Es cuadripléjico, le prometieron mejorar su casa y dejaron las obras inconclusas

Es cuadripléjico, le prometieron mejorar su casa y dejaron las obras inconclusas

Adrián Pasteri está postrado en una cama desde hace casi 12 años y, aunque es un gran optimista, hay situaciones que le quitan la esperanza.

CABLE AL MUNDO. Adrián maneja una PC con la voz. Vía internet se conecta con el mundo e intenta capacitarse para trabajar en el futuro. LA GACETA / FOTO DE INES QUINTEROS ORIO CABLE AL MUNDO. Adrián maneja una PC con la voz. Vía internet se conecta con el mundo e intenta capacitarse para trabajar en el futuro. LA GACETA / FOTO DE INES QUINTEROS ORIO
08 Febrero 2012
Imaginate que hacés una apuesta: tenés que quedarte acostado en una cama angostita sin mover ni los brazos ni las piernas (sólo la cabeza) durante un día entero. ¿Te parece mucho? Bueno, 12 horas. Si lo lográs, vas a ganar un premio, cualquier cosa, lo que se te ocurra. Eso sí: durante ese tiempo deberán alimentarte, tendrás que bancarte el calor si no hay nadie cerca que prenda el ventilador y, si necesitás ir al baño, sólo podrás hacerlo en silla de ruedas y, obviamente, con la ayuda de otra persona. A eso sumale que quienes te van a asistir son personas muy voluntariosas, pero mayores y golpeadas por los achaques. Algo más: la casa en la que vas a permanecer todas las horas que dure la apuesta lleva unas siete décadas en pie, es húmeda, muy caliente y, debido a las goteras, la lluvia deja de ser un alivio para convertirse en un castigo. Ahora sí, ¿te le animás al desafío?

Aunque sean sólo unas cuantas horas es lógico que te parezca muy difícil soportar la experiencia. Por eso también es posible que la historia de Adrián Pasteri, de 32 años, te dispare un ataque de desesperación al imaginarte en su lugar: él lleva casi 12 años viviendo de esa manera y, en su caso, no hay apuesta ni premio de por medio: un accidente en una pileta lo dejó cuadripléjico.

Adrián ya es un veterano de las páginas de LA GACETA. Su historia se publicó por primera vez el 3 de diciembre de 2009. Y volvió a tener un título propio el 22 de noviembre de 2010. Es que casi una década antes (el 5 de noviembre de 2000) había ido a una hamburgueseada en la que no resistió la tentación de tirarse un rato a la pileta; en la tercera zambullida su cabeza dio contra el fondo y sufrió una luxofractura cervical en la quinta vértebra que lo dejó inmóvil.

Casi inagotable
El vínculo con la tecnología (gracias a la gestión de un grupo de legisladores, un ingeniero especializado en medios de comunicación alternativos le instaló una computadora a la que maneja con órdenes de voz) y las ganas de superar la catarata de adversidades que baña a su familia son dos razones por las que la fuente del optimismo de Adrián parece inagotable.

De todos modos, hay días en los que siente que la desesperación lo ajusta aún más a la cama en la que está postrado. Es que si uno indaga un poco en las características de la familia Pasteri deduce que el destino se divierte apaleándolos: los padres, Domingo y María Teresa (74 y 73 años, respectivamente) son jubilados con la mínima y de sus tres hijos, dos son discapacitados (el hermano mayor de Adrián padece problemas mentales).

Adrián viene recibiendo mucha ayuda de personas que se preocuparon por su estado, especialmente después de las publicaciones de LA GACETA: desde equipos de aire acondicionado y dinero para una nueva computadora hasta la alegría de las visitas diarias. Pero, como no podía ser de otra manera, entre todos estos benefactores anónimos, también aparecieron los políticos cargados de promesas.

"El Ministerio de Desarrollo Social había puesto los materiales para que se hiciera mi habitación y el baño. Los que iban a realizar las obras eran del Ente de Infraestructura Comunitaria. Además, habíamos acordado que si yo conseguía los materiales, me iban a hacer la cocina. Pero resulta que cuando el arquitecto vio lo que había mandado el Ministerio dijo que no servía; hasta los ladrillos eran defectuosos. Logramos conseguir nuevos materiales y empezó la obra, pero se calculó mal la cantidad y sólo alcanzó para levantar las paredes hasta 1,20 metro. No nos quedó otra que endeudarnos al máximo para conseguir los $ 50.000 que costó terminar lo que había quedado paralizado", recuerda Adrián, y en la voz y en su mirada se percibe enojo.

Y ese enojo aumenta cuando recuerda lo que ocurrió a mediados del año pasado. "Aparecieron contratistas de la Municipalidad con la orden de hacer todas las obras que fueran necesarias para mejorar nuestra casa. Se pusieron a trabajar en el pasillo y en el living, porque lo iban a adaptar para que mi hermano y yo pudiéramos utilizarlo. Pero se fueron y dejaron todo a medias. En conclusión, ni mi hermano ni yo podemos ir a esa parte de la casa, porque el techo se llueve, está llena de humedad y nos hace muy mal", detalla. De hecho, salvo la habitación de Adrián, el baño y la cocina, que son nuevos, el resto de la vieja y arruinada casa agobia y entristece a quienes la visitan. Y mucho más a Adrián, quien desde la inmovilidad de la cama siente que la bronca acumulada por las promesas incumplidas va a hacerlo explotar.

Frases
"Me mata saber que mis viejos pasan tantas necesidades y que yo desde esta cama casi no puedo hacer nada para ayudarlos a vivir un poco mejor"

"Hace tiempo que estoy llamando a la legisladora (Adriana) Najar, de la comisión de Discapacidad, pero no puedo comunicarme con ella"

"Gente del Programa de Discapacidad de la UNT (Prodis) me había prometido ayudarme a aprender a manejar la PC, pero nunca aparecieron"

"Todo el día estoy viendo tutoriales de diseño web y de edición de videos; quiero aprender para poder trabajar, pero me cuesta hacerlo sin ayuda"

"Tengo miedo de que el calor me rompa la máquina. Necesito insumos de refrigeración para el CPU, pero son caros y no puedo comprarlos"

"Sé que soy capaz de trabajar en una repartición pública vía Internet. Pero me da bronca ver que hay gente que ocupa puestos y que no hace nada".


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