08 Septiembre 2011
"LAS ADICCIONES SE CURAN". Marien Kooyman disertó ayer y la concurrencia fue mayoritariamente de estudiantes y profesionales de la salud mental. LA GACETA / FRANCO VERA
Una nueva oportunidad... Según una parte de los profesionales de la salud mental, las adicciones a las drogas son una enfermedad crónica que, a lo sumo, pueden controlarse, aunque el riesgo de la recaída permanece siempre latente. Pero hay otros que creen y apuestan por la nueva oportunidad, y aseguran que las adicciones pueden curarse. Entonces el debate se centra en otro eje: el tratamiento.
Invitado por la Fundación OSDE y por la asociación Proyecto UNO, el psiquiatra holandés especialista en adicciones Martien Kooyman visitó la provincia como invitado de la "II Jornada Internacional de Actualización en Adicciones y Patología Dual". Allí se presentó el trabajo "Modelo médico, psicoterapias y comunidad terapéutica: ¿es posible la integración?" Con esa pregunta rectora, el encuentro fue un espacio para conocer la experiencia de Kooyman en la metodología de la Comunidad Terapéutica (CT) para abordar las adicciones.
La charla fue retransmitida por teleconferencia a todas las filiales OSDE del país; en Tucumán asistieron numerosos profesionales y estudiantes de Psicología y Psiquiatría. La actividad fue gratuita y estuvo coordinada por la asociación Proyecto UNO (siglas de Una Nueva Oportunidad), con sede en Buenos Aires y cuyo presidente, el psicólogo social Daniel de Angelis, también estuvo presente. Antes de la conferencia, ambos profesionales charlaron con LA GACETA.
"Una CT es un lugar donde la gente aprende a vivir sin drogas, a solucionar sus problemas, a comunicarse con otros y a ayudarse a sí mismo y a los demás, sin que se le administre ningún tipo de drogas ni medicamentos para combatir la adicción. A partir de dejar de consumir, las personas pueden encontrar cuáles son sus verdaderos problemas", explica Kooyman, pionero en este tipo de tratamientos.
Él y su colega evitan hablar de pacientes o de enfermos. Cuando se refieren a las personas que asisten a las CT los llaman "residentes". "De todos modos, es importante aclarar que el tema de la CT ha tomado un carácter polisémico y que se presta a confusiones. En realidad, tiene que ver más con una metodología que con una sede residencial, o un centro de tratamiento o una granja", puntualiza De Angelis. Él está al frente del centro asistencial perteneciente a la fundación que preside.
Aprender a NO ayudar
El concepto de este abordaje es que el adicto es quien encontrará la solución a su problema, pero no solo. Pero tampoco será el médico o el psicólogo el artífice del cambio: en la CT el foco está puesto en la comunidad, en el grupo que convive, que expone sus pensamientos y sentimientos y que, además, se encarga de las tareas cotidianas del lugar en el que reside, como lavar, cocinar o encargarse del mantenimiento.
"Los profesionales deben aprender a no ayudar. Ellos sólo asisten, ayudan y favorecen a que la comunidad se pueda ayudar a sí misma e intervienen cuando no queda otra opción. Sin embargo, el profesional siempre debe sentirse parte de esa comunidad", explicó Kooyman. Graficó el concepto de CT con un triángulo cuyas aristas son: la terapéutica, la autonomía y la democracia. "Cuando una persona me pide ayuda, yo le pido que él me diga tres formas en las que yo podría ayudarla. Es una manera de que tenga un rol activo. La idea no es que venga un médico y le diga: yo voy a curarte", advirtió.
El psicoanálisis
Luego de la charla, que se extendió por al menos una hora y media, algunos asistentes le preguntaron si consideraba el psicoanálisis una alternativa en el tratamiento de las adicciones. El profesional explicó que, en su criterio, es una buena herramienta para entender el problema de la persona, lo que causa la adicción, siempre teniendo como premisa que la adicción es el síntoma, pero no es útil para salir de ella.
Entre los datos que le deja la experiencia, Kooyman asegura que, si bien los adictos que llegan al tratamiento en CT lo hacen voluntariamente, la motivación principal no es dejar la droga sino terminar con los problemas sociales, de salud y hasta legales que les ocasiona. "Hay momentos en los que las personas llegan a tener que elegir entre ir a prisión o ir a un CT", asegura.
La marihuana en Holanda
Además de los programas de tratamientos que dirige, Koyman se dedica a la investigación. En su libro "La Comunidad Terapéutica para drogodependientes: intimidad, implicación de los padres y éxito del tratamiento", llegó a varias conclusiones importantes. "En Holanda hallamos que cuanto más tiempo dura el tratamiento, mejores son los resultados: con tres meses todo el mundo vuelve a la droga; luego de seis los resultados crecen algo; y si finalizan el programa (un año de residente y otro más ambulatorio), el 80% de los adictos no vuelve a usar drogas. Además, hallamos que si los padres se involucran en el tratamiento, los niveles de rehabilitación ascienden al doble", indicó.
En su país, según contó, el grupo más problemático es el comprendido entre los 18 y los 40 años, con un pico entre los 25 y los 30. En cuanto a las sustancias, asegura que hasta hace algunos años el mayor problema era la heroína, y que ahora es la cocaína, pero que desde hace cinco años el tema de la marihuana está siendo un problema grave. "En mi país es legal su consumo y hay bares que la expenden. Teníamos la costumbre de separar entre drogas blandas y duras, pero se ha vuelto incontrolable y esos lugares son de bandas de narcotraficantes, y no pagan impuestos. La marihuana de hoy es 16 veces más potente que la de antes y la gente joven la usa todo el día. El 50% de las personas que van a desintoxicación llegan por un problema de adicción a la marihuana. Hace 10 años eso no pasaba porque la marihuana era distinta", advirtió.
