24 Agosto 2011
Jóvenes deben migrar en busca de empleo y educación terciaria
La Junta Electoral Provincial deberá resolver entre hoy y mañana un planteo formulado por el radicalismo, con la finalidad de que se revoque la disposición de ese órgano que permite a los acoples municipales pegar o abrochar "el cuadradito" de los candidatos legislativos de otra fuerza política.
LA CIUDAD EN MOVIMIENTO. A media mañana, Trancas es muy concurrida. LA GACETA / FOTO DE ANALÍA JARAMILLO
"La ?Muni? es la fábrica más importante de Trancas". La ironía del vecino Juan Ernesto Iturre (56) se replica como una demanda por fuentes de trabajo en cada cuadra del municipio ubicado a 72 kilómetros al norte de San Miguel de Tucumán. Si bien los habitantes ponderan la tranquilidad, la limpieza y la seguridad que -dicen- caracteriza esa ciudad, el clamor por empleo se reaviva a menos de una semana de las elecciones provinciales.
Con incertidumbre, empleados públicos temporarios que dialogaron con LA GACETA remarcaron que se les dejó en claro que la permanencia en sus puestos depende de lo que "pase el 28".
Los vecinos también reclaman obras de cloacas y viviendas.
La "Muni" es todo
"Sacando la Municipalidad, aquí no hay nada". Julia Reyes (61) vive en el barrio San Francisco y reconoce que Trancas progresó, sin embargo advierte que la falta de oportunidades laborales y de oferta educativa terciaria genera que los jóvenes deban emigrar. "Gran parte de los chicos se van a estudiar a El Tala (Salta), que queda como a 15 kilómetros, porque a todos no les alcanza para mandarlos a ?la ciudad?", lamenta.
Parado en la puerta de su casa en el barrio San Joaquín, Iturre reniega: "lo único que hay son trabajos en el Municipio. Espero que los políticos hagan menos promesas y traigan más fábricas. Tienen que hacer algo porque los chicos se están yendo". El hombre, otrora agricultor, ahora es jornalero. "Gracias a Dios, no dependo del gobierno. No les creo a los que están ahora", sentencia ofuscado.
Lucía Romero (27) celebra porque ella y su marido tienen trabajo y adquirieron a una casa en el barrio 80 Viviendas. "Nosotros estamos bien, pero hay gente que necesita trabajo. Mi papá era tambero y en esa época se empleaban a muchos obreros. Ahora, con el cierre de tambos y la tecnología, cada vez se requieren menos", explica.
Lorena (24) es empleada municipal y por ello pide reservar su apellido. Dice que la mayoría de sus compañeros está en negro y cobra salarios magros. "Todos dependemos del municipio. Mientras, mi marido tuvo que viajar para trabajar en el limón. Es nuestra realidad, la de los jóvenes. Hacen falta empresas y fábricas, trabajo en serio", asevera. A su lado, Silvia (46), también empleada estatal, dice no tener quejas de su situación pero sí está preocupada por las generaciones nuevas de tranqueños. "Se hizo mucho en Trancas, pero tengo la esperanza de que puedan traer una fábrica. Mucha gente lleva este planteo a las autoridades y creo que responderán", se ilusiona.
Hace seis años que Ricardo Díaz (33) llegó de Salta. Mientras arregla su despensa en el barrio 80 Viviendas dice indignado que está cansado de los políticos. "Se sienten inseguros porque no hicieron las cosas bien y vienen a hacer promesas los últimos días. Ya es tarde", se queja. Dice que en su zona urge que se realicen las cloacas: "el pozo ciego está a metros de donde se saca el agua. Es cuestión de tiempo que comencemos a tomar porquería".
¿Y después del 28?
Parte del paisaje de Trancas fue modificado en los últimos años. Estructuras inusuales aparecieron "detrás de la vía".
En una franja de tierra entre la avenida Sarmiento y los rieles irrumpió un asentamiento. Unas 20 familias que se refugian en lonas, plásticos o casillas de madera esperan ser reubicadas. "Los primeros llegaron hace como cinco años. Hace un año nos prometieron darnos prefabricadas si es que ganan las elecciones (por el oficialismo)", relata Carlos (51).
El empleado municipal explica con angustia que su trabajo también depende de los resultados de los comicios. "Hay premios y castigos en el municipio. Por razones políticas, nos cambian de repartición a cada rato. Ahora esperamos a ver que pasa el domingo", afirma. Hortensia (35) tiene seis hijos y está sorprendida porque hasta ayer no les habían repartido bolsones. "No vino ni un político todavía, antes venían más temprano. Aunque faltan un par de días aún", advierte.
