13 Octubre 2011
Según el Ministerio de Educación, los casos de violencia registrados en el país y en la provincia son hechos aislados y trascienden la esfera escolar. "Son casos policiales y judiciales, donde las partes afectadas han tenido su derecho a defensa", apuntó la secretaria de Gestión Educativa, Silvia Ojeda. La funcionaria remarcó que la docencia no está indefensa, y que el Ministerio tiene muchas vías para abordar conflictos. "Lo que hay es una sensación de reflejo: si consideramos la cantidad de docentes y de alumnos, estos casos de violencia resultan aislados, pero generan inseguridad en la sociedad, por lo virtual y mediático", sostuvo.
Ojeda explicó que el Ministerio apuesta a la mediación. "La escuela no es una burbuja, en ella se filtran todas las cuestiones sociales", añadió. Dijo que se trabajó escuela por escuela en los códigos de convivencia, planteando un cambio de paradigma: de lo punitivo a lo participativo, en los derechos y en las obligaciones. Puso énfasis en que hay un proceso de cambio en la relación de poder: el poder de aprobar o desaprobar; poder que muchas veces se hizo visible, por ejemplo, en "si te portás mal tenés un 1".
Ojeda hizo referencia a lo difícil que es para las escuelas digerir los cambios, fundamentalmente, porque falta fortalecer vínculos. "Los chicos tienen ciertos códigos y los adultos, otros, si no trabajamos para el encuentro, se generan los conflictos", comentó.
También reconoció que a partir de la obligatoriedad del secundario es muy complejo enseñar a un colectivo diverso, en un mundo cruzado por la tecnología y la información. "En esa comunidad heterogénea hay familias y alumnos que no han tenido otra manera de comunicarse. ¿Qué se decidía antes?: que el alumno se vaya. Hoy existen otras posibilidades; entre todos debemos encontrar cómo resolver esos conflictos. Los adultos tenemos que poder transitar esa escuela", enfatizó.
Ojeda explicó que el Ministerio apuesta a la mediación. "La escuela no es una burbuja, en ella se filtran todas las cuestiones sociales", añadió. Dijo que se trabajó escuela por escuela en los códigos de convivencia, planteando un cambio de paradigma: de lo punitivo a lo participativo, en los derechos y en las obligaciones. Puso énfasis en que hay un proceso de cambio en la relación de poder: el poder de aprobar o desaprobar; poder que muchas veces se hizo visible, por ejemplo, en "si te portás mal tenés un 1".
Ojeda hizo referencia a lo difícil que es para las escuelas digerir los cambios, fundamentalmente, porque falta fortalecer vínculos. "Los chicos tienen ciertos códigos y los adultos, otros, si no trabajamos para el encuentro, se generan los conflictos", comentó.
También reconoció que a partir de la obligatoriedad del secundario es muy complejo enseñar a un colectivo diverso, en un mundo cruzado por la tecnología y la información. "En esa comunidad heterogénea hay familias y alumnos que no han tenido otra manera de comunicarse. ¿Qué se decidía antes?: que el alumno se vaya. Hoy existen otras posibilidades; entre todos debemos encontrar cómo resolver esos conflictos. Los adultos tenemos que poder transitar esa escuela", enfatizó.
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