Invitado por la Fundación OSDE y por la asociación Proyecto UNO, el psiquiatra holandés especialista en adicciones Martien Kooyman visitó la provincia como invitado de la "II Jornada Internacional de Actualización en Adicciones y Patología Dual". Allí se presentó el trabajo "Modelo médico, psicoterapias y comunidad terapéutica: ¿es posible la integración?" Con esa pregunta rectora, el encuentro fue un espacio para conocer la experiencia de Kooyman en la metodología de la Comunidad Terapéutica (CT) para abordar las adicciones.
La charla fue retransmitida por teleconferencia a todas las filiales OSDE del país; en Tucumán asistieron numerosos profesionales y estudiantes de Psicología y Psiquiatría. La actividad fue gratuita y estuvo coordinada por la asociación Proyecto UNO (siglas de Una Nueva Oportunidad), con sede en Buenos Aires y cuyo presidente, el psicólogo social Daniel de Angelis, también estuvo presente. Antes de la conferencia, ambos profesionales charlaron con LA GACETA.
"Una CT es un lugar donde la gente aprende a vivir sin drogas, a solucionar sus problemas, a comunicarse con otros y a ayudarse a sí mismo y a los demás, sin que se le administre ningún tipo de drogas ni medicamentos para combatir la adicción. A partir de dejar de consumir, las personas pueden encontrar cuáles son sus verdaderos problemas", explica Kooyman, pionero en este tipo de tratamientos.
Él y su colega evitan hablar de pacientes o de enfermos. Cuando se refieren a las personas que asisten a las CT los llaman "residentes". "De todos modos, es importante aclarar que el tema de la CT ha tomado un carácter polisémico y que se presta a confusiones. En realidad, tiene que ver más con una metodología que con una sede residencial, o un centro de tratamiento o una granja", puntualiza De Angelis. Él está al frente del centro asistencial perteneciente a la fundación que preside.
Aprender a NO ayudar
El concepto de este abordaje es que el adicto es quien encontrará la solución a su problema, pero no solo. Pero tampoco será el médico o el psicólogo el artífice del cambio: en la CT el foco está puesto en la comunidad, en el grupo que convive, que expone sus pensamientos y sentimientos y que, además, se encarga de las tareas cotidianas del lugar en el que reside, como lavar, cocinar o encargarse del mantenimiento.
"Los profesionales deben aprender a no ayudar. Ellos sólo asisten, ayudan y favorecen a que la comunidad se pueda ayudar a sí misma e intervienen cuando no queda otra opción. Sin embargo, el profesional siempre debe sentirse parte de esa comunidad", explicó Kooyman. Graficó el concepto de CT con un triángulo cuyas aristas son: la terapéutica, la autonomía y la democracia. "Cuando una persona me pide ayuda, yo le pido que él me diga tres formas en las que yo podría ayudarla. Es una manera de que tenga un rol activo. La idea no es que venga un médico y le diga: yo voy a curarte", advirtió.
El psicoanálisis
Luego de la charla, que se extendió por al menos una hora y media, algunos asistentes le preguntaron si consideraba el psicoanálisis una alternativa en el tratamiento de las adicciones. El profesional explicó que, en su criterio, es una buena herramienta para entender el problema de la persona, lo que causa la adicción, siempre teniendo como premisa que la adicción es el síntoma, pero no es útil para salir de ella.
Entre los datos que le deja la experiencia, Kooyman asegura que, si bien los adictos que llegan al tratamiento en CT lo hacen voluntariamente, la motivación principal no es dejar la droga sino terminar con los problemas sociales, de salud y hasta legales que les ocasiona. "Hay momentos en los que las personas llegan a tener que elegir entre ir a prisión o ir a un CT", asegura.
La marihuana en Holanda
Además de los programas de tratamientos que dirige, Koyman se dedica a la investigación. En su libro "La Comunidad Terapéutica para drogodependientes: intimidad, implicación de los padres y éxito del tratamiento", llegó a varias conclusiones importantes. "En Holanda hallamos que cuanto más tiempo dura el tratamiento, mejores son los resultados: con tres meses todo el mundo vuelve a la droga; luego de seis los resultados crecen algo; y si finalizan el programa (un año de residente y otro más ambulatorio), el 80% de los adictos no vuelve a usar drogas. Además, hallamos que si los padres se involucran en el tratamiento, los niveles de rehabilitación ascienden al doble", indicó.
En su país, según contó, el grupo más problemático es el comprendido entre los 18 y los 40 años, con un pico entre los 25 y los 30. En cuanto a las sustancias, asegura que hasta hace algunos años el mayor problema era la heroína, y que ahora es la cocaína, pero que desde hace cinco años el tema de la marihuana está siendo un problema grave. "En mi país es legal su consumo y hay bares que la expenden. Teníamos la costumbre de separar entre drogas blandas y duras, pero se ha vuelto incontrolable y esos lugares son de bandas de narcotraficantes, y no pagan impuestos. La marihuana de hoy es 16 veces más potente que la de antes y la gente joven la usa todo el día. El 50% de las personas que van a desintoxicación llegan por un problema de adicción a la marihuana. Hace 10 años eso no pasaba porque la marihuana era distinta", advirtió.
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