04 Diciembre 2011
Los nuevos sentidos del relato histórico: a propósito del Instituto de Revisionismo Histórico Argentino e Iberoamericano "Manuel Dorrego"
En etapas de ruptura, tanto progresivas como regresivas, los gobiernos pretendieron erigir un nuevo relato del pasado para construir el sentido del presente. En ese combate por trazar el rumbo del futuro de la Argentina se inscribe la creación del Instituto Nacional de Revisionismo Histórico Argentino e Iberoamericano "Manuel Dorrego".
El decreto del Poder Ejecutivo recupera el vocablo revisionismo, que alude a una constelación de interpretaciones sobre la historia de la Argentina y aunque no menciona nombres, salvo José María Rosa y Jorge Abelardo Ramos, es bueno recordar que ambos diferían con vigor sobre el papel de personajes políticos como Juan Manuel de Rosas o Julio Argentino Roca. Y esto es así, porque la interpretación del pasado, y la visión que se tenga del presente, puede ser compleja, polémica y no se traza de una vez y para siempre.
El decreto propone recuperar el papel de José de San Martín, Martín Güemes, Gervasio Artigas, Bolivar, José Vasconcelos, Manuel Ugarte, Víctor Hugo Haya de la Torre, entre otros, la participación de los sectores populares y de las mujeres, cuyas ausencias fueron modeladas por las matrices liberales de nuestra cultura, aunque en este punto desconoce la producción histórica reciente.
Apuesta por la inclusión
¿Desde dónde se escribe esta narrativa? Felizmente hay distintas instituciones, las universidades, el Conicet (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas) y la Agencia Nacional de Investigaciones. También están las academias (Academia Nacional de la Historia, Instituto Belgraniano, Güemesiano, Almirante Brown, Roca, Yrigoyen, Perón, entre otras, y en las Juntas de Estudios Históricos Provinciales) que fueron las menos activas en la producción de relatos con valor histórico consistente.
Por lo tanto, la creación de un instituto más no amerita el oleaje, reactivado por la prensa, que impugna al gobierno adjudicándole el propósito de construir una "historia oficial", impuesta de manera vigilante sobre los docentes y con procedimientos autoritarios.
Este argumento no se condice con la libertad que reina en las instituciones y pretende oscurecer las buenas políticas llevadas adelante por el gobierno nacional, como el incremento del presupuesto en la educación superior y también en las agencias científicas como el Conicet.
La construcción de una buena historia, inclusiva en lo social, nacional con trama latinoamericana, compleja en sus significados y metodologías, depende más de esta buena política, que de las diversas academias o institutos.
En etapas de ruptura, tanto progresivas como regresivas, los gobiernos pretendieron erigir un nuevo relato del pasado para construir el sentido del presente. En ese combate por trazar el rumbo del futuro de la Argentina se inscribe la creación del Instituto Nacional de Revisionismo Histórico Argentino e Iberoamericano "Manuel Dorrego".
El decreto del Poder Ejecutivo recupera el vocablo revisionismo, que alude a una constelación de interpretaciones sobre la historia de la Argentina y aunque no menciona nombres, salvo José María Rosa y Jorge Abelardo Ramos, es bueno recordar que ambos diferían con vigor sobre el papel de personajes políticos como Juan Manuel de Rosas o Julio Argentino Roca. Y esto es así, porque la interpretación del pasado, y la visión que se tenga del presente, puede ser compleja, polémica y no se traza de una vez y para siempre.
El decreto propone recuperar el papel de José de San Martín, Martín Güemes, Gervasio Artigas, Bolivar, José Vasconcelos, Manuel Ugarte, Víctor Hugo Haya de la Torre, entre otros, la participación de los sectores populares y de las mujeres, cuyas ausencias fueron modeladas por las matrices liberales de nuestra cultura, aunque en este punto desconoce la producción histórica reciente.
Apuesta por la inclusión
¿Desde dónde se escribe esta narrativa? Felizmente hay distintas instituciones, las universidades, el Conicet (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas) y la Agencia Nacional de Investigaciones. También están las academias (Academia Nacional de la Historia, Instituto Belgraniano, Güemesiano, Almirante Brown, Roca, Yrigoyen, Perón, entre otras, y en las Juntas de Estudios Históricos Provinciales) que fueron las menos activas en la producción de relatos con valor histórico consistente.
Por lo tanto, la creación de un instituto más no amerita el oleaje, reactivado por la prensa, que impugna al gobierno adjudicándole el propósito de construir una "historia oficial", impuesta de manera vigilante sobre los docentes y con procedimientos autoritarios.
Este argumento no se condice con la libertad que reina en las instituciones y pretende oscurecer las buenas políticas llevadas adelante por el gobierno nacional, como el incremento del presupuesto en la educación superior y también en las agencias científicas como el Conicet.
La construcción de una buena historia, inclusiva en lo social, nacional con trama latinoamericana, compleja en sus significados y metodologías, depende más de esta buena política, que de las diversas academias o institutos.
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