Néstor Kirchner: la sorpresiva partida de un político de raza

Néstor Kirchner: la sorpresiva partida de un político de raza

Era el hombre fuerte de la política argentina. Su temperamento avasallador y su tendencia a saltearse el protocolo lo destacaron pronto, y le hicieron ganar adeptos y adversarios. Tenía 60 años cuando murió, la mañana del 27 de octubre de 2010. Aquí, fragmentos de su intensa vida.

26 Octubre 2011

Las plazas de todo el país empezaron a recibir ese mediodía caras desencajadas, todavía sorprendidas por la noticia. Néstor Kirchner había muerto. Era una mañana especial, en la que el Censo poblacional había detenido el movimiento casi por completo.

El santacruceño estaba en la plenitud de su carrera política, era el líder de un proceso que está todavía en marcha, aunque en ese entonces la derrota electoral de 2009 todavía laceraba la piel del oficialismo.

Tenía 60 años, de los cuales había dedicado más dos tercios a la actividad política. Fue militante desde la adolescencia, en el colegio secundario; vivió la primavera democrática de los 70 desde el peronismo, en la La Plata como estudiante universitario hasta que se recibió como abogado.

La dictadura lo obligó a regresar a su Santa Cruz natal, ya casado con Cristina Fernández. El regreso a la democracia lo encontró activo y decidido. En el 82 fundó el Ateneo Juan Domingo Perón, su base política y organizativa; en el 87 llegó a la intendencia de Río Gallegos, y en el 91 a la gobernación de esa lejana provincia, cargo que ejerció por dos períodos.

La crisis económica, política e institucional de 2001 aceleró los planes de Kirchner, que pensaba lanzar su candidatura para recorrer el país y empezar a hacerse conocido: pensaba que en 2007 podría llegar al gobierno.

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Pero el descreimiento generalizado en la clase política traducido en la frase "que se vayan todos", las alternativas ya conocidas que seguían prometiendo capacidad para campear la crisis, llevaron al 22 % electorado a darle un voto de confianza sorprendente. 

Carlos Menem renunció al balotage, y Kirchner se convirtió en el presidente más débil de la democracia argentina... pero eso fue por poco tiempo. Fue un apasionado, un animal político que llevó hasta el límite sus decisiones. Por eso sus enfrentamientos con el campo y los conglomerados mediáticos, entre otros, llevaron a los opositores a calificarlo de autoritario. Y a sus seguidores a convencerse de que era el hombre indicado. LA GACETA ©

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