13 Noviembre 2011
Andrew Loog Oldham era un chico raro y problemático. Años después, el mundo se llenaría de otros como él, pero a principios de los 60, cuando entraba en la adolescencia, no era común.
Andrew sobrevivió a los 60, y su viaje de sexo, drogas y rock and roll no limaron su memoria. El descubridor de los Rolling Stones y productor de otros grandes, cuenta en primera persona no sólo esos hitos que lo convirtieron en un gurú del rock mundial, sino también gran parte de lo que pasó en el Viejo Mundo tras la II Guerra Mundial.
Desde su nacimiento le tocó bailar con la más fea. Hijo de una enfermera y madre soltera que le dio una educación aristocrática y cara, se refugió en la lectura y en la música. Se fue involucrando de a poco en el maravilloso mundo que los jóvenes de la época pintaban en el cielo: la moda (trabajó en la icónica tienda Bazaar), su relación prematura (a los 12 años) con el cine, la radio, la TV y la música, y el acercamiento a algunos de sus referentes del momento.
Creció rápido y a los golpes, pero a conciencia, cuenta él mismo. Y así fue como formó parte de la organización del Monterey Pop Festival (1967), encuentro clave para la conformación del rock como un todo en el que la música era sólo una parte; fue fundamental para la caracterización del movimiento cultural.
Chicos malos
Entre relatos de excesos, fiestas del pasado y el presente, Andrew da cuenta de su método para lograr que los Rolling Stones compusieran su primera canción: los encerró en una habitación, sin drogas ni alcohol. También, cómo convenció a Lennon y McCartney para que compusieran para los Rolling su primer hit, I Wanna Be Your Man.
De entre los tantos relatos de los 60 existentes, el del productor es tal vez el que más importancia le da a la moda en su relación con la movida cultural en general. No es casual, entonces, que una de sus primeras decisiones al cruzarse con los Rolling haya sido quitarles los uniformes y crearles un look nuevo, desenfadado y coherente con la leyenda de "chicos malos" que él mismo se encargó de fomentar como estrategia de marketing.
"Yo tomé esas libertades establecidas del pop y las apliqué dentro de los límites del seguro mundo de la música, donde resultaban innovadoras", cuenta en su autobiografía quien también produjo a Los Ratones Paranoicos y a Charly García.
El principio del final
La ruptura con la banda, cuando en el 67 Mick Jagger y Keith Richards fueron detenidos con drogas y la policía empezó a seguirlos de cerca.
Oldham se instaló en EE.UU. Tenía 23 años, era el dueño del éxito, pero sus amigos se sintieron abandonados. Deprimido y fuera de control, vendió sus derechos y contratos con los Rolling. Le llevó más de 15 años reponerse, aunque sabía que ya nunca tendría en sus manos un grupo de forajidos tan geniales y exitosos. De eso habla en primera persona este extraño sobreviviente. © LA GACETA
Andrew sobrevivió a los 60, y su viaje de sexo, drogas y rock and roll no limaron su memoria. El descubridor de los Rolling Stones y productor de otros grandes, cuenta en primera persona no sólo esos hitos que lo convirtieron en un gurú del rock mundial, sino también gran parte de lo que pasó en el Viejo Mundo tras la II Guerra Mundial.
Desde su nacimiento le tocó bailar con la más fea. Hijo de una enfermera y madre soltera que le dio una educación aristocrática y cara, se refugió en la lectura y en la música. Se fue involucrando de a poco en el maravilloso mundo que los jóvenes de la época pintaban en el cielo: la moda (trabajó en la icónica tienda Bazaar), su relación prematura (a los 12 años) con el cine, la radio, la TV y la música, y el acercamiento a algunos de sus referentes del momento.
Creció rápido y a los golpes, pero a conciencia, cuenta él mismo. Y así fue como formó parte de la organización del Monterey Pop Festival (1967), encuentro clave para la conformación del rock como un todo en el que la música era sólo una parte; fue fundamental para la caracterización del movimiento cultural.
Chicos malos
Entre relatos de excesos, fiestas del pasado y el presente, Andrew da cuenta de su método para lograr que los Rolling Stones compusieran su primera canción: los encerró en una habitación, sin drogas ni alcohol. También, cómo convenció a Lennon y McCartney para que compusieran para los Rolling su primer hit, I Wanna Be Your Man.
De entre los tantos relatos de los 60 existentes, el del productor es tal vez el que más importancia le da a la moda en su relación con la movida cultural en general. No es casual, entonces, que una de sus primeras decisiones al cruzarse con los Rolling haya sido quitarles los uniformes y crearles un look nuevo, desenfadado y coherente con la leyenda de "chicos malos" que él mismo se encargó de fomentar como estrategia de marketing.
"Yo tomé esas libertades establecidas del pop y las apliqué dentro de los límites del seguro mundo de la música, donde resultaban innovadoras", cuenta en su autobiografía quien también produjo a Los Ratones Paranoicos y a Charly García.
El principio del final
La ruptura con la banda, cuando en el 67 Mick Jagger y Keith Richards fueron detenidos con drogas y la policía empezó a seguirlos de cerca.
Oldham se instaló en EE.UU. Tenía 23 años, era el dueño del éxito, pero sus amigos se sintieron abandonados. Deprimido y fuera de control, vendió sus derechos y contratos con los Rolling. Le llevó más de 15 años reponerse, aunque sabía que ya nunca tendría en sus manos un grupo de forajidos tan geniales y exitosos. De eso habla en primera persona este extraño sobreviviente. © LA GACETA