04 Septiembre 2011
TRES ELEMENTOS. Flanqueando la torre Eiffel aparecen, en la tapa del libro, Massera (a la izquierda) y Firmenich.
NOVELA
NOCHE DE LOBOS
ABEL POSSE
(Planeta - Buenos Aires)
Podemos incluir Noche de Lobos en la categoría de nueva novela histórica si la reconocemos como novela de claves: los nombres de los personajes en general son apodos que corresponden a protagonistas históricos, algunos de ellos de fácil identificación. Este aspecto podría constituir un obstáculo para reconocer en el texto la recreación de un pasado histórico; sin embargo, la tapa ofrece indicios insoslayables: a la izquierda, una fotografía de Emilio Massera; a la derecha, otra, de Mario Eduardo Firmenich. En el centro, la silueta de la torre Eiffel, indicio de que la acción se traslada en algunos momentos a París, escenario de encuentros significativos.
Construir ficción de fuente histórica como novela de claves puede resultar desconcertante; sin embargo, es un gesto de prudencia del autor: el desenmascaramiento puede poner en riesgo a personas concretas; Abel Posse elude claramente este riesgo. El título de la novela instala la intencionalidad del autor por la vía de los significados simbólicos. La Noche, hija del Caos en la mitología griega, representa períodos de angustia y es generadora de errores y de ambigüedades trágicas. El lobo simboliza la barbarie y el desenfreno. Corresponde interpretar que el autor se ha propuesto en la novela la tarea ardua de recrear un período de caos y violencia. La dedicatoria, en la que se suman víctimas de ambos frentes en conflicto, amigos algunos del autor, refleja la voluntad de una recreación ecuánime.
El cuerpo textual de la novela se organiza en tres secciones. 1) Un prólogo titulado "El anteúltimo", que sintetiza el secuestro y asesinato de Pedro Eugenio Aramburu, episodio fundante de la trayectoria de Montoneros. 2) Una primera parte se identifica como "La Casa de la Muerte" (claramente la ESMA como escenario); se subdivide en "Inferno" (en italiano, para establecer un relación semántica rica en sugerencias con el texto de Dante) y "Purgatorio". 3) Una segunda parte, "La Casa de la Vida", en la que la acción se instala en París en general, pero no exclusivamente. El espacio francés está puesto en relieve para destacar un encuentro histórico llamativo.
Los epígrafes de cada parte rescatan enunciados documentales de apoyatura para la memoria. De "Inferno" resulta reveladora una declaración de Mario Eduardo Firmenich que registró Página 12 el 17 de marzo de 1991: "Habrá alguno que otro desaparecido que no tenía nada que ver, pero la inmensa mayoría eran militantes y la inmensa mayoría eran montoneros [?]. A mí me hubiera molestado muchísimo que mi muerte fuera utilizada en el sentido de 'el pobre dirigente que fue llevado a la muerte [?]'".
Inferno y Purgatorio
La trama de Noche de Lobos se centra en Montoneros y sus acciones. La elección no resulta arbitraria si tenemos en cuenta una serie de factores: a) La necesidad de economía en el desarrollo de la intriga, cuyo objeto es un conflicto prolongado, doloroso y complejo; b) Montoneros fue el grupo más numeroso entre el conjunto de los sublevados, según el mismo Firmenich sostiene; c) a juicio de muchos, fue la acción de Montoneros la desencadenante del golpe militar de 1976.
"Inferno" y "Purgatorio" están estructurados como un texto en el que múltiples narradores intervienen en el fluir del relato; esta multiplicidad de puntos de vista sobre las situaciones suma aportes en busca de la objetividad que permiten reconocer verdades históricas como sustancia de ficción. Sin embargo, alcanza predominio la voz de Greta Carrasco, testigo de la ESMA que protagonizará una historia motorizada por el "síndrome de Estocolmo" (la víctima de tortura y el torturador se enamoran); la continuidad de esta historia se mantendrá sostenidamente en la trama. El testimonio de Greta Carrasco asume la forma de un documento que escribe para que cuando su hija llegue a adulta no atienda versiones tergiversadas de su vida militante. Envía este documento a Abel Posse, autoficcionalizado en la trama, a quien ha tenido oportunidad de conocer.
Intervienen en la acción narrada "Sultán", a quien los interlocutores del diálogo se dirigen con el vocativo de Almirante; Lobo, que decide y comanda los "vuelos de la muerte"; Estefanich, máximo jefe guerrillero, Stille, Gannan, hiperónimos de los altos mandos montoneros. Los nombres históricos corresponden a personajes ya muertos.
