Cuando los sueños terminan siendo realidad

Cuando los sueños terminan siendo realidad

Farías, de gran año y Mundial de rugby, no esperaba ser reconocido como el mejor de 2011. Video.

PASÓ EL PRIMERO... El periodista Carlos Werner le entrega la estatuilla a Julio del mejor rugbista del año 2011. LA GACETA / FOTO DE ANALÍA JARAMILLO PASÓ EL PRIMERO... El periodista Carlos Werner le entrega la estatuilla a Julio del mejor rugbista del año 2011. LA GACETA / FOTO DE ANALÍA JARAMILLO
16 Diciembre 2011
El principio de una coronación no esperada pero sí ansiada marcó el camino hacia otro anhelo cumplido en este frenesí empírico de 2011 para el gigante de sangre Puma. A Julio Farías Cabello se le dio todo. Absolutamente todo. Y la felicidad, una inversión realmente buena en estos tiempos, desbordó sus cuentas bancarias.

El "Flaco" está ahí, pegado al estado donde los conductores darán a conocer en segundos el nombre del mejor deportista del año de LA GACETA. Y se lo ve algo inquieto mirando el parqué del Teatro Alberdi.

Él está ahí, rodeado por el resto de los 33 condecorados sin saber que su nombre y apellido están a punto de hacer explotar una lluvia de papelitos color plata. La magia de un mediodía hecho a la medida de su sentimiento ganador hacen el resto de esta historia.

Salta la banca. Juanjo Domínguez entona las estrofas victoriosas con Farías de alfil. ¡Pum!

Una sonrisa leve, casi cómplice invade su enorme figura casi congelada ante una declaración jurada que lo hacía dueño del premio mayor. Julio no lo puede creer; está conmocionado, como si recién le hubiesen pasado por encima los 15 All Blacks campeones del mundo. Sonríe nuevamente sin sacarle la mirada al parqué del Alberdi y camina hacia el medio del escenario. Allí, una X curtida con cinta adhesiva le marca la posición del Nº 1. Camina a paso de tortuga mientras el resto de los héroes del deporte tucumano se esfuerzan por aplaudirlo. Ellos parecen estar más felices que él. "No lo podía creer. Fue muy fuerte todo esto. No lo esperaba pero sí lo quería", reconoce rato después el amigo, ya con la estatuilla dorada de LA GACETA, el diploma y el otro trofeo del diario.

Coldplay hace las veces de compinche con su música de fondo. El "Flaco" no puede entrar en sí. Está inmovilizado de tanta algarabía. Hasta una lágrima traicionera se le escurre por uno de sus ojos.

Sueño cumplido

- "Bestia, felicidades; sos un grande, te lo merecés".

- Gracias, bestia, gracias.

Los apretones de manos, besos y saludos de sus pares inundan la reacción de Farías Cabello. Él quiere hablar, decirles algo, aunque sólo atina a levantar la mirada y buscar a los suyos. Mamá no se las aguantó y entró a la zona prometida, allí donde su hijo dominaba los flashes y las cámaras de la prensa.

"Qué año. Esto es un sueño, no lo puedo creer", explica como puede Julio, y recurre a abrir su corazón de piedra de guerrero. "Se siente muy adentro esta coronación, porque todo lo que hice lo hice con muchísimo trabajo y sacrificio", reconoce ahora sí, sin poder borrar esa curva de gracia que dibuja sus labios.

La TV arresta cada una de las palabras del mejor de todos de 2011 justo cuando su mujer llega a la conversación. Beso y abrazo mediante, ella avisa. "Hice milanesas pero hoy (por ayer) me lo llevo a comer afuera. Estoy feliz; me hizo llorar", se sincera Celeste, quien escucha de cerquita cómo su marido dedica este logro a los suyos. "¿Qué me pasó por la cabeza? Mis hijas, mi mujer, mi mamá, que subió a abrazarme, todos mis seres queridos", confiesa "Flaco", desbordado por las loas más importantes de todas. Las de su familia, que siempre estuvo con él.

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