14 Diciembre 2011
Bailar ritmos caribeños hasta quedar extenuado, transpirar en los gimnasios o correr tras el personal trainer son algunas de las estrategias que empleamos para agrandar los músculos y darles tonicidad, con el fin de lucir un físico fuerte y armónico. Pero, ¿existe algún tipo de gimnasia con la cual podamos hacer crecer nuestro cerebro? Según parece indicar un estudio realizado en una universidad de Estados Unidos, la meditación puede ser un muy buen ejercicio para la mente.
Imágenes que hablan
Los científicos usaron datos ofrecidos por estudios de resonancias magnéticas de alta resolución y tridimensionales. Con ellas hicieron lecturas del sistema nervioso central de un grupo de personas mientras estas estaban meditando. De acuerdo con el estudio, ciertas regiones del cerebro de quienes hacía tiempo se dedicaban a meditar eran más grandes que las de quienes no lo hacían.
Para ser más precisos, las imágenes del cerebro de aquellos que meditaban mostraron volúmenes significativamente más grandes en el hipocampo y en áreas de la corteza órbitofrontal, el tálamo y la circunvolución temporal inferior. Todas regiones que, según se sabe, intervienen en la regulación de las emociones.
La investigación fue llevada a cabo en el Laboratorio de Neuroimágenes de la Universidad de California, en Los Angeles. Se trata de un centro de estudios líder en el desarrollo de algoritmos computacionales y enfoques científicos para la comprensión y el mapeo de las distintas estructuras cerebrales y sus funciones.
Eileen Luders, autora principal del trabajo, afirma que las personas que practican la meditación habitualmente tienen una particular habilidad para desarrollar emociones positivas, más estabilidad emocional y un comportamiento más consciente. La idea de Luders y de su equipo es que las diferencias que observaron en los estudios cerebrales podrían explicar esas habilidades excepcionales.
Menos estrés
Esta investigación no hace más que confirmar los aspectos beneficiosos de la meditación. Se sabía que, además de lograr una mejor concentración y de ejercer control sobre sus emociones, muchas personas que meditan sufren menores niveles de estrés y desarrollan sistemas inmunológicos más fuertes. No obstante, hasta el momento no se conocía mucho respecto de los vínculos entre la meditación y la estructura del cerebro.
Los investigadores emplearon dos metodologías distintas para medir las diferencias en las estructuras cerebrales. En un caso dividieron el cerebro en varias regiones de interés, lo que les permitió comparar el tamaño de ciertas estructuras. Por otro lado, segmentaron el cerebro en diferentes clases de tejidos, lo que les permitió comparar la cantidad de materia gris que había en regiones específicas.
Más volumen
Los resultados, publicados en la revista científica "Neuroimage", indicaron que quienes meditaban tenían más células grises en ciertas regiones del cerebro que quienes no lo hacían.
Concretamente, se detectó un mayor volumen del lado derecho del hipocampo y más cantidad de materia gris en la corteza órbitofrontal, en el lado derecho del tálamo y en la zona izquierda inferior del lóbulo temporal. Aquí estarían -según los científicos- las bases neuronales que dan a quienes meditan la extraordinaria habilidad de regular sus emociones y de lograr respuestas adecuadas para enfrentar las vicisitudes de la vida.
El siguiente paso
Lo que aún no se conoce -y hacen faltan más estudios para poder dilucidarlo- es qué correlaciones específicas hay en el nivel microscópico. Es decir, determinar si en el cerebro de quienes meditan hay más cantidad de neuronas, si el tamaño de estas células es mayor o si desarrollan un patrón particular de conexiones.
Es importante destacar que no se hizo un seguimiento de los sujetos desde que estos comenzaron a meditar. De ahí que no se pueda descartar definitivamente la posibilidad de que hayan tenido -antes de iniciarse en la meditación regular- regiones de su cerebro con mayor tamaño y más materia gris, y que este hecho puntual las haya llevado a la meditación.
