Por Lucía Lozano
15 Octubre 2011
La pesquisa casera convive con técnicas CSI
Los "testigos mudos" que aparecen en la escena de un crimen nunca mienten. Los peritos de la Policía Científica deben hacerlos "hablar" para resolver los crímenes de la forma más objetiva. La criminalística va abandonando, de a poco, sus técnicas artesanales e incorporando cada vez más tecnología. Las pericias influyen en el esclarecimiento de más del 80% de los casos
Rastros de sangre, el cuerpo todavía caliente, un arma tirada en el piso y un enigma a descifrar. Para ellos, los miembros de la Policía Científica, no existe el crimen perfecto. Su función es desentrañar las pistas que quedaron en la escena y buscar las pruebas que resuelvan el caso. Cuanto antes. Porque con el paso del tiempo la verdad huye. Sus testigos son mudos, pero jamás mienten. Una sola prueba es capaz de marcar una condena o una absolución. Por eso, mientras este trabajo va dejando atrás su lado "artesanal" y echando mano cada vez más a la ciencia y a la tecnología, los indicios adquieren más protagonismo en los juicios y en los veredictos.
Entre la consumación de un crimen y su resolución hay muchos pasos. En Tucumán, la incorporación de nuevos elementos y técnicas ha permitido en los últimos años acelerar los procesos de la investigación: antes el primer dato sobre un delito aparecía a los cuatro días y ahora se obtiene en cinco minutos.
Lejos de lo que se podría presuponer, nuestra provincia está cada vez más cerca de cualquier país anglosajón, los más adelantados en la materia. Pero todavía nos falta bastante en cuanto a modernización y cantidad de personal, aseguran los expertos. Es importante invertir para contar con más equipamiento en las distintas áreas.
En total, hacen más de 15.000 pericias anuales en busca de la verdad o de indicios. Sólo en la capital tienen más de 500 intervenciones mensuales; la mayoría por accidentes de tránsito. Les siguen los robos y asaltos, las lesiones y los homicidios, detalla el jefe de la repartición, el comisario Héctor Hugo Galván.
Para ellos todo es un crimen (lo entienden como todo tipo de delito) y ninguno es más importante que otro. Están tan acostumbrados a los hechos de sangre que ni siquiera pestañean ante la muerte o el peligro.
Los peritos trabajan rodeados de viejos aparatos y sin demasiado glamour. Por eso, ante la llegada de cualquier elemento innovador, festejan. Se sienten como detectives de la serie televisiva CSI, bromean. Como cuando llegó el policomparador de huellas, un aparato a través del cual se puede establecer con más precisión si dos rastros coinciden.
Ahora llegan a la escena del crimen en un laboratorio móvil y utilizan la filmadora para que ningún dato pase inadvertido. "Esto fue un gran avance, porque las pruebas biológicas son cada vez más importantes. Ahora obtenemos en pocos minutos datos que pueden orientar la investigación. Por ejemplo, si hay sangre en el lugar y si es humana, si hay semen o el estado toxicológico de la víctima", resalta la bioquímica Lilia Moyano.
Nuevos reactivos permiten también que los resultados de las pruebas sean más efectivos. Y la presencia de una heladera en el móvil es para que no se pierdan o alteren muestras. "Antes, la sangre nos daba la mayoría de los datos. Hoy, gracias a los avances, el pelo es tan importante como la sangre para determinar la identidad de un criminal", apunta la experta, y recuerda una vez que hallaron en el pecho de una víctima una pestaña. Ese indicio después sirvió para identificar al agresor.
En el laboratorio se trabaja de forma silenciosa y cada vez menos casera. Se analizan muestras que luego son pruebas fundamentales para poder resolver crímenes. Los análisis de ADN hoy son grandes aclaradores de causas. Estos estudios todavía no se realizan en Tucumán. Las muestras viajan a Buenos Aires y demoran unos 20 días en volver aproximadamente.
No hay días tranquilos
En el edificio de Junín 850 la radio policial no para de sonar. Ante cualquier delito, los peritos se trepan a la camioneta y se dirigen al lugar del hecho. No hay días tranquilos, ni horarios. Las maletas están siempre preparadas.
El primer paso es preservar la escena del crimen, hacer un relevamiento del área y recoger todos los objetos que se encuentran en el lugar y que pueden ser indicios, como colillas de cigarrillo, envoltorios de caramelos, cápsulas de armas de fuego o manchas de sangre. Nada se descarta. Hay que actuar con cuidado y prolijidad. Lo más importante es que nadie mueva nada de su lugar y mucho menos tocar las cosas con las manos.
Antes, en la mayoría de las causas pesaban más los testimonios de las personas, que no son 100% fiables. Ahora, según las autoridades, aparecen cada vez más las pruebas científicas. Estas pericias influyen en la resolución del 80% de los casos que se investigan en la provincia.
