20 Noviembre 2011
Suben y bajan las bolsas; "los mercados" están alterados; campamentos de indignados en las ciudades del "Primer mundo"; se cae el euro; récord de desocupados en España; Argentina está blindada; se quitan subsidios; se imponen controles para la compra de dólares; China deja de comprar. Estos son algunos de los titulares de los diarios que nos vienen acompañando desde hace unos meses. Claramente son tiempos de crisis.
Es interesante revisar cómo inciden estas crisis en las empresas de familia, cuáles de sus características las benefician y cuáles las perjudican.
Las empresas de familia se caracterizan por la integración de tres instituciones diferentes: la familia, el negocio (la gestión) y el capital (patrimonio). Si alguna de estas instituciones es deficitaria, toda la empresa de familia está en riesgo.
Tener el capital y el patrimonio de la familia en buenas manos, y hacer un negocio rentable manejado por la misma familia es un gran beneficio.
Una menor burocracia ayuda a agilizar los procesos de toma de decisiones. Ese proceso es más sencillo: le da a las empresas de familia una adaptabilidad a las circunstancias que no puede darse en empresa corporativas.
Estas compañías suelen ser hábiles para moverse en tiempo de crisis, como se demostró en la Argentina durante la postcrisis 2001/2002, en la cual infinidad de emprendedores permitieron mantener y levantar una economía en bancarrota.
Aún en las peores crisis la población necesitó abastecimiento de cosas, como alimentos, servicios. Esos son muchos de los espacios que ocupan las PyME.
La lealtad que generan en empleados, proveedores y clientes les da una enorme ventaja. Es necesario que cuenten con una gestión profesionalizada. Esto no quiere decir necesariamente contratar profesionales; los miembros de la familia deben profesionalizarse (capacitarse), porque los procesos deben ser profesionalizados. También es necesario planificar una transición ordenada de la dirección, nunca es demasiado temprano para comenzar a pensarla.
Desventajas competitivas
Que la familia no esté cohesionada, que los conflictos en las relaciones perturben la gestión, juega en contra de estas empresas, sobre todo en momentos de crisis.
En muchas ocasiones los puestos directivos no se completan por la aptitud y capacidad, sino por el parentesco. La falta de profesionalización de los miembros de la familia y de la organización, y la no planificación de una transición ordenada de la dirección, ponen en riesgo la sobrevivencia de la empresa.
Nunca fueron las empresas familiares responsables ni provocadoras de las crisis; por el contrario, quizá las empresas de familia sean la mejor herramienta para salir adelante de los países afectados por la crisis. Es el empuje de las estas organizaciones lo que mantiene en alto y en funcionamiento las economías.
Es interesante revisar cómo inciden estas crisis en las empresas de familia, cuáles de sus características las benefician y cuáles las perjudican.
Las empresas de familia se caracterizan por la integración de tres instituciones diferentes: la familia, el negocio (la gestión) y el capital (patrimonio). Si alguna de estas instituciones es deficitaria, toda la empresa de familia está en riesgo.
Tener el capital y el patrimonio de la familia en buenas manos, y hacer un negocio rentable manejado por la misma familia es un gran beneficio.
Una menor burocracia ayuda a agilizar los procesos de toma de decisiones. Ese proceso es más sencillo: le da a las empresas de familia una adaptabilidad a las circunstancias que no puede darse en empresa corporativas.
Estas compañías suelen ser hábiles para moverse en tiempo de crisis, como se demostró en la Argentina durante la postcrisis 2001/2002, en la cual infinidad de emprendedores permitieron mantener y levantar una economía en bancarrota.
Aún en las peores crisis la población necesitó abastecimiento de cosas, como alimentos, servicios. Esos son muchos de los espacios que ocupan las PyME.
La lealtad que generan en empleados, proveedores y clientes les da una enorme ventaja. Es necesario que cuenten con una gestión profesionalizada. Esto no quiere decir necesariamente contratar profesionales; los miembros de la familia deben profesionalizarse (capacitarse), porque los procesos deben ser profesionalizados. También es necesario planificar una transición ordenada de la dirección, nunca es demasiado temprano para comenzar a pensarla.
Desventajas competitivas
Que la familia no esté cohesionada, que los conflictos en las relaciones perturben la gestión, juega en contra de estas empresas, sobre todo en momentos de crisis.
En muchas ocasiones los puestos directivos no se completan por la aptitud y capacidad, sino por el parentesco. La falta de profesionalización de los miembros de la familia y de la organización, y la no planificación de una transición ordenada de la dirección, ponen en riesgo la sobrevivencia de la empresa.
Nunca fueron las empresas familiares responsables ni provocadoras de las crisis; por el contrario, quizá las empresas de familia sean la mejor herramienta para salir adelante de los países afectados por la crisis. Es el empuje de las estas organizaciones lo que mantiene en alto y en funcionamiento las economías.
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