22 Julio 2011
"Pensar que nos conocimos en Tucumán de Gimnasia. Creíamos que íbamos sacar a bailar a la misma dama, pero al arribar a la mesa descubrimos que eran dos, gemelas. A partir de allí nos hicimos amigos y nos encontramos todos los fines de semana. Lo extraño es que no recuerdo por qué dejamos de ver a las chicas", le cuenta a LA GACETA Mario Eduardo Gamboa, de 88 años, respecto de (su cumpa, compañero, ladero, compinche y hermano en el afecto) José Alejandro Alarcón, fallecido hace dos meses.
"Mi amigo Pepe había llevado una vida muy activa hasta los 83 años. Pero hacía ya cuatro años que estaba postrado en la cama porque se fracturó la cadera", contó el abuelo "Madu" Gamboa, como lo rebautizaron sus 12 nietos y cuatro bisnietos.
Pepe y Madu eran hinchas de Julio César, "El Turco" Dahan y "Petaca" del Negro. "Los tres se caracterizaban por ser simpáticos, ingeniosos e impecables en su vestimenta", contó Madu.
Bochado, pero cazado
"Era amigo de Dahan y solía anclarme cerca del escenario. Desde allí balconeaba. Un día me fijé en una de las damas más hermosas. Le hice señas con la cabeza, insinuándole que bailáramos, pero ella se negó. Aspiré aire y volví a la carga, hasta que abordé a su madre.
- ¿Me permitiría este vals con su hija?, dije temeroso.
- ¿Qué garantías me ofrece?, retrucó la simpática señora.
- Sólo mi palabra de caballero, mi sueldo de empleado de comercio y un potencial título de abogado, le contesté al toque.
Ella sonrió, encaré hacia la chica y la invité con el tradicional... ¿Bailamos? Desde entonces pasaron 55 años. Ella, que no quería bailar conmigo, aún sigue a mi lado, pero bailando con lo más lindo y lo más feo del matrimonio. Tenemos seis hijos, 18 nietos y cuatro bisnietos".
"Mi amigo Pepe había llevado una vida muy activa hasta los 83 años. Pero hacía ya cuatro años que estaba postrado en la cama porque se fracturó la cadera", contó el abuelo "Madu" Gamboa, como lo rebautizaron sus 12 nietos y cuatro bisnietos.
Pepe y Madu eran hinchas de Julio César, "El Turco" Dahan y "Petaca" del Negro. "Los tres se caracterizaban por ser simpáticos, ingeniosos e impecables en su vestimenta", contó Madu.
Bochado, pero cazado
"Era amigo de Dahan y solía anclarme cerca del escenario. Desde allí balconeaba. Un día me fijé en una de las damas más hermosas. Le hice señas con la cabeza, insinuándole que bailáramos, pero ella se negó. Aspiré aire y volví a la carga, hasta que abordé a su madre.
- ¿Me permitiría este vals con su hija?, dije temeroso.
- ¿Qué garantías me ofrece?, retrucó la simpática señora.
- Sólo mi palabra de caballero, mi sueldo de empleado de comercio y un potencial título de abogado, le contesté al toque.
Ella sonrió, encaré hacia la chica y la invité con el tradicional... ¿Bailamos? Desde entonces pasaron 55 años. Ella, que no quería bailar conmigo, aún sigue a mi lado, pero bailando con lo más lindo y lo más feo del matrimonio. Tenemos seis hijos, 18 nietos y cuatro bisnietos".
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