"Puedo jurar que Carlos Soria no era bebedor ni golpeador"

"Puedo jurar que Carlos Soria no era bebedor ni golpeador"

Rodolfo Ponce de León, un dirigente justicialista, cree que su obsesión le pasó factura. Susana Freydoz siempre fue una madre protectora, pero su relación con el ex mandatario era difícil, sostuvo el peronista.

CAÓTICO. La pareja Soria-Freydoz tuvo 10 años de felicidad, 28 de conflictos y dos de infierno, dicen allegados NA
09 Enero 2012
BUENOS AIRES.- "Fui amigo de Soria hasta hace unos años, cuando nos distanciamos. Pero puedo jurar que hasta entonces, él no era bebedor ni golpeador", dice Rodolfo "Pepo" Ponce de León, un conocido dirigente justicialistas de Río Negro. Fue socio en el estudio de abogados de Soria en Roca.

En una nota del diario Clarín, agregó que "creó un personaje exaltado pero era eso, un personaje. Su obsesión por la gobernación le terminó pasando factura. Creo que los últimos años, Soria estaba realmente solo", agregó Ponce de León.

"Ella siempre fue una buena madre, muy protectora, pero su relación con Soria era difícil. Se insultaban, se peleaban y con los años se fue volviendo peor", dice alguien de su entorno.

Irónicamente Carlos Soria y Susana Freydoz atravesaban el peor momento justo cuando Soria tocaba el cielo. El se había convertido en gobernador, y ella, por fin, en Primera Dama. Pero Soria parecía tener otros planes. En el último año se entusiasmó con alguien más joven. Soria habría trasladado a su amante desde el Tribunal de Cuentas de Roca al de Viedma. Esta sería la razón por la cual no quería llevar a su mujer a la capital provincial. "Susana quería ser tanto Primera Dama como Soria gobernador. Para ella debe haber sido terrible no estar en Viedma, no aparecer en la foto junto a su marido", reflexiona un miembro del PJ que conocía a la pareja.

Carlos Soria provenía de una familia trabajadora. Su padre Ernesto era carnicero (de él, un militante del Peronismo bonaerense, heredó su pasión por la política) y su madre atendía un almacén. Pero él no renegaba de unas raíces, que lo emparentaban más con el trabajo físico que el intelectual.

Su mujer, en cambio, tenía otra historia. Susana Freydoz es hija de Alberto y nieta de un pionero en el Alto Valle, Juan Anselmo Freydoz. Su abuelo llegó de Francia en 1882 para dedicarse a la producción frutícola. Su padre fue director de Obras Públicas del Municipio y supo administrar los bienes familiares. Esto ubicaba a Freydoz varios escalones por arriba de Soria que tenía en contra sus escasos recursos y a favor su atractivo y locuacidad. "El Gringo siempre fue pintón y aguerrido, por eso la conquistó, porque plata no tenía", dice un amigo.

Aunque había nacido en Bahía Blanca en 1949, Soria se sentía roquense. Terminó el secundario en el colegio Domingo Savio de Roca. Era un púber aún cuando se deslumbró con una chica de bellos rasgos e indiscutible temperamento. En parte por conquistarla y en parte por su propia naturaleza audaz, Soria partió a Buenos Aires a estudiar Derecho a la UBA. Freydoz marchó con él para cursar nutrición.

"Deben haber tenido 10 años de verdadera felicidad, 28 de conflictos y 2 de infierno ", dice una persona cercana a su entorno. "El que siempre vio enemigo en todos lados no vio que su enemigo dormía con él ", agrega.

Freydoz era una compañera fiel pero muy celosa. Necesitaba del progreso de su marido, lo alentaba, pero por otro lo recriminaba por sus continuas escapadas nocturnas. A Soria jamás le gustó dar explicaciones. A medida que incrementó su participación en la política el matrimonio se resquebrajó.

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