Visita a la usina de Lules

Visita a la usina de Lules

Experiencia de una periodista porteña en 1913.

Ada M. Elflein, periodista de "La Prensa", narra entre la crónica de su viaje a Tucumán en 1913, la visita a las instalaciones de la Compañía Hidro Eléctrica. Llegó en auto hasta la puerta de una de las usinas, "situada en un recodo del río Lules, sobre una terraza natural", y siguió por un sendero "que envuelve con sus anillos el flanco de los cerros".

Divisaba desde allí el rugiente río, que aparecía como "una enorme serpiente manchada de verde sombrío y blanco deslumbrador". Siguió subiendo hasta llegar a una zona parquizada, con los "bungalows" de los ingenieros y empleados jerárquicos de la empresa. El administrador general, Mr. Heywood, le propuso "una excursión a los diques altos que la compañía ha construido en el interior de la quebrada". Marcharon para la visita "en una pequeña y poderosa locomotora Decauville, que arrastraba una zorra". Tenía acondicionados para sentarse unos durmientes de quebracho.

"Una vez en marcha, los ojos no alcanzan a abarcar tanta belleza", afirmaba. En curvas audaces, el pequeño convoy iba ganando altura. Recorrieron los dos diques: era un espectáculo fascinante ver cómo, detrás de la muralla, "el río se precipita en hirviente y salvaje torbellino en la boca negra del túnel que conduce prisionera, a la fábrica, gran parte de su caudal". Le parecía estar "en las fuentes misteriosas de la vida". Y mientras "el sol lanza en vano sus masas de oro contra las cúpulas densas de la fronda, creyérase oír, en medio del aparente silencio, el latir de un corazón inmenso", escribía maravillada la periodista.

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