Por Federico Espósito
16 Enero 2012
Con el Dakar 2012 descansando ya en el baúl de los recuerdos, la conclusión más evidente es que los Mini demostraron que lo bueno viene en frasco chico: tres de las cuatro miniaturas megalómanas que el equipo X-Raid lanzó a la arena coparon la cima, interrumpidas sólo por la Toyota de De Villiers. Por cierto, lo del sudafricano fue cuando menos curioso: terminó tercero sin haber ganado una sola etapa.
Pero lo vivido en estas dos vibrantes semanas de vértigo y estruendo permite hacer algunas aventuraciones. Como que, mientras corran Després y Coma, el Dakar de las dos ruedas terminará discutiéndose entre ellos. O que mientras lo hagan los Patronelli en quads, el resto deberá deberá soñar con rasguñar a lo sumo algún escalón bajo del podio. O que festejar a bordo de un camión ya no será cosa de rusos, salvo que Chagin o Kabirov decidan volver del retiro. O que la solidaridad y el espíritu deportivo seguirán siendo el leitmotiv, pero siempre habrá un perro verde que piense que lo importante es llegar primero. Cúmplanse o no estos designios, ojalá el circo dakariano descanse en Tucumán en 2013.
Pero lo vivido en estas dos vibrantes semanas de vértigo y estruendo permite hacer algunas aventuraciones. Como que, mientras corran Després y Coma, el Dakar de las dos ruedas terminará discutiéndose entre ellos. O que mientras lo hagan los Patronelli en quads, el resto deberá deberá soñar con rasguñar a lo sumo algún escalón bajo del podio. O que festejar a bordo de un camión ya no será cosa de rusos, salvo que Chagin o Kabirov decidan volver del retiro. O que la solidaridad y el espíritu deportivo seguirán siendo el leitmotiv, pero siempre habrá un perro verde que piense que lo importante es llegar primero. Cúmplanse o no estos designios, ojalá el circo dakariano descanse en Tucumán en 2013.
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