24 Julio 2011
La reacción del Gobierno se explica en un solo término: espanto. Está asustado por la fuga de capitales que se evidenció este año. Esa aceleración de la salida de divisas se complementa con otro hecho inquietante: las reservas internacionales están estancadas.
Durante todos estos años de administración kirchnerista, la balanza de la cuenta corriente ha sido superavitaria; hasta ahora, porque puede ser que este ejercicio termine con resultado cero. Y esta previsión incluye la balanza comercial y los movimientos de dólares que tienen relación con los fletes, la repatriación de monedas o los dividendos.
Con la fuga de capitales y con el incremento de las importaciones, quedan estancadas las reservas. Y ese es un problema de ahora y para el futuro del Gobierno.
Mientras tanto, en la economía real, la gente cuando compra dólares necesariamente salen pesos del circuito y, si eso ocurre, es como si se enfriara la economía. Entonces no se consume (a nivel general) y no se invierte (a nivel de empresas). Un freno en la economía no le conviene al Gobierno en un momento de elecciones. En consecuencia, en la macro, el problema es de balanza de cuenta corriente, y en la micro, se desacelera la economía argentina.
Esta cuestión, también, tiene raíces históricas. Cuando el país anduvo mal o bien cuando le faltó o cuando le sobró dólares. Si no tiene esa divisa, tendrá que devaluar, no le queda otra alternativa. Y si lo hace, multiplica los problemas, debido a la inflación.
Básica y generalmente, la Argentina siempre reacciona. Distinto es el caso de Brasil, que no tiene mentalidad dolarizada como la nuestra. Siempre pensamos en dólares; cuando vamos a comprar un departamento, el precio está en dólares. Así, es el único refugio en el imaginario colectivo que protege nuestros ahorros. Pero, qué paradójica que son las cosas. No es negocio comprar dólares. La inflación le está ganando al dólar y también los que tienen plazos fijo. Sin embargo, la población argentina tiene incorporado esa suerte de chip que se conecta cada vez que hay elecciones y sale desenfrenadamente a cubrirse de dólares por aquello de que "las brujas no existen; pero de que las hay, las hay".
Durante todos estos años de administración kirchnerista, la balanza de la cuenta corriente ha sido superavitaria; hasta ahora, porque puede ser que este ejercicio termine con resultado cero. Y esta previsión incluye la balanza comercial y los movimientos de dólares que tienen relación con los fletes, la repatriación de monedas o los dividendos.
Con la fuga de capitales y con el incremento de las importaciones, quedan estancadas las reservas. Y ese es un problema de ahora y para el futuro del Gobierno.
Mientras tanto, en la economía real, la gente cuando compra dólares necesariamente salen pesos del circuito y, si eso ocurre, es como si se enfriara la economía. Entonces no se consume (a nivel general) y no se invierte (a nivel de empresas). Un freno en la economía no le conviene al Gobierno en un momento de elecciones. En consecuencia, en la macro, el problema es de balanza de cuenta corriente, y en la micro, se desacelera la economía argentina.
Esta cuestión, también, tiene raíces históricas. Cuando el país anduvo mal o bien cuando le faltó o cuando le sobró dólares. Si no tiene esa divisa, tendrá que devaluar, no le queda otra alternativa. Y si lo hace, multiplica los problemas, debido a la inflación.
Básica y generalmente, la Argentina siempre reacciona. Distinto es el caso de Brasil, que no tiene mentalidad dolarizada como la nuestra. Siempre pensamos en dólares; cuando vamos a comprar un departamento, el precio está en dólares. Así, es el único refugio en el imaginario colectivo que protege nuestros ahorros. Pero, qué paradójica que son las cosas. No es negocio comprar dólares. La inflación le está ganando al dólar y también los que tienen plazos fijo. Sin embargo, la población argentina tiene incorporado esa suerte de chip que se conecta cada vez que hay elecciones y sale desenfrenadamente a cubrirse de dólares por aquello de que "las brujas no existen; pero de que las hay, las hay".
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