De todas formas, según los investigadores esto no es probable, por cuanto numerosos estudios previos han dejado en claro que el cerebro cuenta con una plasticidad muy destacable y que distintas influencias ambientales pueden enriquecerlo, produciendo cambios en su estructura.
Imágenes que hablan
Los científicos usaron datos ofrecidos por estudios de resonancias magnéticas de alta resolución y tridimensionales. Con ellas hicieron lecturas del sistema nervioso central de un grupo de personas mientras estas estaban meditando. De acuerdo con el estudio, ciertas regiones del cerebro de quienes hacía tiempo se dedicaban a meditar eran más grandes que las de quienes no lo hacían.
Para ser más precisos, las imágenes del cerebro de aquellos que meditaban mostraron volúmenes significativamente más grandes en el hipocampo y en áreas de la corteza órbitofrontal, el tálamo y la circunvolución temporal inferior. Todas regiones que, según se sabe, intervienen en la regulación de las emociones.
La investigación fue llevada a cabo en el Laboratorio de Neuroimágenes de la Universidad de California, en Los Angeles. Se trata de un centro de estudios líder en el desarrollo de algoritmos computacionales y enfoques científicos para la comprensión y el mapeo de las distintas estructuras cerebrales y sus funciones.
Eileen Luders, autora principal del trabajo, afirma que las personas que practican la meditación habitualmente tienen una particular habilidad para desarrollar emociones positivas, más estabilidad emocional y un comportamiento más consciente. La idea de Luders y de su equipo es que las diferencias que observaron en los estudios cerebrales podrían explicar esas habilidades excepcionales.
Menos estrés
Esta investigación no hace más que confirmar los aspectos beneficiosos de la meditación. Se sabía que, además de lograr una mejor concentración y de ejercer control sobre sus emociones, muchas personas que meditan sufren menores niveles de estrés y desarrollan sistemas inmunológicos más fuertes. No obstante, hasta el momento no se conocía mucho respecto de los vínculos entre la meditación y la estructura del cerebro.
Los investigadores emplearon dos metodologías distintas para medir las diferencias en las estructuras cerebrales. En un caso dividieron el cerebro en varias regiones de interés, lo que les permitió comparar el tamaño de ciertas estructuras. Por otro lado, segmentaron el cerebro en diferentes clases de tejidos, lo que les permitió comparar la cantidad de materia gris que había en regiones específicas.
Más volumen
Los resultados, publicados en la revista científica "Neuroimage", indicaron que quienes meditaban tenían más células grises en ciertas regiones del cerebro que quienes no lo hacían.
Concretamente, se detectó un mayor volumen del lado derecho del hipocampo y más cantidad de materia gris en la corteza órbitofrontal, en el lado derecho del tálamo y en la zona izquierda inferior del lóbulo temporal. Aquí estarían -según los científicos- las bases neuronales que dan a quienes meditan la extraordinaria habilidad de regular sus emociones y de lograr respuestas adecuadas para enfrentar las vicisitudes de la vida.
El siguiente paso
Lo que aún no se conoce -y hacen faltan más estudios para poder dilucidarlo- es qué correlaciones específicas hay en el nivel microscópico. Es decir, determinar si en el cerebro de quienes meditan hay más cantidad de neuronas, si el tamaño de estas células es mayor o si desarrollan un patrón particular de conexiones.
Es importante destacar que no se hizo un seguimiento de los sujetos desde que estos comenzaron a meditar. De ahí que no se pueda descartar definitivamente la posibilidad de que hayan tenido -antes de iniciarse en la meditación regular- regiones de su cerebro con mayor tamaño y más materia gris, y que este hecho puntual las haya llevado a la meditación.
De todas formas, según los investigadores esto no es probable, por cuanto numerosos estudios previos han dejado en claro que el cerebro cuenta con una plasticidad muy destacable y que distintas influencias ambientales pueden enriquecerlo, produciendo cambios en su estructura.