30 Enero 2012
POLEMICA. Aimar es atendido por los auxiliares en el campo. LA GACETA / FOTO DE FRANCO VERA
Dentro del campo los muchachos de Pedro Monzón estaban desorientados. La historia que les había contado su DT distaba de la realidad. Alumni, que en la previa venía a aguantar lo máximo posible antes de caer a la lona, había modificado todos los pronósticos.
Estaba arriba en el marcador y tenía al dueño de casa contra las cuerdas. Los hinchas "santos" ardían y el nerviosismo en las tribunas crecía con el correr de los minutos. Hasta que llegó el principio del final de esta corta historia.
Iban 37 minutos del capítulo inicial. San Martín estaba 1-2 abajo y la cosa pintaba oscura. Tiro libre en el costado izquierdo del área de Alumni, que Víctor Beraldi cambió por gol. Rosca de zurda del "mago", manotazo al aire o vaya a saber a qué cosa de un Sebastián Hernández encandilado por un láser, y empate "santo". Grito furibundo. Desahogo y estallido.
Un petardo lanzado desde la popular que da espalda a calle Pellegrini terminó con los festejos. Juan Marcelo Aimar, volante de la visita,cayó tendido en el piso y no se levantó más.
De ahí en adelante todo es materia opinable. En La Ciudadela cada uno defendía su postura y no estaba interesado en negociarla. Aimar fue asistido en el sector del banco local, durante 45 minutos, pero no hubo caso.
Distintas versiones
El árbitro Francisco Acosta, con el reglamento en mano, decidió suspender la historia. Las versiones se sucedieron pero nada quedó claro. Que el jugador simuló, que estaba inconsciente o que el DT visitante no quería jugar el partido, fueron algunos de los rumores que circularon por los pasillos de Bolívar y Pellegrini.
La versión visitante era contundente: Aimar tenía pérdida de conciencia. "El jugador estaba inconsciente. Durante 45 minutos estuvo siendo asistido pero no podía continuar. El médico de la Policía de Tucumán no puede opinar sobre este hecho, porque a él le conviene que no haya pasado nada, porque sino es una falla de la seguridad", afirmó Carlos Azzolini, comisario inspector del consejo provincial de la seguridad deportiva de Córdoba.
Esa declaración cayó como una bomba. Y la otra campana no tardó en contestar. "Cinco médicos asistimos al jugador y somos testigos que estaba lúcido y respondía en tiempo y espacio. Pero el médico de Alumni impidió que podamos seguir revisando al jugador. Eso figura en el informe que le acerqué al árbitro del encuentro", afirmó Hugo Ricardo López, director de Medicina Legal.
Aimar fue trasladado a un centro asistencial. La ira y el descontrol se apoderaron de un estadio recubierto de lava.
Anoche, al cierre de esta edición, el árbitro seguía reunido en un hotel céntrico con autoridades de la Policía y dirigentes de ambos clubes. Acosta esperaba el informe médico sobre el estado de salud del volante, para poder terminar su informe.
Todo es misterio en torno al detalle de los hechos que el árbitro elevará al Consejo Federal. El juez decidió mantener todo en secreto, y le pasó la pelota al tribunal de disciplina.
Ellos tienen la última palabra y en San Martín, por las dudas, ya comenzaron a rezar. Habrá que esperar que la sanción sea lo más leve posible, y que el que lanzó el petardo no vuelva a aparecer más por un estadio de fútbol.
Estaba arriba en el marcador y tenía al dueño de casa contra las cuerdas. Los hinchas "santos" ardían y el nerviosismo en las tribunas crecía con el correr de los minutos. Hasta que llegó el principio del final de esta corta historia.
Iban 37 minutos del capítulo inicial. San Martín estaba 1-2 abajo y la cosa pintaba oscura. Tiro libre en el costado izquierdo del área de Alumni, que Víctor Beraldi cambió por gol. Rosca de zurda del "mago", manotazo al aire o vaya a saber a qué cosa de un Sebastián Hernández encandilado por un láser, y empate "santo". Grito furibundo. Desahogo y estallido.
Un petardo lanzado desde la popular que da espalda a calle Pellegrini terminó con los festejos. Juan Marcelo Aimar, volante de la visita,cayó tendido en el piso y no se levantó más.
De ahí en adelante todo es materia opinable. En La Ciudadela cada uno defendía su postura y no estaba interesado en negociarla. Aimar fue asistido en el sector del banco local, durante 45 minutos, pero no hubo caso.
Distintas versiones
El árbitro Francisco Acosta, con el reglamento en mano, decidió suspender la historia. Las versiones se sucedieron pero nada quedó claro. Que el jugador simuló, que estaba inconsciente o que el DT visitante no quería jugar el partido, fueron algunos de los rumores que circularon por los pasillos de Bolívar y Pellegrini.
La versión visitante era contundente: Aimar tenía pérdida de conciencia. "El jugador estaba inconsciente. Durante 45 minutos estuvo siendo asistido pero no podía continuar. El médico de la Policía de Tucumán no puede opinar sobre este hecho, porque a él le conviene que no haya pasado nada, porque sino es una falla de la seguridad", afirmó Carlos Azzolini, comisario inspector del consejo provincial de la seguridad deportiva de Córdoba.
Esa declaración cayó como una bomba. Y la otra campana no tardó en contestar. "Cinco médicos asistimos al jugador y somos testigos que estaba lúcido y respondía en tiempo y espacio. Pero el médico de Alumni impidió que podamos seguir revisando al jugador. Eso figura en el informe que le acerqué al árbitro del encuentro", afirmó Hugo Ricardo López, director de Medicina Legal.
Aimar fue trasladado a un centro asistencial. La ira y el descontrol se apoderaron de un estadio recubierto de lava.
Anoche, al cierre de esta edición, el árbitro seguía reunido en un hotel céntrico con autoridades de la Policía y dirigentes de ambos clubes. Acosta esperaba el informe médico sobre el estado de salud del volante, para poder terminar su informe.
Todo es misterio en torno al detalle de los hechos que el árbitro elevará al Consejo Federal. El juez decidió mantener todo en secreto, y le pasó la pelota al tribunal de disciplina.
Ellos tienen la última palabra y en San Martín, por las dudas, ya comenzaron a rezar. Habrá que esperar que la sanción sea lo más leve posible, y que el que lanzó el petardo no vuelva a aparecer más por un estadio de fútbol.