La mera necesidad de consumir proteínas

Nuestra cultura considera a la antropofagia una práctica bestial, inadmisible en el ser humano. Sólo la justifica en casos extremos; como aquel de 1971, cuando un avión que llevaba un grupo de deportistas se estrelló en la Cordillera de los Andes; y los que se salvaron se alimentaron de sus compañeros muertos, para sobrevivir. Otro fue el caso reciente de los mineros chilenos atrapados a varios metros de profundidad, prácticamente sin qué comer. Tiempo después de haber sido rescatados, los mineros revelaron haber convenido entre ellos que al primero que muriera los restantes lo comerían.

Los estudios antropológicos demuestran que la antropofagia ha sido una práctica de difusión universal, propia de las comunidades humanas en su etapa más primitiva. Algunas, al evolucionar, la superaron, pero otras la mantuvieron. A veces se daba la antropofagia entre personas de la misma comunidad. Pero, por lo general, los ingeridos pertenecían a otra y eran prisioneros de guerra. Esto explica la agresividad que caracterizaba a los pueblos antropófagos que guerreaban con el propósito declarado de cazar seres humanos para comerlos.

En América, los españoles hallaron ambos tipos de comunidades. Algunas eran muy primitivas, como las que habitaban la isla llamada Carib o Caniba, topónimos de los que derivan los calificativos caribe y caníbal, este último sinónimo de antropófago. Otras eran muy evolucionadas como los mayas y aztecas, que comían a los sacrificados en sus ceremonias rituales. Cabe preguntarse qué factor común había entre unas y otras para que ambas practicaran la antropofagia. Una explicación la daban los mismos antropófagos cuando, a la pregunta de los españoles de por qué comían carne humana, respondían "porque era muy sabrosa".

Pero consideramos que la explicación más racional era la necesidad que sentían de consumir proteínas de origen animal y hay un hecho que así la avala: la única región del continente americano donde existía ganado, es decir, "conjunto de bestias que se apacientan y andan juntas" era el área andina sudamericana. Y no es casualidad que sus habitantes no fueran antropófagos pues tenían a mano el recurso alimenticio de sus llamas y alpacas.

España erradicó la práctica de la antropofagia mediante la prédica religiosa; y la legislación estableció por la ley VII del 23 de junio de 1523 la prohibición de comer carne humana, aunque fuera la de los prisioneros y muertos en la guerra. También erradicaron esa práctica mediante la introducción de ganado vacuno, porcino, caprino, ovino y aviar. Así les brindaron a los antropófagos el alimento que necesitaban, sin tener que recurrir a la muerte de sus semejantes.