"Nuestro trabajo empieza en el lugar del hecho, pero jamás termina ahí. Son días y días de trabajo. Y los tiempos apuran porque a veces una prueba puede determinar el rumbo de una causa", explica Galván. "Lo ideal es hacer una película de cómo el delincuente fue actuando", señala la doctora Moyano. Es como un rompecabezas. Cada prueba une un dato con otro. Y cuando el círculo cierra, el acusado queda contra las cuerdas.
Entre la consumación de un crimen y su resolución hay muchos pasos. En Tucumán, la incorporación de nuevos elementos y técnicas ha permitido en los últimos años acelerar los procesos de la investigación: antes el primer dato sobre un delito aparecía a los cuatro días y ahora se obtiene en cinco minutos.
Lejos de lo que se podría presuponer, nuestra provincia está cada vez más cerca de cualquier país anglosajón, los más adelantados en la materia. Pero todavía nos falta bastante en cuanto a modernización y cantidad de personal, aseguran los expertos. Es importante invertir para contar con más equipamiento en las distintas áreas.
En total, hacen más de 15.000 pericias anuales en busca de la verdad o de indicios. Sólo en la capital tienen más de 500 intervenciones mensuales; la mayoría por accidentes de tránsito. Les siguen los robos y asaltos, las lesiones y los homicidios, detalla el jefe de la repartición, el comisario Héctor Hugo Galván.
Para ellos todo es un crimen (lo entienden como todo tipo de delito) y ninguno es más importante que otro. Están tan acostumbrados a los hechos de sangre que ni siquiera pestañean ante la muerte o el peligro.
Los peritos trabajan rodeados de viejos aparatos y sin demasiado glamour. Por eso, ante la llegada de cualquier elemento innovador, festejan. Se sienten como detectives de la serie televisiva CSI, bromean. Como cuando llegó el policomparador de huellas, un aparato a través del cual se puede establecer con más precisión si dos rastros coinciden.
Ahora llegan a la escena del crimen en un laboratorio móvil y utilizan la filmadora para que ningún dato pase inadvertido. "Esto fue un gran avance, porque las pruebas biológicas son cada vez más importantes. Ahora obtenemos en pocos minutos datos que pueden orientar la investigación. Por ejemplo, si hay sangre en el lugar y si es humana, si hay semen o el estado toxicológico de la víctima", resalta la bioquímica Lilia Moyano.
Nuevos reactivos permiten también que los resultados de las pruebas sean más efectivos. Y la presencia de una heladera en el móvil es para que no se pierdan o alteren muestras. "Antes, la sangre nos daba la mayoría de los datos. Hoy, gracias a los avances, el pelo es tan importante como la sangre para determinar la identidad de un criminal", apunta la experta, y recuerda una vez que hallaron en el pecho de una víctima una pestaña. Ese indicio después sirvió para identificar al agresor.
En el laboratorio se trabaja de forma silenciosa y cada vez menos casera. Se analizan muestras que luego son pruebas fundamentales para poder resolver crímenes. Los análisis de ADN hoy son grandes aclaradores de causas. Estos estudios todavía no se realizan en Tucumán. Las muestras viajan a Buenos Aires y demoran unos 20 días en volver aproximadamente.
No hay días tranquilos
En el edificio de Junín 850 la radio policial no para de sonar. Ante cualquier delito, los peritos se trepan a la camioneta y se dirigen al lugar del hecho. No hay días tranquilos, ni horarios. Las maletas están siempre preparadas.
El primer paso es preservar la escena del crimen, hacer un relevamiento del área y recoger todos los objetos que se encuentran en el lugar y que pueden ser indicios, como colillas de cigarrillo, envoltorios de caramelos, cápsulas de armas de fuego o manchas de sangre. Nada se descarta. Hay que actuar con cuidado y prolijidad. Lo más importante es que nadie mueva nada de su lugar y mucho menos tocar las cosas con las manos.
Antes, en la mayoría de las causas pesaban más los testimonios de las personas, que no son 100% fiables. Ahora, según las autoridades, aparecen cada vez más las pruebas científicas. Estas pericias influyen en la resolución del 80% de los casos que se investigan en la provincia.
"Nuestro trabajo empieza en el lugar del hecho, pero jamás termina ahí. Son días y días de trabajo. Y los tiempos apuran porque a veces una prueba puede determinar el rumbo de una causa", explica Galván. "Lo ideal es hacer una película de cómo el delincuente fue actuando", señala la doctora Moyano. Es como un rompecabezas. Cada prueba une un dato con otro. Y cuando el círculo cierra, el acusado queda contra las cuerdas.
Lo más popular