Por Gustavo Cobos
05 Febrero 2012
"Sigo buscando a mi hija; no puedo vivir sin ella"
Susana Trimarco, la madre de Marita, sostiene que su hija no aparece porque hay complicidad del poder político, judicial y policial. Dijo también que está lista para contar todo lo que descubrió durante una década. "Ya no me insultan. Me he ganado el respeto", definió. Videos.
RECUERDO Y DOLOR. Susana Trimarco atesora algunos objetos que la acercan a su hija: un lienzo que la joven pintó cuando estudiaba arte y un retrato. LA GACETA / FOTOS DE ANONIO FERRONI
"La Justicia no busca a Marita, la busco yo. Hicieron de todo para que me quedara callada, pero a mí me arrancaron a mi hija. ¿Cómo voy a quedarme callada?" La voz de Susana Trimarco rara vez se quiebra. Dice que ya no tiene miedo. Que quisieron atropellarla y que la amenazaron. Que le enviaron mensajes de texto diciéndole que con la plata que les daba Marita le pagarían a la Justicia y que el juicio oral nunca llegaría. Pero llegó. El miércoles, 13 personas se sentarán frente a los jueces y escucharán por qué los acusan de haber secuestrado a María de los Ángeles Verón para obligarla a prostituirse.
Pasaron casi 10 años desde aquel 3 de abril de 2002 en el que Marita salió de la casa de su madre, en barrio El Bosque, hacia la Maternidad. Nunca volvió. Desde entonces Trimarco recorrió hospitales, comisarías y prostíbulos. Golpeó puertas de funcionarios y magistrados. Llevó su caso a los medios nacionales y hasta la llamaron de Estados Unidos. Buscando a su hija, liberó a otras mujeres víctimas de la explotación sexual, y se convirtió en referente de la lucha contra la trata de personas.
"Quiero pararme ahí, y decir todo lo que tengo para decir. Voy a contar todo lo que descubrí durante 10 años, todo lo que esos delincuentes me hicieron", dijo Trimarco. La madre de Marita recibió a LA GACETA en el living de su casa. Comentó que tiene fe en la Justicia, y que se siente acompañada por muchas personas y organizaciones. "Lo hacen por compromiso, porque quieren que Argentina cambie. Lo mío es distinto, a mí me arrancaron una hija. Pero logramos que se hable del tema. Estábamos solas, pero ahora no. Me he ganado el respeto. Ya no me insultan como antes, cuando me decían que yo era prostituta o que mi hija era prostituta", explicó.
El 3 de abril
Marita había estado el día anterior en la Maternidad. La joven, que tenía 23 años en ese entonces, quería colocarse un diú, y fue por recomendación de una vecina a ver a un empleado del hospital. "Iba a poner un negocio en su casa. Por eso también pasó por un jardín de infantes para Micaela, que tenía tres años en ese momento", contó Trimarco.
La joven fue citada para el día siguiente -a las 9.30- para que le dieran el turno para los estudios. "Nos sorprendió a las dos que no le hayan dado turno en ese momento, y que le pedían que lleve el documento", relató Trimarco. La mañana del 3 Marita salió de su casa con $ 5 en el bolsillo, zapatillas, un jean y una remera turquesa que era de su madre.
"Me fui al centro porque tenía que hacer unas diligencias. De pronto sentí algo horrible, una angustia, como una cosa fea en el pecho. Pienso que en ese momento la secuestraron. Cuando Marita no volvía a casa salimos con mi marido (Daniel Verón) a buscarla. Eran como las 14. Revisé todos los consultorios de la Maternidad, le pregunté a todo el mundo. Pero nadie la había visto. Fuimos a todos los hospitales, y nada. En la comisaría no quisieron tomar la denuncia", contó. En la Policía les decían que seguramente se había ido con el novio o con las amigas. "Eso sigue pasando con las chicas que desaparecen hoy", agregó Trimarco.
Al tercer día de la desaparición de Marita, una vecina llegó corriendo. Había recibido un llamado anónimo, de una persona que decía haber visto cómo secuestraban a Marita en un Fiat Duna rojo, con calcomanías de cinco estrellas en la luneta y el parabrisas. "Ahí caí en la cuenta de que la secuestraron. Empecé a preguntarme por qué alguien secuestraría a mi hija. Desde ese día empecé a denunciar a la remisería ?Cinco Estrellas? y a los atorrantes de los Ale", describió Trimarco.
