luna ideal

Fue una noche perfecta, cortesía de la genial combinación que Serrat y Sabina son capaces de edificar en escena. Nadie quería marcharse.

DÚO GANADOR. Serrat y Sabina se entienden a la perfección. Cuando componen, cuando cantan y cuando regalan retazos de puro humor español. El intercambio de la foto lo dice todo. LA GACETA / FOTO DE EZEQUIEL LAZARTE DÚO GANADOR. Serrat y Sabina se entienden a la perfección. Cuando componen, cuando cantan y cuando regalan retazos de puro humor español. El intercambio de la foto lo dice todo. LA GACETA / FOTO DE EZEQUIEL LAZARTE
08 Marzo 2012
"Advertimos al público que no está permitido arrojar ropa interior al escenario. A menos, claro, que vaya con su dueño. Las mujeres por favor al canasto de la izquierda y los hombres al de la derecha", advirtió un pajarraco animado en las pantallas con los ojos y la voz del "Nano". Quedó en claro que la noche no retacearía humor y que Joaquín Sabina y Joan Manuel Serrat venían a divertirse.

Tucumán fue la segunda parada de la colosal gira "Dos pájaros contraatacan" y el estadio de Atlético aplaudió a rabiar un show de altísima calidad técnica, al que no le faltaron color, emociones ni destellos de rock.

"Estábamos preocupados. ¡Pero guarda qué luna, guarda questa luna!", dijeron, y en las pantallas apareció la luna llena que alumbraba la noche y el estadio. Guitarra en mano y con sonido criollo se animaron a abrir el recital con "Luna tucumana". El público quedó estupefacto con semejante tributo. Si la demagogia tiene ese sabor, bienvenida sea entonces.

Fue un comienzo enérgico, apoyado en una ambientación estilo Las Vegas del escenario, que presumió de una tecnología visual sorprendente. La primera lágrima rodó con "Y sin embargo", en la voz del "Nano" y Joaquín sentado con su guitarra. El gesto debió haberse repetido en cada pareja del público: Sabina hizo el ademán de secarle el llanto a su compadre, que interpretaba una de las baladas preferida de los fans.

"No fue fácil librarme de él; al fin solos", anunció Joaquín, y le dio un beso en el cuello a Tucumán para despacharse con un "19 días y 500 noches" que hizo saltar al estadio. "Cuando él era Dios, yo era una rata de alcantarilla y cantaba en el metro de Londres", reverenció a Serrat más tarde. Con bombín y saco blanco hizo algunos vericuetos por "Balada para un loco" y enseguida recibió a su compadre en "Después de los despueces", correspondiente al flamante disco conjunto.

"En nombre de sus hijos les agradezco estos aplausos que, quien sabe, quizás sean los últimos que recibo", dijo Serrat, riéndose de su propio tiempo vivido. Largó su propia versión de "Vinagre y rosas" y después, más dueño que nunca del escenario, "Mediterráneo". Otra vez juntos en las tablas los pájaros cantaron a dúo "Cuenta conmigo", también de "La orquesta del Titanic".

Fueron alternando en el escenario solos y a dúo éxitos nuevos y de todos los tiempos, como "Señora", "Princesa" (otra de las favoritas según el aplausómetro), "Maldito blues", "Canción paraMagdalena" y " No hago otra cosa que pensar en ti". Cuando llegó el momento de "La del pirata cojo", Joaquín, el rey pirata según su mala fama, salió a escena con el sombrero acorde a la ocasión.

En total fueron unos 30 temas tocados casi sin respiro durante casi tres horas de show. Descargaron toda su energía con saltos y baile en el escenario, como si los 63 y 68 años que cargan sobre las espaldas fueran 30.

A las 0.30 los pajarracos amenazaron con alzar vuelo hacia otro nido. Nada de eso. Nadie lo hubiera permitido: siguieron con "Esta noche contigo" y después con una del "Nano", "Cantares"; y allí pasó lo que tenía que pasar: arriba del sombrero de Joaquín se reposó un corpiño de alguna señora del sector vip que había perdido la compostura.

"Aquellas pequeñas cosas" bajó un poco la temperatura; no vaya a ser que saltara al escenario "La Serrat", como bautizó Sabina a una chica que al comienzo del show le mostró al catalán una camiseta del Barcelona y le confesó que lo amaba. Él se puso de rodillas y agradeció el gesto. Comenzó a sonar "Y nos dieron las diez" y Sabina volvió a la luna: "un gustazo estar esta noche bajo la lunita tucumana. Que se jodan los meteorólogos", disparó. Con todo Atlético de pie, emprendieron la despedida: "Hoy puede ser un gran día", "Que se llama soledad" y "Fiesta".

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