25 Agosto 2011
Sin plata para punteros, buscan sumar votos "a pata y pulmón"
Los postulantes que no cuentan con muchos recursos económicos para movilizar votantes, pagar fiscales de mesa o llevar a votar a los vecinos reconocen que estarán en desventaja respecto de otros competidores que cuentan con una billetera generosa. Los acoples de la oposición son los que se topan con más problemas para garantizar el apoyo logístico mínimo e indispensable.
INDISPENSABLES. Los punteros tienen cada vez más presencia electoral. LA GACETA / FOTO DE ANALIA JARAMILLO
Lejos de la ostentación de recursos de la que hacen gala los acoples o listas de candidatos más fuertes, la elección también presenta su costado gasolero. Ese que protagonizan aquellos postulantes que deben estirar "el peso" para poder llegar al domingo.
Los hay en el oficialismo, aunque en menor cantidad; y en la oposición, en mayor proporción. Para estos candidatos "chicos", el ímpetu inicial parece irse desinflando a medida que se acerca el día de los comicios y enfrente se topan con un gigantesco aparato que incluye autos de alquiler, movilizadores, punteros en cada escuela y hasta bolsones con mercadería.
¿Cómo es enfrentar en clara desventaja un proceso electoral? Principalmente, es caminar permanentemente cuesta arriba, según graficaron algunos referentes. Además, claro está, de no compartir muchos de los métodos que impuso el clientelismo político como habituales, estos exponentes sostienen que lo más atractivo de la actividad política es su lado "amateur".
A medida que se acerca la elección, los problemas aparecen como postas a sortear. Sabido es que para garantizar un buen resultado, la inversión en logística puede ser directamente proporcional.
Entonces, aunque renieguen de las reglas de juego, muchos optan por amoldarse a ellas sin resignar sus principios. Por ejemplo, no hay postulante que rechace la posibilidad de contar con fiscales en las mesas de votación. El razonamiento es sencillo: si no hay quien cuide los votos, no hay quien reponga.
En la lista oficial de capital, por ejemplo, conseguir 1.174 fiscales para cubrir todas las mesas no resultó fácil. Y como los recursos con que dicen haber contado tampoco fueron demasiados, agrupaciones kirchneristas de jóvenes y de estudiantes (La Cámpora Universidad y la Juventud Justicialista Libertaria) cuidarán -ad honorem- los votos en casi la mitad de las mesas.
En el caso de la oposición, la realidad es mucho más cruda. Hasta conseguir los fiscales cuesta el doble. "Todo es a ?pata y pulmón?", reconoció un candidato acoplado de la oposición que prefirió no decir su nombre para evitar que, cuando se sepa que no tendrá fiscales, le roben los votos. "Estoy ?a la buena de Dios?; converso con jóvenes en una mesa de café, me voy a otra... les voy lavando la cabeza de a uno para lograr hacerles conocer mis propuestas", añadió el aspirante a la Legislatura.
La referente de Elisa Carrió en Tucumán, Sandra Manzone, no escapa a esa generalidad de bolsillos flacos. "En las primarias del 14 tuvimos sólo 130 fiscales, a los que sólo les llevamos la comida. Es imposible competir, no tenemos movilizadores... para esta vez ya logramos cubrir de fiscales generales todas las escuelas de la capital. En algunos circuitos más complicados vamos a pagar lo que podamos, serán $ 100", se sinceró la candidata a concejal, acoplada al Acuerdo Cívico y Social.
Como ella, muchos otros postulantes aspiran a que el domingo se cumpla esa máxima de que, a veces, uno también es feliz con nada.
Los hay en el oficialismo, aunque en menor cantidad; y en la oposición, en mayor proporción. Para estos candidatos "chicos", el ímpetu inicial parece irse desinflando a medida que se acerca el día de los comicios y enfrente se topan con un gigantesco aparato que incluye autos de alquiler, movilizadores, punteros en cada escuela y hasta bolsones con mercadería.
¿Cómo es enfrentar en clara desventaja un proceso electoral? Principalmente, es caminar permanentemente cuesta arriba, según graficaron algunos referentes. Además, claro está, de no compartir muchos de los métodos que impuso el clientelismo político como habituales, estos exponentes sostienen que lo más atractivo de la actividad política es su lado "amateur".
A medida que se acerca la elección, los problemas aparecen como postas a sortear. Sabido es que para garantizar un buen resultado, la inversión en logística puede ser directamente proporcional.
Entonces, aunque renieguen de las reglas de juego, muchos optan por amoldarse a ellas sin resignar sus principios. Por ejemplo, no hay postulante que rechace la posibilidad de contar con fiscales en las mesas de votación. El razonamiento es sencillo: si no hay quien cuide los votos, no hay quien reponga.
En la lista oficial de capital, por ejemplo, conseguir 1.174 fiscales para cubrir todas las mesas no resultó fácil. Y como los recursos con que dicen haber contado tampoco fueron demasiados, agrupaciones kirchneristas de jóvenes y de estudiantes (La Cámpora Universidad y la Juventud Justicialista Libertaria) cuidarán -ad honorem- los votos en casi la mitad de las mesas.
En el caso de la oposición, la realidad es mucho más cruda. Hasta conseguir los fiscales cuesta el doble. "Todo es a ?pata y pulmón?", reconoció un candidato acoplado de la oposición que prefirió no decir su nombre para evitar que, cuando se sepa que no tendrá fiscales, le roben los votos. "Estoy ?a la buena de Dios?; converso con jóvenes en una mesa de café, me voy a otra... les voy lavando la cabeza de a uno para lograr hacerles conocer mis propuestas", añadió el aspirante a la Legislatura.
La referente de Elisa Carrió en Tucumán, Sandra Manzone, no escapa a esa generalidad de bolsillos flacos. "En las primarias del 14 tuvimos sólo 130 fiscales, a los que sólo les llevamos la comida. Es imposible competir, no tenemos movilizadores... para esta vez ya logramos cubrir de fiscales generales todas las escuelas de la capital. En algunos circuitos más complicados vamos a pagar lo que podamos, serán $ 100", se sinceró la candidata a concejal, acoplada al Acuerdo Cívico y Social.
Como ella, muchos otros postulantes aspiran a que el domingo se cumpla esa máxima de que, a veces, uno también es feliz con nada.
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