Unos días más tarde llegó el primer testimonio del móvil del secuestro. Daniel Verón llegó junto a un amigo al parque 9 de Julio y les mostró a las prostitutas la foto de Marita. Todos la conocían por los medios de prensa. Pero una de ellas les habló por lo bajo. "Yo sé lo que pasó, pero vuelvan más tarde en otro auto", les dijo.
Acompañados por el comisario Jorge Tobar, volvieron y la mujer subió al auto, como si se trataran de unos clientes. Fue entonces que por primera vez los Verón escucharon la pista de los prostíbulos de La Rioja. "Daniel volvió y me contó que, según esta chica, a mi hija la habían vendido por $ 2.500 y droga a La Rioja. Yo no le creía. No podía concebir que algo así existiera. Después ataron los datos que había dado esta mujer y todo coincidía", apuntó Trimarco.
Las hipótesis
En la Justicia, mientras tanto, se barajaban muchas hipótesis. "Hubo zonas liberadas, pruebas que no se hicieron. Demoraron muchos días en enviar los exhortos a La Rioja, y cuando llegaban allá los devolvían porque estaban mal redactados. Tenía que soportar que en la puerta de la fiscalía María Jesús Rivero y la hermana de Daniela Milhein me gritaran que era una puta, y que mi hija era una prostituta. Me quedaba callada, porque no le iba a contestar a esa gente", comentó.
Así, Trimarco recorrió un largo camino buscando a su hija y descubrió uno de los negocios ilegales muy redituables. "Por eso no apareció aún Marita. ¿Va a desaparecer de la faz de la Tierra? No aparece hace 10 años; la tierra no traga gente. No hay marcianos que bajan y se llevan a la gente. Mi hija no apareció por la complicidad del poder político, judicial y policial. Este es un negocio en el que se gana muchísima plata", consideró la presidenta de la Fundación María de los Ángeles, organización que creó para asistir a aquellas mujeres víctimas de trata de personas.
Las culpas
Con la seguridad que le da el haber visto en persona el infierno de los prostíbulos, Trimarco continúa. "Quisieron ensuciar a David (Catalán), la pareja de Marita. Ernesto Baaclini me decía que David la había matado y la había enterrado en el fondo de mi casa. Hasta ordenó hacer excavaciones en el patio cuando con mi marido estábamos en Buenos Aires. David es un chico bueno, querían que lo ensucie y que lo culpe para desligar a toda esta mafia. Yo no quiero ser una persona injusta, es el padre de mi nieta, el chico que mi hija eligió y que amó. No tengo por qué destruirle la vida", manifestó.
Aunque en estos días el juicio oral concentra toda su atención, Trimarco aclara que su lucha no terminará el día de la sentencia. "A Marita la sigo buscando -confesó-. Esto es un paso importante, pero ella todavía no apareció. La busco con vida, pero si no está en este mundo quiero su cuerpo para tener paz, no puedo vivir sin ella".
Pasaron casi 10 años desde aquel 3 de abril de 2002 en el que Marita salió de la casa de su madre, en barrio El Bosque, hacia la Maternidad. Nunca volvió. Desde entonces Trimarco recorrió hospitales, comisarías y prostíbulos. Golpeó puertas de funcionarios y magistrados. Llevó su caso a los medios nacionales y hasta la llamaron de Estados Unidos. Buscando a su hija, liberó a otras mujeres víctimas de la explotación sexual, y se convirtió en referente de la lucha contra la trata de personas.
"Quiero pararme ahí, y decir todo lo que tengo para decir. Voy a contar todo lo que descubrí durante 10 años, todo lo que esos delincuentes me hicieron", dijo Trimarco. La madre de Marita recibió a LA GACETA en el living de su casa. Comentó que tiene fe en la Justicia, y que se siente acompañada por muchas personas y organizaciones. "Lo hacen por compromiso, porque quieren que Argentina cambie. Lo mío es distinto, a mí me arrancaron una hija. Pero logramos que se hable del tema. Estábamos solas, pero ahora no. Me he ganado el respeto. Ya no me insultan como antes, cuando me decían que yo era prostituta o que mi hija era prostituta", explicó.
El 3 de abril
Marita había estado el día anterior en la Maternidad. La joven, que tenía 23 años en ese entonces, quería colocarse un diú, y fue por recomendación de una vecina a ver a un empleado del hospital. "Iba a poner un negocio en su casa. Por eso también pasó por un jardín de infantes para Micaela, que tenía tres años en ese momento", contó Trimarco.