Dos elementos sintetizan con singular eficacia la primera parte de Noche de Lobos en referencia a los procedimientos usuales de los frentes en conflicto: la picana eléctrica, representada en la imagen metafórica de la Cobra y el informe de la autopsia del mayor Larrabure. La Cobra ejerce un vigoroso impacto expresivo: "La Cobra se acerca otra vez con su hocico caliente y el sacudón es terrible" (pág. 21). El informe de la autopsia del mayor Larrabure registra placas apergaminadas producidas por fuertes compresiones en vida, zonas congestivas inflamatorias producidas por pasajes prolongados de corriente eléctrica, zona escarificada en el tercio superior del tórax, signos evidentes de deshidratación grave en vida; reducción superior a los 40 kilos de peso corporal registrado al momento del secuestro.
En la segunda parte el novelista se define a sí mismo como cronista de hechos, situaciones y contextos que le ha tocado conocer o presenciar: los vínculos de Montoneros con Perón, el mundo de los revolucionarios latinoamericanos radicados en Europa, la embajada paralela que Sultán (Massera) "montó en París para sus conspiraciones y negocios", el asesinato de Elena Holmberg, las condenas a muerte de delatores y desertores decretadas por la cúpula de Montoneros, las ambiciones de poder político de algunos personajes de ambos frentes, la participación de Rodolfo Walsh en actividades en territorio argentino de gran repercusión, pantallazos de la vida cultural en París, una importante reunión de la cúpula montonera en país vasco con comandantes de la ETA para la profundización del conocimiento del manejo de explosivos, etc.
Torturador y enamorado
Sobre el final del relato se reactiva la subtrama que atañe a la relación amorosa surgida del "síndrome de Estocolmo". Los protagonistas son llevados a Tel Aviv y recibidos por un militante; los conduce hasta lugares sagrados de la cultura judeo-cristiana. Greta Carrasco se había refugiado en sus oraciones de la infancia ante el terror de la "Cobra" y había iniciado un proceso de evolución espiritual que acompañó a su cambio de oficial militante montonera a cautiva colaboracionista. Este proceso, que también cumple "Armando Ojos Dulces", su torturador y enamorado, culmina a orillas del Mar Muerto, en el lugar de la desaparecida pentápolis, que destruyó el castigo del Altísimo.
La experiencia casi mística de una revelación superior los hace comprender dos palabras que "devastarían silenciosamente el Imperio de Roma": amor y perdón. Perdonando a los otros, cada uno puede perdonarse y liberarse del sentimiento de culpa (pp. 322-323). Este final de reconciliación -si no es verdad, merecería serlo- se presenta como un signo transparente del deseo del autor de Noche de Lobos para una Argentina capaz de mirar al futuro con esperanza y en unión. Su aporte, en este texto, ha sido evidente: evitó la caída en el sesgo panfletario.
© LA GACETA
María del Carmen Tacconi de Gómez
NOCHE DE LOBOS
ABEL POSSE
(Planeta - Buenos Aires)
Podemos incluir Noche de Lobos en la categoría de nueva novela histórica si la reconocemos como novela de claves: los nombres de los personajes en general son apodos que corresponden a protagonistas históricos, algunos de ellos de fácil identificación. Este aspecto podría constituir un obstáculo para reconocer en el texto la recreación de un pasado histórico; sin embargo, la tapa ofrece indicios insoslayables: a la izquierda, una fotografía de Emilio Massera; a la derecha, otra, de Mario Eduardo Firmenich. En el centro, la silueta de la torre Eiffel, indicio de que la acción se traslada en algunos momentos a París, escenario de encuentros significativos.
Construir ficción de fuente histórica como novela de claves puede resultar desconcertante; sin embargo, es un gesto de prudencia del autor: el desenmascaramiento puede poner en riesgo a personas concretas; Abel Posse elude claramente este riesgo. El título de la novela instala la intencionalidad del autor por la vía de los significados simbólicos. La Noche, hija del Caos en la mitología griega, representa períodos de angustia y es generadora de errores y de ambigüedades trágicas. El lobo simboliza la barbarie y el desenfreno. Corresponde interpretar que el autor se ha propuesto en la novela la tarea ardua de recrear un período de caos y violencia. La dedicatoria, en la que se suman víctimas de ambos frentes en conflicto, amigos algunos del autor, refleja la voluntad de una recreación ecuánime.
El cuerpo textual de la novela se organiza en tres secciones. 1) Un prólogo titulado "El anteúltimo", que sintetiza el secuestro y asesinato de Pedro Eugenio Aramburu, episodio fundante de la trayectoria de Montoneros. 2) Una primera parte se identifica como "La Casa de la Muerte" (claramente la ESMA como escenario); se subdivide en "Inferno" (en italiano, para establecer un relación semántica rica en sugerencias con el texto de Dante) y "Purgatorio". 3) Una segunda parte, "La Casa de la Vida", en la que la acción se instala en París en general, pero no exclusivamente. El espacio francés está puesto en relieve para destacar un encuentro histórico llamativo.
