15 Enero 2012
Sigmund Freud sostuvo que había "profesiones imposibles", y entre ellas mencionó la de gobernar. El imposible consiste en la dificultad de hacer algo que, sin embargo, se debe hacer en la medida en que lo que se propugna es la satisfacción del bien común.
Eso es clave. Mi impresión es que un político tiene las presiones que muchas otras personas también sienten, en otros ámbitos. En una sala de guardia de un hospital se viven situaciones límite: según las acciones que se tomen, la gente se salva o se muere. De modo que, respecto de esta perspectiva, no hay mucho de distinto entre la actividad política y las ocupaciones de cualquier persona.
¿Qué es lo diferente, entonces, en la política? Sustancialmente, dos cuestiones. La primera es que hay, en el caso de los políticos, una mayor exposición. Hay que hacer una distinción. En materia de presiones públicas, todo el mundo las tiene en mayor o menor medida. Para todos rige que "a más jerarquía, más responsabilidad". A un político se le van las cosas de las manos de la misma manera que a un constructor se le puede venir abajo un edificio, como ocurrió en 2011 en Buenos Aires. La diferencia radica en que los políticos están más expuestos no a la escena pública sino al hecho de que la gente, los votantes y el periodismo le cobren sus equivocaciones.
La segunda cuestión es el uso del poder. Los políticos hacen un ejercicio del poder y lo pagan caro. Así es como se pagan los excesos. Las expresiones "clase dirigente" o "clase política" son nuevas en el vocabulario argentino. Y si los políticos son ubicados en una nueva clase es porque gozan de ingresos diferenciales. La gente acepta eso, pero también se los cobra.
Hay mucho de "pasarse de vueltas" en la vida política. Lo vemos en en la América latina devenida hospital de mandatarios. Y allí aparecen vidas con muchos compromisos. Unos refieren a sus vidas personales, apasionantes pero sin calma. Y otros apuntan al compromiso con un bien común que se topa con que no se puede satisfacer a todos. No hay justicia para todos, ni distribución de la riqueza para todos... El "para todos" es un deseo que no se cumple acabadamente. Con todo lo que ello implica.
Eso es clave. Mi impresión es que un político tiene las presiones que muchas otras personas también sienten, en otros ámbitos. En una sala de guardia de un hospital se viven situaciones límite: según las acciones que se tomen, la gente se salva o se muere. De modo que, respecto de esta perspectiva, no hay mucho de distinto entre la actividad política y las ocupaciones de cualquier persona.
¿Qué es lo diferente, entonces, en la política? Sustancialmente, dos cuestiones. La primera es que hay, en el caso de los políticos, una mayor exposición. Hay que hacer una distinción. En materia de presiones públicas, todo el mundo las tiene en mayor o menor medida. Para todos rige que "a más jerarquía, más responsabilidad". A un político se le van las cosas de las manos de la misma manera que a un constructor se le puede venir abajo un edificio, como ocurrió en 2011 en Buenos Aires. La diferencia radica en que los políticos están más expuestos no a la escena pública sino al hecho de que la gente, los votantes y el periodismo le cobren sus equivocaciones.
La segunda cuestión es el uso del poder. Los políticos hacen un ejercicio del poder y lo pagan caro. Así es como se pagan los excesos. Las expresiones "clase dirigente" o "clase política" son nuevas en el vocabulario argentino. Y si los políticos son ubicados en una nueva clase es porque gozan de ingresos diferenciales. La gente acepta eso, pero también se los cobra.
Hay mucho de "pasarse de vueltas" en la vida política. Lo vemos en en la América latina devenida hospital de mandatarios. Y allí aparecen vidas con muchos compromisos. Unos refieren a sus vidas personales, apasionantes pero sin calma. Y otros apuntan al compromiso con un bien común que se topa con que no se puede satisfacer a todos. No hay justicia para todos, ni distribución de la riqueza para todos... El "para todos" es un deseo que no se cumple acabadamente. Con todo lo que ello implica.