La joven fue citada para el día siguiente -a las 9.30- para que le dieran el turno para los estudios. "Nos sorprendió a las dos que no le hayan dado turno en ese momento, y que le pedían que lleve el documento", relató Trimarco. La mañana del 3 Marita salió de su casa con $ 5 en el bolsillo, zapatillas, un jean y una remera turquesa que era de su madre.
"Me fui al centro porque tenía que hacer unas diligencias. De pronto sentí algo horrible, una angustia, como una cosa fea en el pecho. Pienso que en ese momento la secuestraron. Cuando Marita no volvía a casa salimos con mi marido (Daniel Verón) a buscarla. Eran como las 14. Revisé todos los consultorios de la Maternidad, le pregunté a todo el mundo. Pero nadie la había visto. Fuimos a todos los hospitales, y nada. En la comisaría no quisieron tomar la denuncia", contó. En la Policía les decían que seguramente se había ido con el novio o con las amigas. "Eso sigue pasando con las chicas que desaparecen hoy", agregó Trimarco.
Al tercer día de la desaparición de Marita, una vecina llegó corriendo. Había recibido un llamado anónimo, de una persona que decía haber visto cómo secuestraban a Marita en un Fiat Duna rojo, con calcomanías de cinco estrellas en la luneta y el parabrisas. "Ahí caí en la cuenta de que la secuestraron. Empecé a preguntarme por qué alguien secuestraría a mi hija. Desde ese día empecé a denunciar a la remisería ?Cinco Estrellas? y a los atorrantes de los Ale", describió Trimarco.
Unos días más tarde llegó el primer testimonio del móvil del secuestro. Daniel Verón llegó junto a un amigo al parque 9 de Julio y les mostró a las prostitutas la foto de Marita. Todos la conocían por los medios de prensa. Pero una de ellas les habló por lo bajo. "Yo sé lo que pasó, pero vuelvan más tarde en otro auto", les dijo.
Acompañados por el comisario Jorge Tobar, volvieron y la mujer subió al auto, como si se trataran de unos clientes. Fue entonces que por primera vez los Verón escucharon la pista de los prostíbulos de La Rioja. "Daniel volvió y me contó que, según esta chica, a mi hija la habían vendido por $ 2.500 y droga a La Rioja. Yo no le creía. No podía concebir que algo así existiera. Después ataron los datos que había dado esta mujer y todo coincidía", apuntó Trimarco.
Las hipótesis
En la Justicia, mientras tanto, se barajaban muchas hipótesis. "Hubo zonas liberadas, pruebas que no se hicieron. Demoraron muchos días en enviar los exhortos a La Rioja, y cuando llegaban allá los devolvían porque estaban mal redactados. Tenía que soportar que en la puerta de la fiscalía María Jesús Rivero y la hermana de Daniela Milhein me gritaran que era una puta, y que mi hija era una prostituta. Me quedaba callada, porque no le iba a contestar a esa gente", comentó.
Así, Trimarco recorrió un largo camino buscando a su hija y descubrió uno de los negocios ilegales muy redituables. "Por eso no apareció aún Marita. ¿Va a desaparecer de la faz de la Tierra? No aparece hace 10 años; la tierra no traga gente. No hay marcianos que bajan y se llevan a la gente. Mi hija no apareció por la complicidad del poder político, judicial y policial. Este es un negocio en el que se gana muchísima plata", consideró la presidenta de la Fundación María de los Ángeles, organización que creó para asistir a aquellas mujeres víctimas de trata de personas.
Las culpas
Con la seguridad que le da el haber visto en persona el infierno de los prostíbulos, Trimarco continúa. "Quisieron ensuciar a David (Catalán), la pareja de Marita. Ernesto Baaclini me decía que David la había matado y la había enterrado en el fondo de mi casa. Hasta ordenó hacer excavaciones en el patio cuando con mi marido estábamos en Buenos Aires. David es un chico bueno, querían que lo ensucie y que lo culpe para desligar a toda esta mafia. Yo no quiero ser una persona injusta, es el padre de mi nieta, el chico que mi hija eligió y que amó. No tengo por qué destruirle la vida", manifestó.
Aunque en estos días el juicio oral concentra toda su atención, Trimarco aclara que su lucha no terminará el día de la sentencia. "A Marita la sigo buscando -confesó-. Esto es un paso importante, pero ella todavía no apareció. La busco con vida, pero si no está en este mundo quiero su cuerpo para tener paz, no puedo vivir sin ella".
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Marita Verón