14 Agosto 2011
"Quedó demostrado: la libertad es invencible", dijo el presidente alemán
Christian Wulff encabezó los homenajes a los asesinados por intentar traspasar la frontera de cemento. La ceremonia central fue en la llamada franja de la muerte. Minuto de silencio. Los restos de la edificación son una atracción turística.
BERLÍN.- Recordar el horror para no permitir que se repita jamás: con esa consigna conmemoró ayer Alemania el 50 aniversario de la construcción del Muro de Berlín, con diversos actos en los que participaron la canciller, Angela Merkel, y el presidente, Christian Wulff.
La ceremonia central tuvo lugar en la emblemática calle Bernauer de la capital germana, donde el 13 de agosto de 1961 miles de soldados de la extinta República Democrática de Alemania (RDA), lanzaron la "Operación Rosa", en tiempos de la guerra fría entre la ex Unión Soviética y Estados Unidos.
De madrugada, los militares terminaron de levantar la alambrada que dividiría la ciudad y el mundo durante 28 años, para evitar la imparable fuga de ciudadanos que vivían en el régimen comunista, y con la excusa de protegerse de la agresión fascista. Luego, el alambre se transformó en cemento. Hoy sólo quedan en pie algunos tramos, entre ellos una sección de 800 metros en esa calle, la más extensa, que hace presente el pasado.
"Una vez más quedó demostrado: al final, la libertad es invencible", sostuvo Wulff ante cientos de personas y autoridades. El mandatario centró su discurso en el recuerdo de los casi 200 asesinados al intentar cruzar a Occidente y en los millones de ciudadanos que vivieron atrapados en Berlín oriental hasta la caída del Muro, el 9 de noviembre de 1989.
"Los muertos no son las únicas víctimas del Muro; detrás de él, millones de personas tuvieron que renunciar a vivir como querían. Su recuerdo nos exige trabajar para que la historia no se repita -remarcó-. El Muro no cayó; fue derribado".
Los homenajes por el medio siglo del Muro de la Vergüenza, como se lo llamó en Occidente, comenzaron a las 0, en la capilla de la Reconciliación, ubicada en la misma calle, con la lectura de las biografías de las víctimas de esos años por tratar de pasar la frontera. Al mediodía se realizó, en toda Alemania, un minuto de silencio y las banderas ondearon a media asta. En Berlín, sonaron las campanas de las iglesias, y los autobuses y trenes dejaron de circular durante un minuto.
La conmemoración tuvo lugar en la misma zona por donde pasaba la llamada franja de la muerte, un tramo de terreno fronterizo vigilado por torres de control, minas, perros y diversos mecanismos de seguridad para evitar la fuga hacia el Oeste.
Esa parte de la ciudad acoge hoy un espacio en recuerdo de los muertos y un largo fragmento aún levantado de la barrera de cemento, junto al que muchas personas fueron depositando coronas florales durante el día.
Polémica abierta
Los actos estuvieron precedidos por una polémica entre el partido poscomunista La Izquierda (cuya cúpula consideró la construcción del Muro "una consecuencia lógica" de la Segunda Guerra Mundial y la invasión nazi a la Unión Soviética hace 70 años) y el resto de las agrupaciones políticas, en especial, con la centroderecha que actualmente conduce el país.
También la socialdemocracia (centroizquierda) tomó distancia de esas apreciaciones extremas. "No tenemos ninguna tolerancia hacia aquellos que nostálgicamente distorsionan la historia. El Muro formó parte de una dictadura. No hay ninguna buena razón para la injusticia, la violación de los derechos humanos, los muertos y del alambre de púa", sostuvo el alcalde de Berlín, Klaus Wowereit, quien pidió evitar "el olvido y el desconocimiento".
Alemania se reunificó en 1990, menos de un año después de la caída de esta separación física. En ese momento, sólo quedaban unos pocos restos levantados; pero ahora, con un número creciente de turistas que llegan cada año a la capital germana buscando en vano esos vestigios, la ciudad ha vuelto a erigir y a restaurar ciertas partes como atracción especial y fuente de recursos.
La decisión se sustenta en los altos niveles de desempleo y la crítica situación económica, mientras subsisten las grandes diferencias sociales entre el empobrecido Berlín Este y el beneficiado Berlín Oeste.
