Por Carlos Páez de la Torre H
10 Diciembre 2011
ALBERTO ROUGÉS. El filósofo presidió el Consejo Escolar Nacional de Distrito. LA GACETA / ARCHIVO
En carta del 27 de agosto de 1939 a Leonardo Castellani, el gran filósofo tucumano Alberto Rougés hacía consideraciones sobre el analfabetismo. Recordaba que en 1931 presidió el Consejo Escolar Nacional del Distrito Tucumán, y enumeraba la actividad que éste cumplió.
"Se realizó una intensa propaganda para obtener la matriculación de todos los niños en edad escolar; se aplicó la ley sobre trabajo de menores y las disposiciones de la ley 1420 sobre obligatoriedad de la educación; se dio intervención a los directores de escuelas en la obtención de autorizaciones para trabajar, solicitadas por los padres de los menores, y en el retiro de las mismas; se creó el carnet escolar para comprobar el cumplimiento de la obligación educacional; se dio a los directores de escuelas facultades policiales adecuadas; y se llevó al día una estadística escolar, que permitía seguir de cerca, durante todo el año, el resultado de la obra educacional que se cumplía".
Enorgullecía a Rougés el hecho de que "el fruto de estas sencillas medidas de gobierno escolar fue un aumento de 11.000 niños en las escuelas sobre la cifra del año anterior". Como consecuencia, "Tucumán ocupó el primer puesto entre las demás provincias por el porcentaje de matriculados sobre los censados, que en algunos departamentos rurales casi igualó al de la Capital Federal".
Añadía que "aunque realizada en pequeño, esta experiencia me ha convencido de que el problema del analfabetismo es de fácil solución y que en dos años se puede, probablemente, hacer desaparecer prácticamente el analfabeto en edad escolar".
"Se realizó una intensa propaganda para obtener la matriculación de todos los niños en edad escolar; se aplicó la ley sobre trabajo de menores y las disposiciones de la ley 1420 sobre obligatoriedad de la educación; se dio intervención a los directores de escuelas en la obtención de autorizaciones para trabajar, solicitadas por los padres de los menores, y en el retiro de las mismas; se creó el carnet escolar para comprobar el cumplimiento de la obligación educacional; se dio a los directores de escuelas facultades policiales adecuadas; y se llevó al día una estadística escolar, que permitía seguir de cerca, durante todo el año, el resultado de la obra educacional que se cumplía".
Enorgullecía a Rougés el hecho de que "el fruto de estas sencillas medidas de gobierno escolar fue un aumento de 11.000 niños en las escuelas sobre la cifra del año anterior". Como consecuencia, "Tucumán ocupó el primer puesto entre las demás provincias por el porcentaje de matriculados sobre los censados, que en algunos departamentos rurales casi igualó al de la Capital Federal".
Añadía que "aunque realizada en pequeño, esta experiencia me ha convencido de que el problema del analfabetismo es de fácil solución y que en dos años se puede, probablemente, hacer desaparecer prácticamente el analfabeto en edad escolar".
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