Una odisea de 16 días para hallar al andinista

Una odisea de 16 días para hallar al andinista

Seis rescatistas que se internaron en el cerro "Las Dos Lagunas" contaron cómo fue vivir con fuertes vientos y dormir a la intemperie. Un ventarrón les rompió una carpa y caminaron muchos kilómetros, arriesgando sus vidas, en una tarea voluntaria.

ALTURA. El campamento cerca de la cumbre del cerro Las Dos Lagunas. ALTURA. El campamento cerca de la cumbre del cerro "Las Dos Lagunas".
01 Agosto 2011
"¿Cómo estás vestido?", preguntó el piloto desde las alturas. "Tengo una campera roja", contestó Cristian Mur. El andinista estaba recorriendo los últimos metros del cerro "Las Dos Lagunas", cuando el copiloto del helicóptero que volaba por las cumbres había divisado un punto anaranjado. "Ahí te vemos. Pero el copiloto vio algo unos 100 metros más abajo de donde estás vos", afirmó el piloto.

Mur recorrió a pasos acelerados hasta el lugar que le indicaron, y al llegar comprobó que la peor pesadilla se había convertido en realidad. Alejandro Sorondo, el andinista cordobés que se había extraviado en el cerro "Las Dos Lagunas", había fallecido.

El hallazgo se produjo el 23 de julio. La búsqueda había comenzado 16 días atrás, cuando el teléfono de uno de los miembros del Club Andino Tucumán sonó. "A las 13.20 del jueves 7 de julio, recibimos un pedido de auxilio de Pablo Zelaya (el guía de montaña que escaló "Las Dos Lagunas" con Sorondo). La versión inicial era que había una posibilidad de que Alejandro esté con vida. Sin dudarlo, nos juntamos y salimos a la búsqueda", contó Manuel Parajón.

Manuel, junto a sus hermanos Carlos y Hernán Parajón y Marcelo Soria (del Club Andino), el oficial Raúl Agüero (del Grupo CERO) y el andinista Mur, fueron los primeros montañistas que subieron al cerro para buscar a Sorondo. Según el relato de Zelaya, habían salido desde Santa María hacia la cumbre del cerro, y un fuerte viento los sorprendió el 2 de julio. El guía de montaña perdió el rastro de su compañero y bajó hasta Alpachiri, donde avisó a la Policía y los andinistas.

Ninguno había escalado "Las Dos Lagunas", un cerro de unos 5.200 metros de altura, en cuya cumbre hay dos lagunas, y que marcan el límite con Catamarca. "En el andinismo hay códigos. Sabemos que si en alta montaña pasa algo, los primeros que pueden llegar son los colegas", resumió Manuel Parajón.

Levantaron el primer campamento el viernes a la noche. Al día siguiente comenzaron a subir, y a los 3.500 metros tuvieron que detenerse para derretir hielo, porque no tenían agua. "Llegó un helicóptero de Gendarmería Nacional, porque me pidieron que trabaje con los bomberos de Concepción en el estudio de la cartografía. Buscábamos llegar lo más pronto posible hasta Alejandro", explicó Manuel Parajón. Al día siguiente llegó el helicóptero de Córdoba, y los dejó a unos 4.500 metros de altura.

A partir de allí, el grupo se dividió en dos. Con los datos que Zelaya había brindado en la base instalada en Alpachiri, comenzaron a caminar por las laderas. Así, fueron encontrando elementos del accidente, como la carpa y una colchoneta, que iban confirmando parte del relato del accidente.

"Al quinto día de búsqueda bajé con Hernán, que después volvió a subir con otro escalador de Córdoba. Defensa Civil me pidió que les ayude a coordinar el operativo, porque estaban llegando escaladores de todos lados. Había que ordenar un poco, porque si no íbamos a llenar el cerro con gente que no tenia experiencia en altura", comentó Carlos Parajón.

En "vivac"

Cuando Carlos y Hernán Parajón descendieron, un fuerte viento atacó a los cuatro rescatistas que quedaron en la montaña, mientras dormían. "Yo estaba solo en una carpa más chica. La primera noche me desperté dos veces, con la sensación de que el viento tiraba la carpa", relató Mur. "En la otra carpa, sentí que Manuel se movía, y en un momento estaba en el aire", afirmó Agüero.

La noche siguiente, los andinistas tuvieron que dormir en vivac (a la intemperie). "Llegamos al campamento al atardecer, apurados porque ya se veía venir el viento. Quisimos armar la carpa, pero la fuerza del ventarrón no nos dejaba. Primero se quebró un parante, después se fue despedazando el doble techo y la presión sobre los otros parantes hizo que se rompiera el piso", contó Manuel Parajón.

Luego de los 10 días, los integrantes del grupo subieron y bajaron. Era necesario descansar, pero también los recambios de rescatistas eran difíciles, porque hacían falta por lo menos dos días de aclimatamiento para resistir los efectos de la altura. En una de las ocasiones que bajaron a la base de Alpachiri, Manuel y Carlos le mostraban a Zelaya las fotos que habían tomado en el cerro, y el guía de montaña reconoció un canal por donde se había caído. Inmediatamente, Mur y dos andinistas catamarqueños comenzaron a recorrer el canal de hielo señalado. "Estaba en ese camino cuando el helicóptero me avisó del punto anaranjado. Ese día estaba magnífico para volar, porque no había viento. Pero en la montaña era imposible estar. Es horrible: cuando la montaña está muy quieta, se pone muy pesado", contó Mur.

"Sabíamos que Alejandro estaba con una campera amarilla o naranja. En el lugar hay muchas rocas volcánicas y nos hemos ?comido? una hermosa caminata por ir a buscar algo que vimos por los binoculares, y que resultó ser una piedra"; comentó Manuel Parajón.

Ellos dejaron a sus familias y sus trabajos para rescatar a Sorondo con vida. Lamentablemente, el destino ya había escrito su carta. Y seguramente, no querrán ser recordados como héroes. Simplemente, acataron sus códigos. "Es una cuestión humanitaria", resumió Manuel.

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