Todos los días se ve a decenas de personas haciendo cola junto a un fragmento del Muro para que un hombre disfrazado de soldado comunista les ponga un sello falso en el pasaporte, banalizando un drama demasiado reciente. (Especial-DPA-AFP-Reuters-Télam)
La ceremonia central tuvo lugar en la emblemática calle Bernauer de la capital germana, donde el 13 de agosto de 1961 miles de soldados de la extinta República Democrática de Alemania (RDA), lanzaron la "Operación Rosa", en tiempos de la guerra fría entre la ex Unión Soviética y Estados Unidos.
De madrugada, los militares terminaron de levantar la alambrada que dividiría la ciudad y el mundo durante 28 años, para evitar la imparable fuga de ciudadanos que vivían en el régimen comunista, y con la excusa de protegerse de la agresión fascista. Luego, el alambre se transformó en cemento. Hoy sólo quedan en pie algunos tramos, entre ellos una sección de 800 metros en esa calle, la más extensa, que hace presente el pasado.
"Una vez más quedó demostrado: al final, la libertad es invencible", sostuvo Wulff ante cientos de personas y autoridades. El mandatario centró su discurso en el recuerdo de los casi 200 asesinados al intentar cruzar a Occidente y en los millones de ciudadanos que vivieron atrapados en Berlín oriental hasta la caída del Muro, el 9 de noviembre de 1989.
"Los muertos no son las únicas víctimas del Muro; detrás de él, millones de personas tuvieron que renunciar a vivir como querían. Su recuerdo nos exige trabajar para que la historia no se repita -remarcó-. El Muro no cayó; fue derribado".
Los homenajes por el medio siglo del Muro de la Vergüenza, como se lo llamó en Occidente, comenzaron a las 0, en la capilla de la Reconciliación, ubicada en la misma calle, con la lectura de las biografías de las víctimas de esos años por tratar de pasar la frontera. Al mediodía se realizó, en toda Alemania, un minuto de silencio y las banderas ondearon a media asta. En Berlín, sonaron las campanas de las iglesias, y los autobuses y trenes dejaron de circular durante un minuto.
La conmemoración tuvo lugar en la misma zona por donde pasaba la llamada franja de la muerte, un tramo de terreno fronterizo vigilado por torres de control, minas, perros y diversos mecanismos de seguridad para evitar la fuga hacia el Oeste.
Esa parte de la ciudad acoge hoy un espacio en recuerdo de los muertos y un largo fragmento aún levantado de la barrera de cemento, junto al que muchas personas fueron depositando coronas florales durante el día.
Polémica abierta
Los actos estuvieron precedidos por una polémica entre el partido poscomunista La Izquierda (cuya cúpula consideró la construcción del Muro "una consecuencia lógica" de la Segunda Guerra Mundial y la invasión nazi a la Unión Soviética hace 70 años) y el resto de las agrupaciones políticas, en especial, con la centroderecha que actualmente conduce el país.
También la socialdemocracia (centroizquierda) tomó distancia de esas apreciaciones extremas. "No tenemos ninguna tolerancia hacia aquellos que nostálgicamente distorsionan la historia. El Muro formó parte de una dictadura. No hay ninguna buena razón para la injusticia, la violación de los derechos humanos, los muertos y del alambre de púa", sostuvo el alcalde de Berlín, Klaus Wowereit, quien pidió evitar "el olvido y el desconocimiento".
Alemania se reunificó en 1990, menos de un año después de la caída de esta separación física. En ese momento, sólo quedaban unos pocos restos levantados; pero ahora, con un número creciente de turistas que llegan cada año a la capital germana buscando en vano esos vestigios, la ciudad ha vuelto a erigir y a restaurar ciertas partes como atracción especial y fuente de recursos.
La decisión se sustenta en los altos niveles de desempleo y la crítica situación económica, mientras subsisten las grandes diferencias sociales entre el empobrecido Berlín Este y el beneficiado Berlín Oeste.
Todos los días se ve a decenas de personas haciendo cola junto a un fragmento del Muro para que un hombre disfrazado de soldado comunista les ponga un sello falso en el pasaporte, banalizando un drama demasiado reciente. (Especial-DPA-AFP-Reuters-Télam)