24 Julio 2011
Los vecinos se sienten controlados por los delincuentes
La muerte de Elda Hovannes ha sacado a la luz el clima de permanente incertidumbre en el que viven los habitantes del noroeste de la capital. En esta producción compartida con diarios de otras provincias que integran la Red de Periodismo Social, se señala que la prevención del delito requiere de políticas a largo plazo; y se reanuda el debate acerca de la eficacia de las cámaras de seguridad.
DESDE LA CASA DE ELDA HASTA LA COMISARÍA. El viernes, los vecinos de Hovannes marcharon para repudiar el asesinato y la inseguridad en el barrio.
El sol de la tarde invita a salir pero las persianas de las casas están bajas. Alambres de púas, rejas que llegan hasta los techos, todo sirve para mantenerse a resguardo. El temor se revela en las miradas desconfiadas y en las voces que responden desde atrás de una ventana sin siquiera acercarse a la puerta. Hace varios años que los vecinos del barrio Ampliación Kennedy viven así. Pero desde el martes, ese comportamiento se acentuó. Ese día un ladrón mató de un disparo en la cabeza a Elda Ana Hovannes.
"En diciembre entraron a robar dos veces en mi casa. Hace una semana volvieron a entrar. Con mi marido, muchas veces tuvimos que espantar a los delincuentes. Esta esquina (Bulnes y pasaje Sáenz Peña) es muy peligrosa. Acá está la parada del ómnibus y los asaltos son frecuentes. Cincos días atrás, arrastraron a una chica que bajaba del colectivo para robarle la cartera", dijo Natalia González, que vive hace 20 años en el barrio.
Los vecinos están hartos de que los roben; y la muerte de Hovannes detonó definitivamente su bronca, que se reflejó en la marcha que realizaron el viernes desde la esquina donde mataron a la mujer hasta la seccional 12ª, a cargo del comisario Benjamín Luna.
"Hace un mes asaltaron a mi hermana. A las 17, volvía de trabajar cuando un chico se le acercó, le pegó una trompada, le sacó la cartera y salió corriendo. La Policía lo atrapó pero lo dejaron libre a las pocas horas. Dos días después ese mismo chico robó en una carnicería del barrio. En los dos robos estaba con la cara descubierta. Es muy conocido porque siempre va a jugar al fútbol en la plaza del barrio. Los policías saben quién es pero no hacen nada", dijo Nahuel Fernández.
La plaza de Las Américas es señalada como otro de los lugares peligrosos. "Hace dos meses me pusieron una navaja en el cuello para robarme. Estaba en la esquina de Castro Barros y Pasaje Saénz Peña, crucé hacia la plaza en dirección a mi casa. Venía caminando cuando un chico me atacó y me dijo que le diera el celular. Me robó y salió corriendo. No era tarde, eran cerca de las 21.45 y había mucha gente en la plaza. Incluso varios chicos estaban jugando a la pelota", afirmó Luciana Mudano.
Las historias se multiplican y todos tienen algo para contar. "Esta semana nos robaron los dos cachorros Pitbull que teníamos. Saltaron por la tapia y entraron al fondo. Hace un año y medio que vivimos acá y desde que llegamos es habitual que se escuchen gritos por las noches. Cuando salís, al otro día te enterás de que fue por un robo", dijo Alejandra González.
A pesar de los testimonios recibidos por LA GACETA, durante un recorrido realizado por el barrio Ampliación Kennedy, cuando se consultó a los registros estadísticos de la Policía se informó que, en los últimos dos meses, la seccional 12ª no realizó procedimientos ni recibieron denuncias de este vecindario. Los registros también indican que, en el resto de la jurisdicción, ocurrieron tres arrebatos y 23 robos.
En el barrio, construido hace más de 30 años, viven familias de empleados de comercio. Según los entrevistados, en los últimos dos meses un 50% de las personas que residen allí fue víctima de algún delito o conoce a una persona que sufrió un atraco en ese período. Además, coinciden en que el barrio era hasta hace cinco años un lugar tranquilo. "No sé si hay algún vecino al que no hayan robado. Muchas veces no se hacen las denuncias porque sentimos miedo y sabemos que los delincuentes nos controlan. Ellos saben quién habla con la Policía y tenemos miedo que se tomen represalias en contra de nuestros familiares. Además, casi siempre están armados", dijo Cecilia Caliva. Sin embargo, el comisario Luna afirma que siempre están predispuestos a recibir denuncias "y responder a las necesidades de los vecinos".