Los epígrafes de cada parte rescatan enunciados documentales de apoyatura para la memoria. De "Inferno" resulta reveladora una declaración de Mario Eduardo Firmenich que registró Página 12 el 17 de marzo de 1991: "Habrá alguno que otro desaparecido que no tenía nada que ver, pero la inmensa mayoría eran militantes y la inmensa mayoría eran montoneros [?]. A mí me hubiera molestado muchísimo que mi muerte fuera utilizada en el sentido de 'el pobre dirigente que fue llevado a la muerte [?]'".
Inferno y Purgatorio
La trama de Noche de Lobos se centra en Montoneros y sus acciones. La elección no resulta arbitraria si tenemos en cuenta una serie de factores: a) La necesidad de economía en el desarrollo de la intriga, cuyo objeto es un conflicto prolongado, doloroso y complejo; b) Montoneros fue el grupo más numeroso entre el conjunto de los sublevados, según el mismo Firmenich sostiene; c) a juicio de muchos, fue la acción de Montoneros la desencadenante del golpe militar de 1976.
"Inferno" y "Purgatorio" están estructurados como un texto en el que múltiples narradores intervienen en el fluir del relato; esta multiplicidad de puntos de vista sobre las situaciones suma aportes en busca de la objetividad que permiten reconocer verdades históricas como sustancia de ficción. Sin embargo, alcanza predominio la voz de Greta Carrasco, testigo de la ESMA que protagonizará una historia motorizada por el "síndrome de Estocolmo" (la víctima de tortura y el torturador se enamoran); la continuidad de esta historia se mantendrá sostenidamente en la trama. El testimonio de Greta Carrasco asume la forma de un documento que escribe para que cuando su hija llegue a adulta no atienda versiones tergiversadas de su vida militante. Envía este documento a Abel Posse, autoficcionalizado en la trama, a quien ha tenido oportunidad de conocer.
Intervienen en la acción narrada "Sultán", a quien los interlocutores del diálogo se dirigen con el vocativo de Almirante; Lobo, que decide y comanda los "vuelos de la muerte"; Estefanich, máximo jefe guerrillero, Stille, Gannan, hiperónimos de los altos mandos montoneros. Los nombres históricos corresponden a personajes ya muertos.
Dos elementos sintetizan con singular eficacia la primera parte de Noche de Lobos en referencia a los procedimientos usuales de los frentes en conflicto: la picana eléctrica, representada en la imagen metafórica de la Cobra y el informe de la autopsia del mayor Larrabure. La Cobra ejerce un vigoroso impacto expresivo: "La Cobra se acerca otra vez con su hocico caliente y el sacudón es terrible" (pág. 21). El informe de la autopsia del mayor Larrabure registra placas apergaminadas producidas por fuertes compresiones en vida, zonas congestivas inflamatorias producidas por pasajes prolongados de corriente eléctrica, zona escarificada en el tercio superior del tórax, signos evidentes de deshidratación grave en vida; reducción superior a los 40 kilos de peso corporal registrado al momento del secuestro.
En la segunda parte el novelista se define a sí mismo como cronista de hechos, situaciones y contextos que le ha tocado conocer o presenciar: los vínculos de Montoneros con Perón, el mundo de los revolucionarios latinoamericanos radicados en Europa, la embajada paralela que Sultán (Massera) "montó en París para sus conspiraciones y negocios", el asesinato de Elena Holmberg, las condenas a muerte de delatores y desertores decretadas por la cúpula de Montoneros, las ambiciones de poder político de algunos personajes de ambos frentes, la participación de Rodolfo Walsh en actividades en territorio argentino de gran repercusión, pantallazos de la vida cultural en París, una importante reunión de la cúpula montonera en país vasco con comandantes de la ETA para la profundización del conocimiento del manejo de explosivos, etc.
Torturador y enamorado
Sobre el final del relato se reactiva la subtrama que atañe a la relación amorosa surgida del "síndrome de Estocolmo". Los protagonistas son llevados a Tel Aviv y recibidos por un militante; los conduce hasta lugares sagrados de la cultura judeo-cristiana. Greta Carrasco se había refugiado en sus oraciones de la infancia ante el terror de la "Cobra" y había iniciado un proceso de evolución espiritual que acompañó a su cambio de oficial militante montonera a cautiva colaboracionista. Este proceso, que también cumple "Armando Ojos Dulces", su torturador y enamorado, culmina a orillas del Mar Muerto, en el lugar de la desaparecida pentápolis, que destruyó el castigo del Altísimo.
La experiencia casi mística de una revelación superior los hace comprender dos palabras que "devastarían silenciosamente el Imperio de Roma": amor y perdón. Perdonando a los otros, cada uno puede perdonarse y liberarse del sentimiento de culpa (pp. 322-323). Este final de reconciliación -si no es verdad, merecería serlo- se presenta como un signo transparente del deseo del autor de Noche de Lobos para una Argentina capaz de mirar al futuro con esperanza y en unión. Su aporte, en este texto, ha sido evidente: evitó la caída en el sesgo panfletario.
© LA GACETA
María del Carmen Tacconi de Gómez