En el Pozo de Vargas investigan un túnelque conduce directo hacia el infierno

En el Pozo de Vargas investigan un túnelque conduce directo hacia el infierno

Los arqueólogos piensan que se encontrarán más huesos humanos en lo que sería la primera fosa común de Tucumán

PROFUNDO. Salvo la boca del Pozo, todo hacia abajo es oscuridad. PROFUNDO. Salvo la boca del Pozo, todo hacia abajo es oscuridad.
24 Diciembre 2011
El aroma a tierra húmeda, el verdor de plantaciones lejanas y los cerros celestes recortados contra el cielo casi azul. El silencio en el lugar es apenas quebrado por el sonido del agua cayendo contra el suelo y por el volumen irreverente de la radio de un vecino. En apariencia, el predio ubicado en Tafí Viejo en el que funcionaba una finca cañera no es muy diferente a los fundos que quedaron atrapados en las urbes por el crecimiento de las ciudades. Aunque sólo en el exterior.

Ocurre que en una esquina del terreno, a metros de las vías del ferrocarril y de las últimas hileras de casas del emprendimiento Lomas de Tafí, está la boca hacia un infierno. Bajo tierra, en las entrañas de un viejo ducto hay escombros, agua, ladrillos antiquísimos, vigas de quebracho, bloques enormes de mampostería, ropa, zapatos, cinturones, proyectiles, vainas servidas y restos humanos. Esos son los elementos que hallaron tras años de trabajo los profesionales y estudiantes universitarios que integran el Colectivo de Arqueología, Memoria e Identidad de Tucumán (Camit) en el llamado Pozo de Vargas.

De acuerdo con testimonios y pruebas, se trata de la primera fosa común clandestina descubierta en Tucumán en la que se arrojaron cadáveres de personas secuestradas, torturadas y asesinadas durante la última dictadura militar. Hace 10 días, se identificaron los primeros restos extraídos de allí, pertenecientes al ex senador provincial peronista Guillermo Vargas Aignasse.

El pozo

La porción de finca en la que está ubicado el Pozo (a la altura de Francisco de Aguirre al 4.700) está cercada y cuenta con custodia permanente de la Policía Federal. Tras cruzar un portón, hay dos edificaciones visibles. Por un lado, el flamante Laboratorio Forense de Campo (una vez equipado permitirá estudiar las muestras en el lugar), construido por la UNT. Por el otro, un pequeño tinglado de chapa que protege el ingreso a la perforación.

El acceso a esa dependencia está restringido. Detrás del alambrado puede observarse la entrada al ducto. Desde allí, apenas se aprecian unos metros de las paredes laterales de ladrillos avejentados y luego, la más absoluta y aterradora oscuridad.

De acuerdo con las estimaciones, el Pozo tiene tres metros de diámetro y unos 40 de profundidad (los restos de Vargas Aignasse fueron encontrados a más de 25). Los profesionales ingresan a recoger muestras con cucharines de a dos, mediante un elevador (similar a un montacargas). Luego, en baldes suben lo rescatado y lo pasan por una especie de tamiz. De allí, llevan los elementos a los laboratorios.

"Estamos recuperando personas". La afirmación de Víctor Ataliva, miembro del Camit, deja sin aliento pero recuerda la complejidad y sensibilidad de la tarea que efectúan. Durante la mañana de ayer, encabezó una charla con la prensa en la que sus pares (María Gloria Colaneri, Alejandro Leiva, Luciano Molina, Andrés Romano, Fabio Srur y Ruy Zurita) detallaron las etapas que cumplieron desde 2002, dado que el organismo trabaja como auxiliar del Juzgado Federal Nº 2 (a cargo de Fernando Poviña).

De acuerdo con la exposición, dejaron en claro que en el lugar se arrojaron cuerpos (no se puede determinar cuántos). Tampoco se puede precisar si las víctimas llegaron vivas y fueron ejecutadas en el lugar o si sólo tiraron los cadáveres. De lo que sí están convencidos los investigadores es de que se hicieron grandes esfuerzos para ocultar la fosa. De hecho, entre las dificultades que encontraron estuvo la de remover cientos de kilos de escombro.

"Hay bloques de hasta 300 kilos de mampostería. Había algunas construcciones alrededor que fueron destruidas para invisibilizar el sitio y los restos fueron arrojados adentro", precisó. Otra de las dificultades fue, luego, una aliada. Se trata del agua. Al tratarse de un pozo acuífero, solía tener mucha humedad en su interior e incluso, los arqueólogos mostraron fotografías con la cavidad prácticamente inundada. Tras varios intentos, técnicos de la Dirección Provincial del Agua y de cátedras de la UNT diseñaron un mecanismo de bombas para deprimir el nivel freático. De esta manera, los trabajos pudieron avanzar con el terreno seco. Pero, así como fue un problema, el agua también permitió las condiciones para que los restos se conservaran mejor.

Ataliva aseguró que los 10 metros que restan remover son "críticos" y que de allí se podrían rescatar los huesos mejor conservados. Según explicó Colaneri, en primera instancia se encontraron huesos muy fragmentados y luego articulados (más completos). Ataliva complementó que los restos óseos que se descubrieron primero habrían sido los últimos en arrojarse al pozo y los que recibieron el impacto de los escombros. Mientras que se espera que los últimos (los que habrían sido tirados primero) estén en mucho mejor estado.

Además de los vestigios humanos y de elementos asociados, el Camit obtuvo "material cultural", es decir, plásticos, carbones, vidrios y otros objetos que permiten ubicar temporalmente la actividad dentro del Pozo. Increíble para los ignotos pero previsible para los profesionales, dos chapitas de gaseosas con motivos infantiles, entre otros indicios, permitieron estimar que las tareas habrían comenzado desde 1975.

"Junto a Vargas Aignasse se recuperaron otros restos; están siendo analizados. Pero por el contexto, no se puede precisar cuántas personas son. Esperamos que los próximos metros se harán los mayores hallazgos", concluyó Ataliva.

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