Elda Hovannes sabía, y padecía, lo que pasaba en su barrio. "Dos semanas antes de que la mataran, unos ladrones entraron a su casa y trataron de robarle el lavarropas. No pudieron sacarlo; y sólo por hacer daño, le rompieron unos sifones que tenía en el garage", contó Cristian García Roso. Hovannes sabía que no podía continuar viviendo así. Por eso escribió una carta al director, publicada el 12 de junio en LA GACETA, en la que les reclamaba a las autoridades seguridad para su barrio. Su pedido no fue escuchado a tiempo.
"En diciembre entraron a robar dos veces en mi casa. Hace una semana volvieron a entrar. Con mi marido, muchas veces tuvimos que espantar a los delincuentes. Esta esquina (Bulnes y pasaje Sáenz Peña) es muy peligrosa. Acá está la parada del ómnibus y los asaltos son frecuentes. Cincos días atrás, arrastraron a una chica que bajaba del colectivo para robarle la cartera", dijo Natalia González, que vive hace 20 años en el barrio.
Los vecinos están hartos de que los roben; y la muerte de Hovannes detonó definitivamente su bronca, que se reflejó en la marcha que realizaron el viernes desde la esquina donde mataron a la mujer hasta la seccional 12ª, a cargo del comisario Benjamín Luna.
"Hace un mes asaltaron a mi hermana. A las 17, volvía de trabajar cuando un chico se le acercó, le pegó una trompada, le sacó la cartera y salió corriendo. La Policía lo atrapó pero lo dejaron libre a las pocas horas. Dos días después ese mismo chico robó en una carnicería del barrio. En los dos robos estaba con la cara descubierta. Es muy conocido porque siempre va a jugar al fútbol en la plaza del barrio. Los policías saben quién es pero no hacen nada", dijo Nahuel Fernández.
La plaza de Las Américas es señalada como otro de los lugares peligrosos. "Hace dos meses me pusieron una navaja en el cuello para robarme. Estaba en la esquina de Castro Barros y Pasaje Saénz Peña, crucé hacia la plaza en dirección a mi casa. Venía caminando cuando un chico me atacó y me dijo que le diera el celular. Me robó y salió corriendo. No era tarde, eran cerca de las 21.45 y había mucha gente en la plaza. Incluso varios chicos estaban jugando a la pelota", afirmó Luciana Mudano.
Las historias se multiplican y todos tienen algo para contar. "Esta semana nos robaron los dos cachorros Pitbull que teníamos. Saltaron por la tapia y entraron al fondo. Hace un año y medio que vivimos acá y desde que llegamos es habitual que se escuchen gritos por las noches. Cuando salís, al otro día te enterás de que fue por un robo", dijo Alejandra González.
A pesar de los testimonios recibidos por LA GACETA, durante un recorrido realizado por el barrio Ampliación Kennedy, cuando se consultó a los registros estadísticos de la Policía se informó que, en los últimos dos meses, la seccional 12ª no realizó procedimientos ni recibieron denuncias de este vecindario. Los registros también indican que, en el resto de la jurisdicción, ocurrieron tres arrebatos y 23 robos.
En el barrio, construido hace más de 30 años, viven familias de empleados de comercio. Según los entrevistados, en los últimos dos meses un 50% de las personas que residen allí fue víctima de algún delito o conoce a una persona que sufrió un atraco en ese período. Además, coinciden en que el barrio era hasta hace cinco años un lugar tranquilo. "No sé si hay algún vecino al que no hayan robado. Muchas veces no se hacen las denuncias porque sentimos miedo y sabemos que los delincuentes nos controlan. Ellos saben quién habla con la Policía y tenemos miedo que se tomen represalias en contra de nuestros familiares. Además, casi siempre están armados", dijo Cecilia Caliva. Sin embargo, el comisario Luna afirma que siempre están predispuestos a recibir denuncias "y responder a las necesidades de los vecinos".
Elda Hovannes sabía, y padecía, lo que pasaba en su barrio. "Dos semanas antes de que la mataran, unos ladrones entraron a su casa y trataron de robarle el lavarropas. No pudieron sacarlo; y sólo por hacer daño, le rompieron unos sifones que tenía en el garage", contó Cristian García Roso. Hovannes sabía que no podía continuar viviendo así. Por eso escribió una carta al director, publicada el 12 de junio en LA GACETA, en la que les reclamaba a las autoridades seguridad para su barrio. Su pedido no fue escuchado a tiempo.