Los habitantes de ese sector tienen marcado un límite claro de dónde termina la población tranqueña. Aclaran que "más adelante" hay gente foránea y advierten que no es conveniente acercarse: "estas 20 casas que están juntas son nuestras. A ellos los trajeron de La Bombilla, de la ciudad. Les cambian el domicilio para que voten aquí".
Con incertidumbre, empleados públicos temporarios que dialogaron con LA GACETA remarcaron que se les dejó en claro que la permanencia en sus puestos depende de lo que "pase el 28".
Los vecinos también reclaman obras de cloacas y viviendas.
La "Muni" es todo
"Sacando la Municipalidad, aquí no hay nada". Julia Reyes (61) vive en el barrio San Francisco y reconoce que Trancas progresó, sin embargo advierte que la falta de oportunidades laborales y de oferta educativa terciaria genera que los jóvenes deban emigrar. "Gran parte de los chicos se van a estudiar a El Tala (Salta), que queda como a 15 kilómetros, porque a todos no les alcanza para mandarlos a ?la ciudad?", lamenta.
Parado en la puerta de su casa en el barrio San Joaquín, Iturre reniega: "lo único que hay son trabajos en el Municipio. Espero que los políticos hagan menos promesas y traigan más fábricas. Tienen que hacer algo porque los chicos se están yendo". El hombre, otrora agricultor, ahora es jornalero. "Gracias a Dios, no dependo del gobierno. No les creo a los que están ahora", sentencia ofuscado.
Lucía Romero (27) celebra porque ella y su marido tienen trabajo y adquirieron a una casa en el barrio 80 Viviendas. "Nosotros estamos bien, pero hay gente que necesita trabajo. Mi papá era tambero y en esa época se empleaban a muchos obreros. Ahora, con el cierre de tambos y la tecnología, cada vez se requieren menos", explica.
Lorena (24) es empleada municipal y por ello pide reservar su apellido. Dice que la mayoría de sus compañeros está en negro y cobra salarios magros. "Todos dependemos del municipio. Mientras, mi marido tuvo que viajar para trabajar en el limón. Es nuestra realidad, la de los jóvenes. Hacen falta empresas y fábricas, trabajo en serio", asevera. A su lado, Silvia (46), también empleada estatal, dice no tener quejas de su situación pero sí está preocupada por las generaciones nuevas de tranqueños. "Se hizo mucho en Trancas, pero tengo la esperanza de que puedan traer una fábrica. Mucha gente lleva este planteo a las autoridades y creo que responderán", se ilusiona.
Hace seis años que Ricardo Díaz (33) llegó de Salta. Mientras arregla su despensa en el barrio 80 Viviendas dice indignado que está cansado de los políticos. "Se sienten inseguros porque no hicieron las cosas bien y vienen a hacer promesas los últimos días. Ya es tarde", se queja. Dice que en su zona urge que se realicen las cloacas: "el pozo ciego está a metros de donde se saca el agua. Es cuestión de tiempo que comencemos a tomar porquería".
¿Y después del 28?
Parte del paisaje de Trancas fue modificado en los últimos años. Estructuras inusuales aparecieron "detrás de la vía".
En una franja de tierra entre la avenida Sarmiento y los rieles irrumpió un asentamiento. Unas 20 familias que se refugian en lonas, plásticos o casillas de madera esperan ser reubicadas. "Los primeros llegaron hace como cinco años. Hace un año nos prometieron darnos prefabricadas si es que ganan las elecciones (por el oficialismo)", relata Carlos (51).
El empleado municipal explica con angustia que su trabajo también depende de los resultados de los comicios. "Hay premios y castigos en el municipio. Por razones políticas, nos cambian de repartición a cada rato. Ahora esperamos a ver que pasa el domingo", afirma. Hortensia (35) tiene seis hijos y está sorprendida porque hasta ayer no les habían repartido bolsones. "No vino ni un político todavía, antes venían más temprano. Aunque faltan un par de días aún", advierte.
Los habitantes de ese sector tienen marcado un límite claro de dónde termina la población tranqueña. Aclaran que "más adelante" hay gente foránea y advierten que no es conveniente acercarse: "estas 20 casas que están juntas son nuestras. A ellos los trajeron de La Bombilla, de la ciudad. Les cambian el domicilio para que voten aquí".